Cádiz 0-0 Athletic
Un auténtico tostón en el Nuevo MirandillaJornada 22 ·
Cuatro días después de su épica noche ante el Barça, el Athletic juega ante el Cádiz su peor partido de esta campaña y no puede pasar del empate a ceroSecciones
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Cádiz 0-0 Athletic
Un auténtico tostón en el Nuevo MirandillaJornada 22 ·
Cuatro días después de su épica noche ante el Barça, el Athletic juega ante el Cádiz su peor partido de esta campaña y no puede pasar del empate a ceroCómo puede cambiar el fútbol en apenas cuatro días, pensarían los aficionados del Athletic recordando la maravillosa noche del miércoles ante el Barça y comparándola con la soporífera tarde de este domingo en el Nuevo Mirandilla (0-0). En el que fue con diferencia su ... peor partido de la temporada, los rojiblancos, con muchos cambios en su once y el regreso de Yeray, no pudieron pasar de un justo empate a cero ante un Cádiz que ya suma 18 jornadas de Liga sin ganar y va a necesitar poco menos que un milagro para no descender. Con Mauricio Pellegrino los gaditanos parecieron algo más fiables en defensa, aunque queda la duda de si hicieron méritos realmente o aprovecharon sin más la caraja del equipo de Valverde, cuya inoperancia ofensiva llamó la atención.
Convertido esta temporada en una máquina de marcar goles y crear oportunidades, el Athletic no llegó ni a rematar entre los tres palos de la portería de Conan Ledesma. Y sus mejores ocasiones fueron un disparo alto de Adu Ares pasada la media hora y un cabezazo de Villalibre, en realidad más una prolongación al palo largo que un remate, al comienzo de la segunda parte. Verlo para creerlo. Pero lo cierto es que, viendo el juego de los rojiblancos, sin chispa, sin ideas, víctimas de un cansancio que pareció más mental que físico, como si tras el partidazo ante el Barça y la euforia consiguiente no pudieran bajar de nuevo a la zanja a ganarse el cocido ante un equipo del fondo de la tabla, sus pobrísimas estadísticas se entiende perfectamente.
Cádiz
Ledesma; Iza, Fali, Víctor Chust, Pires; Robert Navarro (Ocampo, m.80), Alcaraz, Escalante, Chris Ramos (Álex Fernández, m.86); Alejo y Rubén Sobrino (Guardiola, m.71).
0
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Athletic
Unai Simón; De Marcos, Vivian, Yeray, Lekue (Yuri, m.50); Herrera, Vesga (Jauregizar, m.50); Iñaki Williams, Unai (Sancet, m.50), Adu Ares (Nico Williams, m.61); y Villalibre (Guruzeta, m.70).
El partido dio señales de alarma desde el arranque. No se trata de que en el nuevo Mirandilla se escucharan sirenas sino de un juego plano, vacío, que en sí mismo era una advertencia del inminente peligro que se avecinaba: el de un auténtico tostón. En el caso del Athletic fue como si todas las virtudes que viene mostrando este equipo se hubieran esfumado de repente. Es cierto que en Mestalla, en la anterior salida liguera, los rojiblancos también flojearon, pero ayer fue peor. Con excepción de Unai Simón, muy acertado en las dos ocasiones que dispuso el Cádiz, una falta muy bien sacada por Alcaraz en el minuto 22, y un duro golpeo de Sobrino en el 36, y de un Adu Ares que al menos lo intento por la banda izquierda, el resto de la tropa de Valverde no carburó en toda la primera parte.
El problema se detectó muy pronto. Los cambios en el once le sentaron mal equipo. La pareja de medios centros, formada por Vesga y Herrera, estuvo siempre fuera de onda. Que el exjugador del PSG completara los 90 minutos no se explica salvo que Beñat Prados, pese a estar en el banquillo, no se encontrara en condiciones de jugar. A partir de esos crujidos en la sala de máquinas y de dos laterales, De Marcos y Lekue, que esta vez no tuvieron ningún recorrido, todo el frente de ataque se resintió. A Iñaki Williams, el héroe de la Copa, parecía que se le acumulaba el cansancio del viaje desde Costa de Marfil cuatro días después y no daba una; Unai Gómez iba y venía con más voluntad que acierto, y Villalibre no recibía balones.
El caso es que la defensa del Cádiz, poblada y expeditiva, sufrió mucho menos de lo que había imaginado. Y es que se había puesto en lo peor, ante la posibilidad de una escabechina. Lógico. Pensemos que en las tres últimas visitas ligueras el Athletic le había ganado las tres y le había marcado once goles. Por no hablar de que en los dos últimos partidos que había disputado en San Mamés le cayeron tres y cuatro. Los de Pellegrino, en fin, se prepararon para salir vivos, de manera que el empate les dejó satisfechos, algo que el Athletic no puede decir porque al nivel que está rindiendo no puede dejar de escapar dos puntos de esta manera.
Valverde intentó un golpe de timón antes de lo suele hacerlo cuando lo cree necesario. Esta vez no esperó a la hora de juego sino que lo hizo en el minuto 50. Sancet, Jauregizar y Berchiche salieron en lugar de Unai Gómez, Vesga y Lekue. Al equipo le sentaron bien los cambios, pero no lo suficiente. Le sirvieron para entrar en una fase de dominio, que se acrecentó cuando, en el minuto 62, Nico Williams entró en lugar de un Adu Ares tocado. A día de hoy, el pequeño de los Williams ya crea en los rivales la sugestión que sólo provocan los grandes futbolistas, esos cuyas llegadas se temes como la de un huracán. El Cádiz reculó y se dedicó a poner argamasa en torno a su portería. Lo hizo a conciencia, sin reparos, con convencimiento. Arriba sólo quedó a Chris Ramos comprobando lo que es la soledad de un delantero centro. Era como un náufrago en una isla desierta. Viéndole, uno hasta imaginaba pidiendo un balón a los recogepelotas para dibujar en él la cara de un muñeco, ponerle un nombre y convertirlo en un amigo que le hiciera compañía, como Tom Hanks en aquella película.
Por faltarle de todo, al partido le faltó hasta un mínimo de emoción en la recta final. Podían haber seguido jugando cuatro días y el marcador no se hubiera movido. Nico Williams fue el único que lo intentó con algo de determinación, pero Pellegrino ya tenía prevista esa peligrosa contingencia y, aparte del lateral, mandó a Fali como fuerza de interposición. Y vaya si se interpuso. Hasta rozar el penalti. El caso es que el partido fue declinando entre bostezos, sin nada digno de mención y con los cronistas mirando su cuaderno de notas, casi en blanco, preguntándose qué iban a escribir de un partido con tan pocas cosas que contar cuatro días después de haber escrito y escrito sobre la guerra de Troya.
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