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Generar expectación es un arte en la tele de hoy en día y no cabe duda de que Cristina Pedroche hace gala de este talento. Antes nos preocupaba si el comunicador o comunicadora de turno se equivocaba en los cuartos o las propias campanadas, los errores han protagonizado las Nocheviejas más recordadas, pero desde hace unos años interesa más el atuendo de la Pedroche. Y la joven, pizpireta como ninguna y sabedora del entusiasmo que provoca su vestido, rentabiliza este aliciente al máximo. Este año hasta se ha paseado desnuda (o con ropa interior color carne) y pixelada por la Puerta del Sol el día anterior para tratar de generar aún más share.
Llegado el día, la presentadora volvió a sorprender. Primero apareció con lo que parecía una gargantilla metálica muy étnica, unos guantes mitones de cuero sin dedos y una supuesta capa negra hasta el cuello que ocultaba completamente el vestido. «Parece Drácula», comentaban los más sarcásticos en las redes. A su lado, Chicote iba con el clásico esmoquin, muy elegante. Y llegado el momento descubrió el secreto. El traje era una escultura hecha con fibra de vidrio reciclada y terminada artesanalmente con pan de oro de Jacinto de Manuel. Parece Afrodita A, argumentaban los veteranos más chistosos. «La novia de C3PO», comentaban los más galácticos. «Parezco un Oscar», decía ella tan sonriente como siempre.
En la pública, Anne Igartiburu y Roberto Leal optaron por lo clásico, tendencia que sigue funcionando. Anne iba muy guapa con un vestido de sirena color carmín con escote palabra de honor y mucho brillo, diseño de Lorenzo Caprile. Con moño acabado en coleta doble. Él no arriesgó: esmoquin.
Telecinco optó por alejarse del centro de la capital de España y marcharse a Guadalupe, elegido como el pueblo más bonito de España. El municipio, de menos de 2.000 habitantes, fue testigo del desmadre de Paz Padilla, dispuesta a ganar adeptos a la causa a través de la comedia. No faltó ni La Chusa, el personaje que la humorista encarna en la exitosa 'La que se avecina'. Había que utilizar todos los cañones y así se hizo. Padilla prometió liarla y lo hizo. «Me voy a equivocar más que nunca», anunciaba la actriz a bombo y platillo horas antes de la mágica cita, aludiendo quizá a los errores que antaño atraían al personal. Ya en las campanadas propiamente dichas de Paz destacaba su descomunal moño. Además llevaba un vestido blanco con capa de Alejandro De Miguel, al que añadió unas alas de plumas, en plan vedette. Y Jesús Vázquez, ¿se imaginan? Otro esmoquin. Mucho se criticaba la capa de Ramontxu, pero por lo menos era diferente.
La Sexta prefirió quedarse al margen de la guerra mediática a sabiendas de que la batalla estaba perdida, y con todo Iñaki López y Cristina Pardo supieron dignificar la retransmisión con sobriedad y complicidad con el espectador.
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