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Sus creaciones son pura fantasía, pequeñas obras de arte efímeras en unos pocos centímetros. La vitoriana Marta Gutiérrez ha convertido una pasión en su oficio y hace algunas de las uñas más originales de la capital alavesa. Entre sus diseños hay personajes de Disney como Minnie Mouse o Maléfica, protagonistas de películas como Avatar, Alicia en el País de las Maravillas, Elemental, El Grinch… o iconos como Frida Kahlo o Marilyn Monroe.
«Desde los tres años me pintaba las uñas yo solita, es algo que siempre me ha gustado», cuenta Marta echando la vista atrás. Desde los 16 años ha trabajado en centros de estética, como maquilladora, haciendo 'body painting', realiza tatuajes... «me encanta el arte», confiesa. Pero hace casi una década se centró en las uñas y ahora trabaja como manicurista autónoma en una habitación que ha acondicionado exclusivamente para ello en su hogar.
El dibujo ha sido desde siempre una de sus principales aficiones, ahora «hago lo mismo pero trasladado a una uña». Y la sensación que le produce es de relajación, «es lo único con lo que tengo paciencia, me relaja muchísimo», asegura esta vitoriana de 32 años que además de diseños de dibujos animados, ficción y personajes famosos también reproduce en las manos de sus clientas los retratos de sus mascotas de manera hiperrealista. «He hecho perros, gatos… en muchas ocasiones son mascotas fallecidas de las que las dueñas quieren tener un recuerdo».
Las dos manos completas con dibujos del universo Disney le pueden llevar entre 7 y 8 horas. Pero en el caso de trabajos más delicados como Maléfica o Jason Momoa en Aquaman puede invertir hasta 12 horas hasta dar con el resultado ideal. Su formación ha sido fundamentalmente 'online' y en un futuro su intención pasa por poder impartir clases o incluso abrir una escuela. De momento, recibe clientas de Haro, Mondragón, Miranda o Bilbao. ¿Y en cuanto al perfil? «Tengo desde niñas de 8 años a mujeres de 87 que se atreven con diseños de lo más atrevido», revela Marta.
Y eso en una ciudad como Vitoria, que si por algo se distingue es por la sobriedad imperante. «Eso está cambiando. Con las uñas, que es lo que a mi me toca, la gente cada vez se atreve más. Sobre todo gracias al impulso de las redes sociales. Y también tengo clientes hombres, que simplemente quieren llevar las manos hechas o también los hay que me piden algún dibujo sencillo», desliza la manicurista, que advierte sobre el peligro que suponen los salones 'low cost' no profesionales.
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