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La publicación de las memorias de Manu Sarabia, en las que el exjugdaor del Athletic acusa a Javier Clemente de 'mobbing', siguen dando qué hablar. Su hijo Eder Sarabia, que dirige al Elche en Segunda División, ha revelado uno de los motivos por los que el legendario 11 rojiblanco no había hablado sobre el acaso laboral que sufrió por parte del técnico baracaldés durante cuatro temporadas.
En una entrevista publicada por 'Marca', Sarabia hijo afirma que «era algo que le hizo tanto daño que nunca quiso contarlo». El libro, titulado 'Chaval, ¿quieres venir al Athletic?' y escrito junto a su mujer Begoña Amesto, dedica un capítulo a los ataques recibidos del que fuera su entrenador y que desembocó en el conocido como 'affaire Clemente-Sarabia', que se saldó con el cese del técnico y provocó una profunda división entre la afición del Athletic. El de Barakaldo negó las acusaciones.
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Sarabia, que hace poco fue noticia por otro motivo, ya que denunció a un coche que le embistió cuando iba en bicicleta, ha hablado alto y claro al ser preguntado por este delicado asunto que de niño vivió en casa. Asegura que su progenitor se lo contó «muchísimas veces». «Como ha dicho, el hecho de ser más mayor y, sobre todo, haber tenido nietos, le hizo pensar que tenía que decirlo. «Antes, en la afición del Athletic quedaba como que la culpa se repartía entre Clemente y mi padre. Pero mi padre fue una víctima de un comportamiento de un entrenador. Simplemente, fue un profesional que jugaba bien cuando salía de titular y como suplente. Puede que Clemente no podía asumir eso», explica.
Asimismo, señala que desconoce el origen de la «animadversión» de Clemente hacia su padre. «El club tomó la decisión de destituir a Clemente. Con el paso del tiempo, aquello le generó problemas a mi padre en el Athletic. Si no hubiera sido por eso, se habría quedado allí toda la vida. Pero tuvo que salir, con la suerte de vivir cuatro años maravillosos en Logroño. Pero la mayoría del libro habla de la pureza del fútbol. De cómo le gustaba jugar a la pelota, marcar goles, la sensación de un campo lleno, hacer vibrar a la gente, cómo se cuidaba...y luego, la parte triste, que está muy bien documentada.
El preparador del Elche también confiesa que su apellido le perjudicó en su etapa de futbolista, pero no para despuntar en los banquillos. «Se me comparó mucho con mi padre. Como entrenador, me abrió puertas para llegar a sitios y conocer a personas. Especialmente, en este país, porque hay gente con muchísima ilusión y preparación, pero que posiblemente nunca van a tener ciertos contactos y caminos para poder demostrar lo buenos que son. Ser hijo de quien soy me lo ha permitido. Pero luego, eso tiene las patas muy cortas. Si no demuestras lo que vales con tu trabajo, será pan para hoy y hambre para mañana», lanza.
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