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La magia de Mendizorroza ya no hechiza a los rivales. O no, al menos, durante el tiempo suficiente para que el Deportivo Alavés logre hincarles el diente y dejarles fuera de combate sin contemplaciones. El fortín vitoriano es ahora una trinchera mal ensamblada que deja ... escapar por sus grietas demasiados puntos. Dos más, contra un Celta al que tuvo a su merced tras adelantarse muy pronto, al que pudo sentenciar pero al que dejó con vida para que pudiera empatar con lo justo un partido de cero a cero saldado con otra igualada insuficiente para acelerar de forma definitiva en la batalla por la permanencia.
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Jon Ander Goitia
Al Alavés le faltaron hambre y una mayor profundidad de banquillo. No fue capaz de detectar el olor a sangre tras ponerse por delante a las primeras de cambio con un inesperado penalti ni tampoco de morder al contraataque en alguno de sus escasos acercamientos. Fue una versión horizontal en exceso, que no encontraba el camino para convertir en verticales sus pases entre centrales y pivotes y encomendado a intentonas individuales comandadas casi en su totalidad por un incansable Carlos Vicente. El Alavés sabía que tenía que tocar el 'rock and roll' que tan bien suena en su caldera, pero acabó poniendo en escena un apacible vals que no pegaba con el escenario.
Si se quedó corto de ímpetu, tampoco ayudó la palpable y preocupante falta de revulsivos desde un banquillo menguante. La imagen en el tramo final fue lo suficientemente elocuente para convertir en urgente la necesidad de sumar algún jugador que supla a los tres extremos que han dejado el equipo en el mercado. A falta de diez minutos, con el Alavés atascado en su búsqueda del segundo gol, en el banquillo había dos porteros –Adrián y Swiderski, del filial–, cuatro centrales –Sedlar, Pica, Garcés y Mouriño– un lateral derecho –Novoa–, un centrocampista del segundo equipo –Doumbia– y solo un perfil de ataque, Toni Martínez. Coudet apostó por sacar al delantero. Antes había dado entrada a sus otros dos jugadores ofensivos, Villalibre y Carlos Martín, ambos por dos discretos Benavídez y Conechny.
Por eso, el punto sabe más a oportunidad perdida que a un empate suficiente para mantener la distancia con el descenso. De la misma forma, algunos de los datos positivos contrastan con su reverso negativo. Conceder cinco tiros al rival, dos de ellos entre los tres palos, es un buen balance –aunque el equipo siga sin celebrar una portería a cero–, pero languidece al lado de la estadística albiazul: apenas tres disparos y solo uno de ellos entre los tres palos. Avances insuficientes y otro contratiempo. Abqar vio la décima amarilla de la temporada y no estará este domingo contra el Barcelona.
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