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Un equipo de fútbol es como un iceberg. Apenas es claramente visible un pequeño porcentaje de él. En una escuadra de élite como la del Deportivo Alavés, más de una veintena de personas forma el cuerpo técnico, aunque apenas se note a los que ... pisan el césped cada día. Además de Javi Calleja, otros veintidós profesionales velan por que todo salga como está planeado. En la concentración que el club arrancó el jueves en La Manga (Murcia) cada paso está medido al detalle. Todo el cuerpo técnico lleva semanas preparando estos días. Entre ellos, Nicolás de Silva, responsable del departamento de nutrición del Grupo Baskonia-Alavés. Él sigue con detalle la alimentación de los integrantes de la expedición.
En el deporte profesional la alimentación ya es un pilar. Está al mismo nivel del trabajo a balón parado o el tratamiento físico tras cada sesión. Los horarios de las comidas son tan importantes como los de los entrenamientos. En La Manga, el Alavés arranca su jornada a las 8.10, hora en la que desayuna. A las 9.30 se ejercita por primera vez y come alrededor de las 13.30. La merienda se toma a las 17.30, antes de la segunda sesión del día -o, en su defecto, algún partido- y el día se cierra con la cena, que los albiazules disfrutan a las 21 horas.
El Alavés, en La Manga
Junto a ellos está De Silva para verificar que los futbolistas comen lo que les corresponde. Se acabó eso de que todo el mundo ingiera lo mismo. La dieta es personalizada en función del momento físico, perfil y necesidades de cada jugador. El control es extremo. En la concentración sólo se utiliza aceite de oliva virgen extra, se trabaja con cuidado con el cerdo -hay jugadores musulmanes- e incluso la pasta tiene diferentes puntos de cocción. Aunque la base es la misma: un día normal, el almuerzo empieza con un variado bufet de ensaladas, un par de opciones de primero y otras tantas, generalmente carne y pescado, de segundo. En los días de partido el menú está más consolidado: siempre se come lo mismo, con los hidratos de carbono como protagonistas. «No podemos meter cosas nuevas porque no sabemos cómo le va a sentar al jugador», resume De Silva. Es desde hace tres años el responsable de la nutrición albiazul; antes lo fue del Sochaux e Istra. Licenciado primero en Biología, un máster centrado en el metabolismo le despertó el interés por la nutrición, carrera que terminó poco después.
El trabajo es colaborativo. Primero, el preparador físico proporciona a De Silva la hoja de ruta de toda la pretemporada. Ésta sirve como punto de partida para programar la alimentación. Ahí, además de los productos que cada uno debe tomar, se incluyen los suplementos: en especial, antioxidantes y antiinflamatorios. Aunque estos solo se incorporan pasados unos días de pretemporada, una vez cada alavesista ha comenzado a generarlos de forma natural. Al arranque de la preparación los futbolistas pasan las pruebas médicas , donde se mide su composición corporal y porcentaje de grasa a través de pliegues. Ahí, el departamento médico y el de nutrición van de la mano y revisan juntos todas las analíticas. En La Manga, el experto debe afrontar una dificultad extra: el calor. Por eso, no perder líquidos es capital. «Hay que cuidar mucho la hidratación y la reposición de electrolitos. Tenemos formas de incentivar que se beba agua, como saborizantes de varios tipos. Es objetivo es que al jugador le guste y le refresque, pero que les venga bien para su rendimiento», explica.
Durante el curso, el método es similar, aunque se adapta para responder mejor a la exigencia de la competición. «En la pretemporada y temporada los alimentos son los mismos, pero cambian las cantidades», desgrana el nutricionista. Aunque en ambos casos los hay que mejor ni tocarlos. El alcohol, antes y después de los partidos, está prohibido. Para paliar el mono de donuts o pizzas, De Silva propone alternativas como donuts de boniato o pizzas más saludables. Todo parte de una máxima: «No hay alimentos buenos o malos, sino ingredientes de más o menos calidad». El cuerpo técnico también sigue la misma pauta, aunque con más relajaciones. Al fin y al cabo no deben correr diez kilómetros cada domingo.
Los futbolistas responden con agrado al programa. Saben que es beneficioso para ellos. «Un jugador que se alimente correctamente puede alargar su carrera», ilustra De Silva. La comunicación entre él y sus pupilos es constante. Como el técnico que quiere limar conceptos tácticos, el nutricionista vive pegado a los profesionales. El secreto para triunfar también descansa sobre el plato.
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