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La máquina para tatuar no baja el ritmo en 'Petra', el estudio que regenta Mikel Beizama, situado en la calle Fika de Santutxu. Personas de todas las edades se acercan cada día al salón para que Mihail -su alias en este mundillo- les grabe ... en la piel obras que representan animales, personajes reales o mitológicos. Los clientes aprecian su estilo concreto: «Mis tatuajes están inspirados en los grabados antiguos, que se realizaban con pequeñas líneas». Pero desde que este joven de 38 años se volcó en este oficio, hace más de cinco años, sus dibujos también protagonizan las camisetas y sudaderas que diseña y después vende. Los grabados y estas prendas van unidos en su proyecto más personal. «Los dibujos son composiciones que hago con el mismo estilo que los tatuajes. Es una manera de expandir mis obras, pese a que los clientes de estos diseños no quieran grabarse la piel», explica. Unas distintivas prendas que triunfan en todo el mundo: hasta en lugares tan lejanos como Australia o Japón.
En la infancia, Mikel no se sentía atraído por los tatuajes. En Zarautz, donde nació, no solía ver a mucha gente con la piel grabada. Pero creció y comenzó a tocar la batería y la guitarra en diferentes grupos de música y a organizar conciertos. «A estos eventos venían muchos americanos, es cuando empecé a fijarme en los tatuajes y otro tipo de culturas», cuenta. Eso sí, no dio sus primeros pasos en el mundillo hasta los 27 años. «Me había trasladado a Bilbao y trabajaba en un bar. Yo ya tenía los brazos llenos de tatuajes y un día me compré una máquina. Entonces, empecé a dibujar y a tatuar todo lo que podía, en el poco tiempo libre que tenía», cuenta. En aquellos inicios, los amigos de Mikel fueron sus «conejillos de indias»; y hasta su padre terminó con una creación suya en el brazo. Al cumplir los 30, decidió dejar su trabajo en el bar para abrir su propio estudio. «Aposté por este proyecto a lo loco. En verdad, siempre había tenido la inquietud de que la gente viera mis creaciones», indica.
Así nació en julio del 2015 'Petra', estudio en el que también tatúan otros dos artistas: Ivan Apodaka -The Cold- y Enara Bravo -Rudah and Poke-. «Cada uno tenemos un estilo diferente. Enara, por ejemplo, graba punto a punto, sin máquina», explica Mikel. Por las tardes, el salón funciona con cita previa, para que los clientes puedan concretar con los creativos los tatuajes que se quieren hacer. «Los coleccionan como quién va a un concierto», añade. Por las mañanas, sin embargo, todo el que desee puede adentrarse libremente en el local para ojear los diseños que ofrecen en el catálogo o 'flashes', como se denominan en la jerga del gremio; o para adquirir la colección de ropa que diseña Mikel. Desde los inicios, las redes sociales forman parte fundamental del proyecto. A través de su cuenta de Instagram y Facebook, estos artistas muestran los tatuajes de autor que graban en la piel de sus clientes. «En general, están diseñados para esa persona en concreto. Nos dicen qué quieren que dibujemos y se lo hacemos», precisa.
La colección de camisetas y sudaderas unisex que muestran algunos de los tatuajes de Mikel, está compuesta por siete diseños, disponibles también a través de la página web del estudio y con un precio que va desde los 20 euros hasta los 30. El artista dibuja a lápiz y después los tatuajes se serigrafían en un pequeño taller de Astrabudua. «Voy añadiendo modelos de forma puntual y cuando se venden, hago otros», explica. Es curioso, pero muchas veces primero se llevan la camiseta y después se hacen el tatuaje. Es el caso de un turista londinense que adquirió primero una prenda del estudio en el mercado 2 de Mayo, donde pusieron un puesto, y después se acercó al salón para que Mikel grabara en su piel una de sus particulares creaciones.
Su pequeño estudio de tatuajes, en el que se han grabado más de 500 obras desde que abrió sus puertas, se ha convertido también en centro cultural. En él, cada dos meses se pueden ver diferentes exposiciones de artistas, como la de la fotógrafa Helena Goñi o la de Andoni de la Cruz, cantante del grupo Vulk. Además, en el espacio se han impartido dos charlas de filosofía y se han organizado entretenidas jornadas con música en directo. «La pandemia no le ha pasado factura al negocio, pero sí que hemos tenido que parar este tipo de eventos. Tenemos muchas ganas de retomarlos», cuenta.
La Covid-19 también frenó parte de los planes de Mikel. «Suelo viajar para tatuar. En julio, me iba a ir a Londres para trabajar unas semanas en un estudio, y tampoco he podido ir a Zürich», lamenta. Por el momento, su sitio está aquí, en Bilbao y en su estudio de Santutxu, junto a sus fieles clientes y estas prendas que reflejan su estilo a la hora de tatuar. Hoy, la única manera de que sus obras lleguen al mundo entero es a través de su original colección de camisetas y sudaderas. Pero cuando todo pase, promete seguir dando guerra...y mucha tinta.
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