Javier Calleja tuvo que cambiar para adaptarse al entorno, pero la realidad ha terminado devorando su proyecto en el Deportivo Alavés. El del Villarreal, su otro exequipo, fue su último partido en el banquillo albiazul. El cierre de una etapa que arrancó con fuerza, cimentada ... en una permanencia de extraordinaria dificultad, pero en la que nunca se pudo ver al Deportivo Alavés que él quiso. La realidad estaba demasiado alejadas de sus planes y, en ese proceso de adaptación de la una a la otra, los hechos pesaron más que sus firmes voluntades.
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Llegó al club babazorro en abril, con un equipo en zona de descenso que acababa de devorar a su segundo entrenador del curso, Abelardo. Una plantilla pobre, sin colmillo en ataque, problemas en defensa y un clima enrarecido tras las tiranteces entre Lucas Pérez y el entrenador. Con ocho de los doce primeros puntos, el equipo cogió otro color. La victoria en Elche de la penúltima jornada fue el golpe sobre la mesa. La lograda unos días después contra el Granada, la certificación de un éxito notable. Todas las partes estaban de acuerdo: Calleja debía seguir. Y, en un club muy poco dado a mirar hacia el futuro en sus vínculos laborales, el técnico renovó por dos temporadas.
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Era el tiempo que necesitaba para su metamorfosis, para convertir al Alavés en un equipo más parecido a lo que él quería que fuese. Algunos fichajes estivales, aunque de un perfil bajo por su procedencia, encajaban con el discurso que ofreció tras anunciarse su renovación. «Creo que va a haber un sello claro y se va a ver desde el principio. No están las prisas que teníamos en estos primeros partidos. Se podrá trabajar todo con más profundidad», aventuró entonces. Pero se topó con la realidad de una plantilla demasiado limitada en lo técnico que no lograba absorber los vastos conceptos tácticos de su pizarra. El trabajo en verano fue incansable -más intenso que el de sus predecesores- pero todavía el proceso marchaba a una velocidad mucho menor de la que exigía el calendario.
Aunque el arranque liguero, pese a la derrota ante el Real Madrid, sí que sugirió cierta mejoría. Pero los zarpazos del Mallorca y el Valencia sepultaron toda percepción en ese sentido. Las cinco derrotas consecutivas del arranque ya mermaron de forma notable su crédito, aunque logró rearmarse para derrotar al Atlético de Madrid y sumar dos triunfos importantes frente al Levante y el Elche. Pero ese Alavés poco se parecía al que el técnico buscaba en verano. Había temas más urgentes que trabajar, como la seguridad defensiva.
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Trayectoria. Calleja llegó a comienzos de abril y en 29 partidos ha sumado 9 triunfos, 6 empates y 14 derrotas.
Proyecto. En verano, el club apostó por renovarlo hasta 2023 con el objetivo de dar continuidad a sus sensaciones.
Irregularidad. En su etapa, el equipo ha mostrado demasiados problemas para marcar y excesiva fragilidad defensiva.
El bajón reciente del equipo, con malos resultados ante otros rivales de similar nivel, volvió a evidenciar unas carencias que parecían desterradas pero que mostraron le involución del equipo. Lo problemas a corregir eran demasiados y han podido con él ocho meses después de su aterrizaje en un club en llamas. En todo este tiempo nunca se ha olvidado del objetivo de que su equipo jugase mejor con la pelota, aunque la metamorfosis se ha quedado a medias.
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