El Alavés se carga otra Copa

Otra Copa rota. Como la temporada pasada. Como hace dos. El Deportivo Alavés se va a quedar sin vajilla en un torneo ilusionante que últimamente parece no ir con los jugadores. El apurado trago ante el amateur Unami fue un aviso. Y el Linares es otra cosa. Clasificación más que merecida del conjunto jienense, muy superior en deseo y también en juego. Porque tan decepcionante desenlace no fue sino el reflejo de lo que ocurrió en el terreno de juego. No fue un resultado circunstancial, qué va. No fue más amplio, de hecho, porque Sivera evitó al final unos guarismos más sonrojantes.

El equipo albiazul derrochó desgana en la primera mitad e incapacidad en la segunda, cuando Javi Calleja tuvo que volver a recurrir a los titulares para tratar de rescatar la Copa del fondo de la impotencia. Ni con esas. Ni con los habituales salvadores Luis Rioja y Joselu en el campo. Un arreón de apenas veinte minutos y poco más. El resto fue una imagen pobrísima, la de un equipo muy frágil en defensa y muy escaso un ataque. La de una plantilla de argumentos limitados que lanza constantes señales de alarma cuando la mirada intenta buscar más allá de las doce/trece piezas útiles que tratan de avanzar entre rachas y trompicones en el campeonato liguero.

Que lo de Linares no tenía buena pinta quedó claro desde el principio. Porque Calleja apostó por un equipo algo más 'titular' que ante el Unami. Con Lejeune -sancionado en Liga-, Toni Moya, Pere Pons y Edgar en el once. Con la novedad de Tirlea, del filial, en el lateral derecho. Y con un mensaje para Miguel de la Fuente, desaparecido en las últimas jornadas ligueras y ausente también en la alineación copera, su hipotético espacio para la reivindicación. Y ese Alavés no fue capaz de agarrar el timón del duelo en ningún momento.

El gol de Etxaniz fue el justo premio para un Linares que salió con más apetencia y más criterio (m. 18). Sin renunciar al balón. Todo lo contrario: lo quería, lo cuidaba. Y generaba inquietud en el área de Sivera. El remate al palo de Pere Pons en un córner fue una anécdota aislada en la portería local (m. 15). Solo tres minutos después el delantero vizcaíno hacía justicia en otro saque de esquina. Mal defendido por el adormilado equipo albiazul. Blando Edgar, inexistente Guidetti. Listo el ariete local.

El fiel reflejo del partido. El de un Alavés destensado, sin demasiadas ganas, que saltó al césped como si fuera sobrado cuando nada más lejos de la realidad. Tampoco contra un rival de Segunda B. Y que no supo reaccionar al golpe. Apenas progresaba con el balón. Enredado en una preocupante carencia de ideas. Un tierno remate de Guidetti y un flojo disparo de Sylla como tímidos primeros avisos. Y un cabezazo desviado de Lejeune como acercamiento más peligroso de la primera mitad. El despertar vitoriano se quedó simplemente en desperezarse. Y el Linares aún fue capaz de crear peligro en una contra rápida poco antes del descanso.

Urgía una reacción y Calleja la buscó en un triple cambio: Manu García, Pellistri y Luis Rioja por Guidetti, Edgar e Iván Martín. Un equipo más aparente y un estilo más reconocible, más cercano a lo que el técnico madrileño usa en Liga, con dos extremos, un punta y tres centrocampista que debían hacerse con el balón. Algo sí cambió. Otro talante y una mayor amenaza ofensiva. Aunque sin muchos frutos cerca de la portería de Nauzet. Fue Sivera el primer portero exigido, en una llegada de Hugo Díaz tras buen pase filtrado de Copete al área (m. 63).

Ya estaba Joselu en el campo. Toda la carne en el asador. Y un chispazo de esperanza en el gol de Sylla, que al menos imprime actitud a sus limitaciones, algo que no pudieron decir todos sus compañeros en Linarejos. Servicio de Luis Rioja, que amagó con volver a liberar a su equipo en Copa, como en Segovia. Pero fue eso, un fogonazo, una mecha que prendió el deseo pero no encendió el juego. Parecía el momento del Alavés, el primer instante del partido en el que se creyó superior, pero quizás en ese impulso de confianza estuvo también su error.

Quiso ir a por el partido a toque de corneta, sin el sentido que sí tenían las acciones de su rival, encantado de aprovechar los espacios que dejaron los vitorianos. Buen pase de Perejón para encontrar a Copete en el área sin oposición alguna de la calamitosas defensa albiazul (m. 72). Demasiado fácil. Otra distracción generalizada echaba por la borda lo poquísimo que había hecho el Alavés. Merecido castigo, por otra parte. Que no fue mayor por las paradas de Sivera. Porque desde el 2-1 los de Calleja ni siquiera inquietaron la portería de Razak, arrastrando su vergüenza por el césped de Linarejos mientras el envalentonado equipo local buscaba la puntilla que en realidad ya habían dado.

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