Atlético 3-1 Athletic

La Champions se escapa en el Metropolitano

Le faltó fútbol, desde luego un mejor tono de sus futbolistas llamados a desequilibrar. El Athletic está haciendo una temporada fantástica y ya ha logrado de sobra sus objetivos. Esto no significa, sin embargo, que sea un equipo que pueda permitirse determinados lujos. Por ejemplo, que Sancet sólo deje algún destello esporádico y no tenga apenas afectación en el juego. De hecho, su jugada más determinante fue un tiro en el pie: la pérdida de balón en el centro del campo que terminó con el gran pase de Koke a Correa y el 2-1. O que Iñaki Williams complete los noventa minutos jugando en las dos bandas y hasta de delantero centro en la recta final sin hacer nada productivo en ningún lado.

Por otro lado, tampoco Beñat Prados encontró su sitio. Sus mejores minutos, de hecho, los acabó protagonizando como lateral derecho. Hasta salvó el cuarto gol del Atlético interceptando de forma providencial un remate de Lino en el descuento. Demasiados lujos, en fin, para un Athletic que acabó insistiendo una y otra vez en el monocultivo de Nico Williams, convertido ya en su estrella, en el hombre que ocupa la mayoría de los focos del rival y, por supuesto, de ese porcentaje de imbéciles que nunca falta en los campos de fútbol. Martínez Munuera tuvo que detener el juego y ordenar que la megafonía del estadio exigiera que no se hicieran gritos ofensivos, en este caso racistas.

Los dos equipos se retrataron a las primeras de cambio. El Athletic ofreció una versión seria y reconocible, con la única rareza llamativa de ver a Vivian en el lateral derecho. Salió a hacer su fútbol de costumbre. El Atlético también, pero de una forma más prudente y especulativa que su rival. La imagen de los pupilos de Simeone estaba lejos de ser la que sus aficionados deseaban en un partido tan importante y teniendo como tenían tantas ganas de revancha. El duelo se convirtió en un pulso igualado. En el minuto 4, Iñaki Williams no pudo dirigir bien una volea que conectó tras un pase largo de Paredes, que vio bien su desmarque en carrera; una jugada inteligente frente a una defensa con carrileros que el central de Arrigorriaga volvió a repetir antes de la media hora, en este caso a un desmarque de Nico, que no pudo controlar.

El pulso era muy cerrado. Ninguno de los dos equipos conseguía dar profundidad a su juego. Unai Simón y Oblak estaban de espectadores. En el fútbol, sin embargo, nunca hay una verdadera tranquilidad. El sobresalto puede venir cuando nadie lo espera. Y así ocurrió en el minuto 14, cuando un remate de De Paul desde fuera del área rebotó en Galarreta y se envenenó de forma letal. Sin haber hecho nada, el equipo de Simeone se puso en ventaja. De ahí quizá que decidiera seguir haciendo lo mismo, es decir, nada, con la salvedad de alguna jugada con picante de Llorente y algún bonito cambio de orientación de Hermoso.

El Athletic, por su parte, se puso a picar piedra ante un rival que le cedía el balón y se abrigaba en su campo. Lo hicieron bien los de Valverde hasta el descanso. Encontraron un punto de dinamismo y profundidad que les hizo merecedores del empate. Pudo hacerlo Sancet en el minuto 28, tras una bonita dejada de Guruzeta, y también Iñaki Williams poco después en una cabezazo demasiado cruzado. Al final lo lograría Nico, bien asistido por Guruzeta, en una jugada que comenzó con un regalo asombroso de Griezmann; por cierto, un futbolista que lleva al menos tres meses en otra dimensión muy diferente a la que tuvo durante la primera vuelta.

Así las cosas, las esperanzas del Athletic estaban por todo lo alto en el descanso. Al equipo se le notaba no sólo a la altura sino por encima del Atlético, cuya extraordinaria fiabilidad como local se hace a veces difícil de entender viéndole jugar. Su público no terminó muy contento que se diga la primera parte, con esa media hora de su equipo tras el 1-0 contando la calderilla y sin acercarse a Unai Simón. El secreto de los colchoneros, por supuesto, son algunos e sus futbolistas, capaces de marcar la diferencia. La conexión Koke-Correa, por ejemplo, adelantó de nuevo a los madrileños. El Athletic, como decíamos, no acertó a reaccionar. Puso voluntad, pero le faltó juego. Valverde agitó el banquillo en el minuto 66 metiendo a Berenguer, Muniain y Herrera en lugar de Guruzeta, Sancet y Yeray. Muy poco después, Vesga tuvo que entrar por un Galarreta tocado. Ello obligó a mudar algunas posiciones, pero ese pequeño centrifugado no tuvo ningún efecto. El Athletic nunca pareció cerca del empate y en el minuto 79, tras un remate de Lino al poste que rebotó en la espalda de Unai Simón y se coló, acabó encajando el 3-1. En fin, que la serie de victorias consecutivas contra el Atlético tenía que acabar algún día y acabó ayer. Y con ella casi todas las esperanzas de Champions.