Trampas y bolas calientes

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«No sabemos ni siquiera contra quién jugamos primero, ¿cómo vamos a pensar en la final de San Mamés?»

Carlos Nieto

En la sede de la UEFA eché de menos esas bolas calientes después de presenciar ese apaño futurista que montaron los responsables del sorteo de la Europa League, a imagen y semejanza del día anterior con la Champions. Con lo bonito que era especular con las posibles trampas en la elección de las bolas, que si están frías, que si calientes, que si el que las extrae ha escondido el papelito debajo de la mesa y ha sacado otro. Los sorteos europeos eran escenarios de teorías conspirativas, supuestos apaños y demás corruptelas federativas, y ahora se han cargado esa intriga. Recordemos que Gianni Infantino, actualmente mandamás máximo de la FIFA, que posee el don de la ubicuidad y es capaz de aparecer en dos estadios de un Mundial a la misma hora, salió de esos sorteos, donde no solo se promocionan equipos de fútbol, sino carreras profesionales como la del mago suizo del organismo mundial.

Ahora, toda esa promoción profesional se ha ido al garete, y ya puede esperar sentado Giorgio Marchetti, el señor sonriente de pelo blanco y gafitas, si su objetivo era ascender en la escala social como Infantino, porque le han cortado de raíz eso de revolver las bolitas para sacar números o equipos. Esta vez, como si fuera la escena en la que Jason Bourne ratifica su identidad en un banco suizo para llevarse la bolsa con el dinero y los pasaportes, un propio pone la mano sobre un escáner y, como por arte de magia, salen los rivales del equipo elegido, Y nosotros, que discutíamos sobre las bolitas frías o calientes, nos lo debemos creer en un acto de fe.

Así que nos tendremos que tragar dos viajes a Estambul, con el Fenerbahce y el Besiktas, ese infierno turco que es más de película que de estadio, salvo el día de Mourinho, que ya es infernal en sí mismo; visitar el Olímpico de Roma, y Razgrad, la sede del Ludogorets, un equipo búlgaro que, esperemos, no sea como aquel Beroe de Stara Zagora, que le metió un meneo al Athletic en un campo infame, con un árbitro infame y un balón de playa, que el Athletic consiguió cambiar en la segunda parte después de protestar al delegado de la UEFA. Seguro que el Chopo recuerda aquella encerrona.

Además, esa mano escaneada y sospechosa de Mónaco provocó que el Athletic tenga que recibir en San Mamés al Slavia de Praga, el equipo que le propinó la derrota más abultada que ha encajado en su historia, un 2-9, el 23 de diciembre de 1923. Es un equipo que ya no es lo que era, pero que siempre -esperemos que sea así- tendrá a gala haber sido el autor de la paliza más grande jamás contada en La Catedral. Otro equipo checo, el Viktoria Plzen, también visitará San Mamés. Como uno sueco, el Idrottsföreningen Elfsborg, que según la Wikipedia que lo sabe todo se conoce popularmente como IF Elfsborg. Pues menos mal, porque si no, apañados estábamos. También pasará por la consulta del doctor Valverde el AZ Alkmaar, un equipo holandés que en anteriores ediciones les dio bastante guerra a los vecinos de la Real.

En fin, después del show, que debemos creernos si somos buenos feligreses de la UEFA y sus fastos monegascos, vayan sacando sus abonos. El Athletic, con esos rivales, puede aspirar a estar entre los ocho primeros, objetivo prioritario, pero si no lo consigue, muy mal lo tiene que hacer el equipo rojiblanco para no estar en las eliminatorias por el resto de plazas. Tengamos fe. Como con el sorteo.