24 de junio, elecciones en el Athletic: Una fecha muy calculada

Por lo visto, para decidirse Aitor Elizegi ha tenido que hacer más cálculos y análisis que los alquimistas que buscaban la piedra filosofal. Ello le ha obligado a aguantar el tirón de tantos ansiosos, comenzando por aquellos que hasta se sintieron molestos el pasado 23 de octubre cuando, en lugar de dimitir y acortar en 14 meses el mandato para el que fue elegido, simplemente anunció que no se presentaría a las próximas elecciones. Les pareció poco. Desde entonces, la fecha electoral no ha dejado de formar parte de la actualidad rojiblanca. El baile de días ha sido constante, tanto que hasta se han hecho porras en algunas peñas. En las últimas semanas había ganado fuerza la sospecha de que acabarían siendo a primeros de julio, algo que muchos consideraban un auténtico desastre, seguramente sin recordar que Urrutia las ganó el 7 de julio de 2011 y tampoco es que se cayese el mundo.

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Reconociendo que nunca hay una fecha exactamente buena para las elecciones al sillón de Ibaigane, que a todas se les puede encontrar sus pros y sus contras, la del 24 puede considerarse aceptable, un mal menor. El próximo mandatario rojiblanco tendrá al menos diez días para aterrizar en el club. Vamos, que no llegará cuando el balón ya está rodando y todavía menos cuando ya ha rodado tanto y tan mal que, en su primer partido en el palco, el Athletic esté en puesto de descenso, como le sucedió a Elizegi en Balaídos. Por otro lado, también el nuevo entrenador, si es que no continúa Marcelino, tendrá un breve periodo de adaptación antes de recibir a la plantilla.

Bien mirado, y a poco que uno se ponga en la piel de Aitor Elizegi e imagine sus intenciones, lo cierto es que el 24 es una fecha muy lógica. A nadie se le escapa que la gran ilusión del presidente está puesta en aprobar el proyecto de reforma de los estatutos del club en la asamblea extraordinaria del próximo día 23. También tenía la de entrar en Europa, pero tras lo visto en Granada se supone que se le habrá enfriado hasta convertirse en vapor polar. O casi. Unos nuevos estatutos harían feliz a Elizegi. Junto a la grada de animación, los consideraría un legado para el club del que se sentiría muy orgulloso. De ahí su trabajo a conciencia con los compromisarios para que le den su apoyo -necesita dos tercios de los votos favorables- y su intención de llevar este proyecto al centro del debate electoral al menos durante la semana anterior a la celebración de la asamblea.

Los candidatos tendrán que pronunciarse. Su apoyo expreso sería un espaldarazo al proyecto y es lo que buscan Elizegi, sus directivos y los cuatro redactores de la reforma. Y su rechazo enturbiaría un tanto el escenario electoral. Desde luego, colocaría en una situación difícil, cercana al funambulismo, al candidato que defienda el no. Básicamente a la hora de explicar cuál es la razón de peso que le lleva a negar a los más de 43.000 socios del Athletic la posibilidad de ejercer el sufragio universal en grandes cuestiones del club -podrían serlo los presupuestos y los balances- y prefiere que sólo voten los compromisarios. Es decir, prefiere que éstos se conviertan en los verdaderos gobernantes del club por encima del presidente y la junta que venció en las urnas.