Que el humo no ciegue tus ojos

Termina un mandato que empezó contra pronóstico y que fue la consecuencia de un voto de castigo más que de un sufragio en positivo. A veces, la sociedad reacciona de la forma más inesperada. Apenas dos años antes, el Reino Unido votó a favor del Brexit y Estados Unidos eligió a Trump. Los socios del Athletic también decidieron dar la sorpresa, aunque fuera por unas decenas de votos. La grandeza de la democracia también consiste en eso. Cada uno sabrá ahora si a estas alturas son más los arrepentidos que los convencidos.

El Athletic lleva ya los suficientes procesos electorales a cuestas como para concluir que, aunque suene políticamente incorrecto decirlo, la democracia no le sienta especialmente bien al club. Los recuentos electorales suelen dejar demasiadas cuentas pendientes que tardan años en saldarse. Y la división es el peor enemigo de un club que necesita que todos sus miembros trabajen unidos.

Aunque todavía no haya nada oficial, es de sobra conocido que se están preparando dos candidaturas y que podría haber una tercera. En todos los casos, los nombres que se barajan como cabezas de cartel vienen respaldados por currículos con suficiente peso específico como para asegurar que el próximo ocupante del sillón de Ibaigane será un socio solvente y digno de todo el crédito de sus compañeros.

A los candidatos habría que pedirles juego limpio y concreción en sus propuestas. Ya sabemos de antemano que prometerán trabajar para que el primer equipo esté en Europa con asiduidad, sin perjuicio de que los salarios de la plantilla estén aquilatados a la fortaleza económica del club, aunque ello no será óbice para tratar de hacerse con los servicios de los mejores futbolistas que puedan vestir la camiseta rojiblanca.

Seguro que también harán lo posible para abrir la institución al socio, que, como todos sabemos, es el dueño y merece ser tratado como tal. Sin duda, también vendrán con la intención de hacer de Lezama una academia puntera, a la altura de las mejores del mundo, con los profesionales más contrastados al mando, para que el Athletic se siga nutriendo de su cantera, fiel a su idiosincrasia. Lezama no puede faltar en una contienda electoral que se precie. Y, no se nos olvide, seguro que también están dispuestos a que el club vuelva a tener un gran peso específico en la Liga y en la Federación.

Ya sabemos todo eso y algo más. Ahora solo nos queda conocer cómo lo harán y con quiénes cuentan para hacerlo. Ahí está el quid de la cuestión. Al fin y al cabo, estamos hablando de un club de fútbol, así que los asuntos a debatir se pueden contar con los dedos de una mano y en más de la mitad ni siquiera hay discusión posible porque estamos todos de acuerdo.

Si queremos que el Athletic siga siendo un club especial, no podemos perder de vista que los comicios se convocan para elegir presidente y junta directiva; es decir, a un grupo de socios que asumirá desinteresadamente la responsabilidad de pilotar el club los próximos cuatro años.

No es fácil gobernar un club que, como el Athletic, despierta tantas pasiones y cuya masa social sigue manteniendo una capacidad de decisión notable. Puede que la prudencia y el realismo no sean los mejores captadores de votos, y que sea muy humano caer en la tentación de la promesa fácil, pero el humo no debería volver a cegar los ojos de los socios. Dejemos eso para los Platters.