El Alavés ata a Mendilibar y negocia la salida de Calleja

Desde la entidad vitoriana no es posible hacer público el recambio del entrenador hasta el día de Año Nuevo si se quiere reducir al máximo los costes de la ruptura con Calleja. Mientras, todo indica que el preparador con el que se logró la permanencia la pasada temporada estaría dispuesto a mantenerse en el cargo hasta el momento en que se haga pública su marcha. Y todo con la vuelta del equipo al trabajo prevista para mañana y el partido contra la Real Sociedad, que se sitúa en el horizonte cercano del 2 de enero de 2022 en Mendizorroza.

El contrato de Calleja con el Alavés se extendía hasta junio de 2023, con una cláusula de corte que ahora adquiere una importancia capital. Según ha podido atestiguar El CORREO, el club podía rescindir el acuerdo a partir del próximo 1 de enero con un coste menor si el equipo se encontraba en puestos de descenso, como así sucede. Se trata de una opción de corte que permite al Alavés ahorrarse parte importante de una indemnización que, de producirse antes de dicha fecha, le obligaría a abonar de manera íntegra a Calleja su contrato, con la temporada próxima incluida.

Desde las oficinas alavesistas no se ha querido esperar a la hora de abordar la ruptura, pero también se es consciente de la necesidad de mitigar al máximo el coste económico que supone la destitución de Javi Calleja para no comprometer el límite salarial. El Alavés está en la obligación de abordar una serie de incorporaciones durante el mercado de invierno y un despido demasiado caro del entrenador reduciría el dinero disponible. Asumido que no hay vuelta atrás en el divorcio, todo indica que Calleja aspira a embolsarse la integridad de su contrato, con la indemnización máxima posible cuyo coste se dispara si queda sellada antes del 1 de enero.

La ruptura es un hecho, pero su plasmación en negro sobre blanco queda ahora expuesta a una negociación en la que, de momento, las posturas se mantienen divergentes. Por un lado, el Alavés quiere a un acuerdo que permita una suerte de despido en diferido de Calleja, comunicado de manera verbal antes del 1 de enero, pero que tendría membrete con dicha fecha. En este punto, se apela a la sensatez para pactar un adiós sin grandes heridas, especialmente de carácter económico. Mientras, el míster madrileño se mantiene dispuesto a proseguir con su trabajo al frente del equipo albiazul. Se impone el diálogo para evitar el enquistamiento y avanzar hacia una transición lo más sosegada posible.

En cualquier caso, conviene que el remedio llegue con celeridad. La plantilla alavesista vuelve mañana a los entrenamientos y, dado el desencuentro, Calleja seguirá siendo entrenador si no media una solución. La situación resulta chocante y, sobre el papel, retrasa el aterrizaje 'de facto' de José Luis Mendilibar para comenzar a trabajar sin pérdida de tiempo con la plantilla albiazul. La jornada de Año Nuevo marca el límite y el día siguiente será momento para recibir a la Real Sociedad en Mendizorroza.

La jornada de Nochebuena sirvió para precipitar ciertos acontecimientos que comenzaron a fraguarse después de la contundente derrota que encajó el Alavés ante el Villarreal (5-2) el martes. Tras el varapalo en el campo de La Cerámica, la entidad albiazul decidió poner fin a la etapa de Calleja. Lo hizo el un día después del encuentro ante el Villarreal, a través de una comunicación verbal, según ha podido confirmar este periódico. Mientras, se reactivaba un anhelo guardado en el cajón desde hace tiempo: la incorporación de José Luis Mendilibar. Los malos resultados y la merma de confianza entre Calleja y el club activaron una puerta giratoria que, en este momento, no termina de engrasar el mecanismo que acelere el cambio de patrón.

En cualquier caso, el Alavés deja atrás a un técnico que tomó las riendas avanzada la temporada pasada, cuando el peligro del descenso era cercano y después de que el relevo de Abelardo por Pablo Machín no hubiera deparado el efecto deseado. Calleja fue capaz de cerrar heridas en la plantilla y recomponer el rumbo para alcanzar una permanencia por la que fue premiado con una renovación por dos temporadas, con su correspondiente cláusula de corte. Es el acuerdo que en este momento es foco principal de discordia a la hora de cerrar una relación dinamitada por los resultados adversos de un equipo que pide a gritos refuerzos más allá del timonel que lo guíe.