Marcelino da instrucciones a sus jugadores. carlos gil

La doble responsabilidad del técnico del Athletic

Marcelino se enfrenta a su momento más delicado. Está en cuestión su capacidad de entender lo que es este equipo y lo que se espera de su máximo responsable en el banquillo

Martes, 23 de noviembre 2021, 00:29

Ya es un clamor la petición de cambios en la alineación del Athletic. Ver jugar a este equipo es asistir a una película vista muchas veces. Los melonazos desde las bandas que pretenden ser centros, los pases al amigo invisible, las pérdidas absurdas en el ... centro del campo, las insoportables carencias técnicas de futbolistas que se suponen de primer nivel, la intrascendencia de los jugadores más adelantados, se repiten como una condena mientras la autocrítica y el propósito de enmienda se quedan entre las cuatro paredes de la sala de prensa.

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Marcelino se enfrenta a su momento más delicado desde que está en el Athletic. Está en cuestión su capacidad de entender lo que es este equipo y lo que se espera de su máximo responsable técnico. Porque quien asume la responsabilidad de dirigir al primer equipo de este club se enfrenta al doble reto de obtener resultados y asegurar al mismo tiempo una transición que garantice la pervivencia. Aquí no hay fichajes de urgencia, ni proyectos que nacen cada verano y mueren la siguiente primavera. El Athletic es una cadena que empieza en el ojeador que rastrea infantiles y acaba en el entrenador que se sienta en el banquillo de San Mamés. Cada eslabón hace su función para mantener unida la cadena.

De poco sirve todo lo andado en las categorías inferiores si no se da el último paso. Es necesario que el entrenador del primer equipo se integre en el trabajo global, en lugar de limitarse a su parcela como haría en cualquier otro club. El Athletic es diferente también en eso, de ahí la importancia que tiene que los responsables del club sepan elegir al técnico idóneo, al que asuma que, además de competir, tiene que ser el garante de que se de ese último paso que culmine el camino que se recorre en Lezama.

Marcelino debería saber que el socio y el aficionado agradecerían asistir a una transformación del grupo incluso por encima de algún resultado a corto plazo. El seguidor rojiblanco sabe de sobra que para que lleguen los éxitos hay que construir primero un equipo y que eso solo se consigue con un trabajo paciente pero también con atrevimiento, dando oportunidades a quienes se las merecen y desde la convicción de que las soluciones están en Lezama. Lo otro, alimentar de oficio cada año la idea de Europa como objetivo, solo conduce a la melancolía y a la frustración que generan las ilusiones inalcanzables.

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Es evidente que sobre la cabeza del entrenador del primer equipo pende la espada de Damocles de los resultados. Pero, admitiéndolo, no es menos cierto que, en el caso del Athletic, cabe matizar. Salvo alguna excepción, aquí hay más paciencia que en otros pagos con el inquilino del banquillo, porque hay conciencia de la dificultad añadida que entraña la tarea en este club. Marcelino sabe, por experiencia propia, que en cualquier otro sitio estaría mucho más cuestionado que aquí si nos atenemos a sus resultados.

Los problemas del equipo son tan evidentes y repetidos, que cuesta entender la contumacia del entrenador a la hora de elegir a los protagonistas. Incluso es contradictorio afirmar que Marcelino juega a asegurarse el puesto buscando el resultado a corto plazo con sus futbolistas de confianza en lugar de arriesgar dando paso a los jóvenes, sencillamente, porque tampoco está obteniendo resultados por esa vía.

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