Athletic 4-0 Mallorca

El Athletic da una tunda al Mallorca

Los rojiblancos marcan porque sí, por inercia, de cualquier manera, marcan porque esta temporada parece que hacerlo forma parte de su naturaleza. Esta vez, por ejemplo, Yuri Berchiche encarriló la victoria con dos goles asombrosos, el primero en el minuto 2 y el segundo en el 15. El tercero lo firmó Guruzeta, justo pasada la hora, y fue un premio al magnífico trabajo del donostiarra. Pero es que el cuarto, en el minuto 88, fue obra de Iker Muniain, quien había entrado poco antes en lugar de Nico Williams. El capitán rojiblanco, que apenas juega, no había marcado en los últimos 47 partidos que había disputado en la Liga. Su último gol lo anotó en abril de 2022. Sin embargo, la dinámica de la tropa de Valverde es tan positiva que puede acabar hasta con las rachas más nefastas.

Aunque el Athletic está haciendo muchos méritos esta temporada, lo cierto es que la fortuna también le está acompañando y negarlo sería un acto de ingratitud que podría tener consecuencias nefastas. Con estas cosas de los astros no se juega, oiga. Si la temporada pasada todo le sucedía al revés y la tostada siempre le caía por el lado de la mantequilla, ahora ocurre lo contrario. Todo lo que puede salir bien, sale bien. Es más, incluso lo que es impensable que salga, de repente va y sale. Por ejemplo, el golazo que Yuri Berchiche marcó a los dos minutos con una volea de espaldas desde el punto de penalti tras un saque de falta de Nico Williams. Fue gracioso ver las caras de sus compañeros, muertos de risa, cuando corrieron a abrazarle.

El Mallorca acusó el golpe, como es natural. Buena parte de su plan del partido se resquebrajaba nada más empezar por un gol de chiripa de sus rivales. En cualquier caso, sólo era un gol y los pupilos del 'Vasco' Aguirre intentaron remar de nuevo, aunque fuera a contracorriente. No lo tenían fácil porque el Athletic jugaba con un ritmo muy alto, con Ruiz de Galarreta y Prados llevando la manija y el cuentakilómetros, pero se les veía con buena actitud. Hasta que, en el minuto 15, un córner lo desvió de tacón Guruzeta desde la zona del primer palo. La pelota fue a parar a Berchiche, en concreto al interior de su pie derecho, que el lateral izquierdo de Zarautz acomodó muy bien para el remate. El cuero se coló por la escuadra y esta vez la imagen graciosa fue la de Sendoa, el delegado del Athletic, riéndose mientras observaba en una pantalla la jugada junto a Valverde.

Los rojiblancos habían estampado como un sello a los mallorquines precisamente en una de sus especialidades, las jugadas a balón parado. Es lógico, por tanto, que los isleños se sintieran mal y que no terminaran de reaccionar en todo el partido, ni siquiera cuando en la segunda parte Aguirre dio a su tropa un perfil más ofensivo sacando a Muriqi y quitando a un central como Copete. No hemos venido a Bilbao a luchar contra los elementos, parecían pensar los visitantes, mientras el Athletic iba y venía con un ritmo que acaba resultando una pesadilla para la gran mayoría de sus rivales. Se sienten ahogados, en cierto modo abrumados. Y si encima no tienen suerte, pues el partido se les pone imposible.

Con el trabajo ya casi hecho, la segunda parte fue todavía más cómoda para los leones porque el partido se abrió y jugando con espacios, corriendo por la pradera, disfrutan mucho. Al Mallorca, además, no les salía nada. Tuvo una pequeña oportunidad de engancharse en el minuto 60, en un cabezazo de Nacho Vidal, sólo en el área, tras un grave error defensivo del Athletic. Sin embargo, el cabezazo del jugador bermellón, que acababa de entrar al campo y debutaba con su nuevo equipo, fue directo a las manos de Unai Simón. Lo peor, en cualquier caso, fue que en la jugada siguiente Gorka Guruzeta hizo con suspense –hubo que tirar la raya del VAR y fue cuestión de centímetros– el 3-0. Que el balón le llegara perfecto al donostiarra para empujar porque Sancet le pegó mal en su intento de remate a portería hay que considerarlo otro guiño de la fortuna.

Y lo cierto es que ya no hubo más que hablar. Bueno, en realidad, sí que se puede hablar de la felicidad de San Mamés con sus jugadores, que suman ya ocho victorias seguidas en su campo entre Liga y Copa en los que ha firmado 23 goles. Son cifras extraordinarias para cualquiera, pero directamente milagrosas para un equipo sobre cuyos problemas con el gol hemos escrito ríos de tinta en temporadas anteriores. Es como si se hubiera acabado esa maldición. De hecho, hasta se hizo raro que Iñaki Williams fallara un mano a mano fácil ante Rajkovic en el minuto 53. Parecía algo propio de otros tiempos, casi una excentricidad en este Athletic que, tras dos salidas flojas a Valencia y Cádiz, vuelve a pisar muy fuerte en la Liga mientras ya mira de reojo, con la ambición muy afilada, las semifinal de Copa ante el Atlético.