Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Valverde podría parafrasear a Felipe II y proclamar que no mandó a su equipo a luchar contra el calendario. Seguro que de disputarse en otro momento de la temporada, este partido hubiera transitado por caminos muy distintos. Pero así es la competición y así hay ... que tomarla. La alineación de refresco que presentó el Athletic no fue suficiente para doblegar a un rival que se está jugando la vida en su casa y que disfrutaba del impulso que siempre proporciona el estreno de un entrenador. Luego, cuando tras el descanso Valverde rehízo un equipo más parecido al titular, ya fue tarde. Los que entraron no fueron capaces de cambiar la dinámica del juego y el choque acabó con un frustrante empate sin goles.
La resaca de la fiesta del miércoles les pasó factura a los rojiblancos, que se presentaron en el Nuevo Mirandilla con ojeras y la boca pastosa, incapaces de alumbrar una sola idea medianamente coherente a lo largo de noventa minutos estériles, sin un triste remate contra la portería de un Ledesma, que se las tuvo que ingeniar él solito para dar algún susto a la parroquia con eso que en tenis se llaman errores no forzados.
Noticias relacionadas
Es particularmente lamentable que se pierdan por el camino puntos como los que se quedaron en Cádiz. Pero el Athletic no hizo más méritos que el rival para llevarse un botín mayor. Es más, los rojiblancos pueden agradecer que se encontraran con uno de los equipos más flojos de la categoría; hubiera podido ser peor ante cualquier otro, como en Valencia, por ejemplo.
El partido fue un libro abierto que se leía sin necesidad de gafas. Pellegrino armó un Cádiz concentrado en no dejar correr al Athletic. Valverde metió piernas frescas de salida reservando a los pesos pesados en función de las necesidades del partido. Erró en el cálculo porque ni los hombres de refresco ni sus sustitutos, dieron el nivel que se esperaba de ellos.
Hasta el descanso, el choque recordó a esos partidos de las fases tempranas de la Copa, cuando los menos habituales del equipo de categoría superior, faltos de coordinación y minutos, se ven obligados a contrarrestar el entusiasmo de los amateurs que tienen enfrente. El Cádiz no es un equipo amateur, claro, así que las carencias del Athletic se hicieron más evidentes. Herrera y Vesga fueron intrascendentes en la creación, Unai Gómez corrió solo para perderse en batallas imposibles, Villalibre estaba aislado e Iñaki Williams se pareció más al que juega con Ghana que al futbolista decisivo que está siendo este año.
La mejor noticia fue el regreso de Yeray quien, muy apoyado por un Vivian inconmensurable, acumuló minutos de rodaje sin pasar apenas apuros. Pero que los centrales sean de los destacados dice mucho sobre lo que estaba pasando en el campo.
Por un momento tras el descanso pareció que el plan de Valverde acabaría funcionando, pero fue un visto y no visto. El Athletic tenía uno de esos días obtusos que más vale que se acaben pronto. Los rojiblancos tuvieron la fortuna de que enfrente había un rival que atacaba con poca gente y menos confianza, sin perder nunca de vista el retrovisor y más atento a guardarse las espaldas que a buscar de cara la portería contraria. Un saque de falta de Alcaraz que Simón despejó con facilidad de un manotazo, y un mal remate de Sobrino en buena posición dentro del área, fueron los únicos sustos de la tarde. Pero es que en la otra portería no pasó absolutamente nada, más allá de un disparo de Adu Ares que salió cerca del larguero. Cuando Nico Williams le sustituyó, nos enteramos de qué estuvieron hablando en el vestuario del Cádiz durante toda la semana: tres rivales perfectamente coordinados le salían al paso cada vez que Nico recibía el balón en la banda.
Sumar tres puntos contra un Cádiz que ni se acuerda de cuándo ha ganado su último partido no era ninguna entelequia. Pero una prórroga contra el Barcelona tiene que dejar secuelas que Valverde no consiguió paliar con sus cambios. Aunque el empate sea frustrante, no hay nada que reprochar ni al técnico ni a los jugadores. Ya sabemos que el grado de la resaca suele ser directamente proporcional al nivel de la fiesta y la del miércoles fue de las memorables.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.