Liberación albiazul. El Deportivo Alavés se rebeló contra sus circunstancias para resucitar de la manera más inesperada. En fondo y en forma. Ante el campeón y con una insólita solidez que Javi Calleja encontró en una insospechada defensa de cinco. Victoria de entrenador. Y de grupo, liderado por un inconmensurable Víctor Laguardia que marcó el gol nada más empezar y comandó la vigorosa resistencia que proporcionó a los albiazules tres puntos de oro cuando más los necesitaban. El conjunto vitoriano fue una roca. Ahí empieza todo. Y no es ninguna traición al manual de su técnico, sino una adaptación al medio que por fin, después de varias revoluciones en el once, le dio resultados. Poco se le puede achacar en este sentido a un entrenador que ha sacudido el árbol hasta hallar los frutos.
Y qué bien saben. Tres puntazos que deben servir de trampolín a un equipo que se demostró a sí mismo, y a los demás, que puede competir, aunque sea de una manera diferente. La anhelada inflexión numérica y anímica que necesitaba este Alavés. Con el comodín del público. Entregadísima la afición a una causa, la albiazul, que no entiende de rendiciones. Porque la grada también juega, sí, y la de Mendizorroza lo hace muy bien.
Alavés
Pacheco; Martín, Laguardia, Miazga, Duarte (Tachi, 78'); Ximo Navarro, Loum, Toni Moya (Pina, 78'), Luis Rioja (Saúl, 86'), Sylla (Joselu, 60') y De la Fuente (Pellistri, 60').
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Atlético de Madrid
Oblak; Trippier (Matheus Cunha, 59'), Savic, Felipe, Hermoso (Herrera, 61'), Carrasco (Lodi, 59'); Llorente (Vrsaljko, 73'), Kondogbia (Correa, 59'), De Paul; Griezmann y Luis Suárez.
GOL. 1-0, Laguardia (minuto 4).
ÁRBITRO. Mateu Lahoz (Comité Valeciano). Amonestó a Savic (Min.16), Silla (Min.30), Loum (Min.35), Trippier (Min.53), Kondogbia (Min.54).
INCIDENCIAS. Partido disputado en Mendizorroza ante 9.836 espectadores.
Y eso que la primera impresión fue un tanto extraña. Un once que de inicio olía a intento desesperado por dar con una tecla que sonara. Sin Joselu. Con Ximo como tercer central. Con un sistema versátil que mutaba según transcurría el juego para ajustarse a un adversario de piezas dinámicas como el Atlético. Defensa adelantada, Rioja por dentro, Miguel por fuera... Se trataba de igualar la fortaleza interior del conjunto rojiblanco. La solidez y el orden como premisas básicas para poner al conjunto colchonero frente a su espejo. Y la tecla sonó.
El Alavés afinó a balón parado, una herramienta que tampoco había funcionado antes. Córner que bota Rubén Duarte y certero cabezazo a la red de Víctor Laguardia (m. 4). Tremendo el maño, el líder de sus mejores tiempos. Inexpugnable en ese ejercicio de supervivencia de hora y media que le quedaba por delante al equipo babazorro. Ordenado, sólido, muy coherente en esa zaga de cinco. Le costaba tener el balón, pero funcionaba en su misión principal de aguantar e incomodar a un Atlético que no encontraba las vías para llegar con claridad al área de Pacheco. Un tiro desviado de Llorente fue la única producción ofensiva del equipo del Cholo Simeone en la primera mitad. El de Calleja lo buscó de nuevo a balón parado –remate impreciso de Sylla–, pero el duelo llegó al descanso enredado en ese laberinto táctico que no deparaba ocasiones en ninguna de las dos porterías.
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El plan estaba funcionando, pero todavía quedaba mucho. Mucho que aguantar. Mucho que resistir. Que el de enfrente, aunque no estuviera especialmente en los metros decisivos, era el actual campeón de Liga. Inocuo Suárez y desaparecido Griezmann. Con el correspondiente mérito del bloque albiazul, claro. Muy bien Martín. Poderoso por arriba Miazga. Notable en la contención final Loum. Muy solvente Toni Moya en la batalla del centro del campo. Fue una gran actuación coral.
El Alavés empezó más atrás la segunda mitad. Lo esperado, lo que demandaba la inercia del partido y la calidad superior de un rival obligado a dar un paso adelante. Y Laguardia volvió a resultar providencial al sacar un balón sobre la línea en una falta lateral (m. 52). Pero el tesón de Luis Rioja desahogaba por momentos a los albiazules y Loum tuvo una ocasión clarísima para ganar tranquilidad (m. 56). El conjunto vitoriano, sobre todo, resistía, pero también asomaba de vez en cuando para recordarle al Atlético que enfrente había un rival con un deseo desorbitado que proponía algo más que orden y firmeza defensiva.
El Cholo buscó remover el duelo con un triple cambio y fue Correa el que desempeñó el papel de agitador. Pacheco tuvo que emerger para frenar al argentino (m. 58) y Ximo apareció de manera oportuna para despejar un peligroso balón que cruzaba el área en busca de rematador. Tocaba sufrir, pero con ventaja en el marcador se sufre diferente. Sabe mejor. Aunque Tomás Pina pudo evitar ese sufrimiento en una ocasión inmejorable que una gran acción de Luis Rioja le brindó en el corazón del área (m. 86). Merecidísima la ovación que Mendizorroza dispensó al extremo andaluz, que encarna como nadie el espíritu que debe tener este equipo.
Un envenenado centro-chut de Vrsaljko en el minuto 90 elevó las pulsaciones de esa bendita agonía y los cuatro minutos de descuento se hicieron demasiado largos, sobre todo esos segundos de suspense que creó el VAR en el área alavesista. Pero nada cambió al final. O cambió todo. Porque la redención albiazul se escuchó en todos los estadios de la Liga. El Alavés ya ha llegado al campeonato y lo ha hecho a su manera, fiel a esa historia de sufridor, aferrado más a la raza que al balón y con ese punto de épica que tan bien les queda al Glorioso y su leal hinchada.
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