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Paco Rabanne vivía retirado en la Bretaña francesa. AGENCIAS

Muere el diseñador vasco Paco Rabanne a los 88 años

Hijo de una jefa de costura de Cristóbal Balenciaga, elevó la moda a arte del siglo XX con sus vestidos de plástico, metal y cuero

abraham de amézaga

Viernes, 3 de febrero 2023, 17:11

El diseñador vasco Paco Rabanne ha fallecido este viernes a los 88 años de edad en su casa de Portsall en Francia. Famoso por sus creaciones textiles, el guipuzcoano, cuyo nombre real era Francisco Rabaneda Cuervo, fue Premio Nacional de Diseño de Moda en 2010. ... Rabanne vivía retirado del oficio y, de alguna manera, del mundo. Siempre reconoció tener recuerdos un tanto borrosos de sus primeros años, muy dispersos. Recuerdos de guerra, de dolor.

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Nació en Pasaia en 1934. Hijo de un coronel republicano que fue capturado y asesinado en Santoña en 1939, huyó con su familia a Francia, instalándose primero en Morlaix (Bretaña) y más tarde en Sables d'Olonne. Su madre, comprometida socialista, había sido costurera de Balenciaga en San Sebastián y «la primera en llevar en los años 20 un vestido de Paul Poiret sin corsé y el pelo corto, por lo que la detuvieron», como recordaba su hijo a finales de la década de los 70 a la televisión gala.

Rabanne, en Santoña, en un homenaje a su padre, fusilado en la localidad cántabra en 1999. E. Cobo

Relacionado desde muy pequeño con la moda, se percibirán ciertas formas del maestro de Getaria en sus primeros diseños, los que le publicó en 1959 la revista Women's Wear Daily. Es una época en la que para subsistir y pagarse sus estudios de Arquitectura en París, comienza diseñando accesorios, además de para Balenciaga, para casas como Dior o Givenchy.

En los años 60, donde toda ruptura fue bienvenida, se lanzó con su colección-manifiesto de 12 vestidos inllevables en materiales contemporáneos, que presentó en el Hotel George V, de la capital gala, justo en la misma avenida en la que estaba el cuartel general de Cristóbal Balenciaga. Estaban hechos con discos y placas de plástico. «Más que un costurero, me considero un artesano, alguien que trabaja con sus manos», explicaba en el cénit de su gloria.

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El modisto, con una de sus icónicas creaciones en el Museo Guggenheim en 1998. bernardo corral

Su moda, más que futurista, habla de su época, la de un inconformista que ya apuntaba maneras; un visionario que ya vislumbraba el siglo XXI antes de 1965, cuando creó su marca. Fue crítico con sus colegas al decir que no se inspiran en el momento que les tocó vivir, sino en el pasado, que eso es aportar nada. «La moda es esencialmente profética», afirmó en la década siguiente quien nunca le interesó hacer colecciones de temporada pensadas en un público.

Alicates en vez de agujas

Apostó por el metal, por vestidos que hacía con alicates, «para que las mujeres se protejan de las agresiones que se multiplican», creando algunos que alcanzaban los 8 kilos de peso, y hasta en oro y diamantes, en cierta ocasión. También llegó a lanzar propuestas en papel a 20 francos; de usar y tirar. La cantante Françoise Hardy fue su mejor embajadora, a quien vistió en sus diversas actuaciones. En la gran pantalla, lo hizo con Audrey Hepburn en 'Dos en la carretera' (1967), y con Jane Fonda en 'Barbarella' (1968).

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Rabanne, durante una entrevista, en su taller de París.

Rabanne afirmó que su encuentro con los Puig, uno de los grandes grupos del lujo en la actualidad, que tiene su base en Barcelona, estaba de algún modo predestinad. Su alianza dio como fruto fragancias con el nombre del modisto muy bien recibido en el mercado. En 1987, el grupo barcelonés se quedó con la marca. «Soy un empleado de los Puig», repitió a partir de entonces.

En cada una de sus apariciones públicas, lo vimos vestido de negro o gris oscuro, con cuello mao; un diseñador que nunca contrató a modelos conocidas para sus desfiles, que eran auténticos espectáculos, por sus propuestas, y en los que fue el primero en acompañarlos de música. Hace más de dos décadas, los Puig decidieron poner fin a sus colecciones de alta costura. Y Rabanne se jubiló. Poco antes, en 1998, el atrio del Museo Guggenheim de Bilbao había sido el escenario de un desfile suyo: el mejor marco para el «metalúrgico», como lo llamaba Gabrielle Chanel.

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Rabanne con Carolina Herrera durante su desfile en el Guggenheim en 1998. TELEPRESS

El meteorito de 1999

Paralelamente, este gran creyente en la reencarnación y el más allá, dispuesto siempre a dar entrevistas, desarrolló a partir de los 90 una carrera en la literatura, con la publicación de varios libros, desde el exitoso 'Trajectoire' (1991), a 'Feu du ciel' (1999), donde aseguraba que un meteorito caería en agosto de ese año sobre París, incendiando parte de la ciudad. Afortunadamente, nada ocurrió, pero le valió multitud de críticas, así como un cierto rechazo hasta de muchos de sus admiradores.

En 2003 se mostró interés institucional por construir un museo en Pasaia, de 40.000 metros cuadrados, y hasta se creó una maqueta. Una lástima que se quedara en mero proyecto. Tanto Balenciaga como Rabanne son los diseñadores del terreno de la moda más universales que han dado hasta la fecha el País Vasco y España entera. El primero hace más de cuatro décadas que se fue de este mundo, mientras el segundo ha fallecido este viernes frente al mar.

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Presentación de la maqueta de su museo en Pasaia, que no llegó a materializarse. Era 2007.
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