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La catedral de Notre Dame le debe parte de su fama internacional a Víctor Hugo. En su obra 'Nuestra Señora de París', publicada en 1831 y que cuenta la desdichada historia de Esmeralda y el jorobado 'Quasimodo', el novelista francés incluyó en ... la trama un incendio que devoraba el emblemático templo; episodio que, tras lo ocurrido esta semana parece premonitorio. Con 'Quasimodo' como gran protagonista de la historia -en la que describía con grandes dosis de fantasía cómo era el mantenimiento del campanario en el siglo XV-, el poeta y dramaturgo dignificó el singular edificio más allá de su dimensión religiosa. El autor quiso llamar la atención de sus coetáneos, al quejarse amargamente del abandono que sufrían las iglesias medievales por parte de aquella sociedad. En su popular obra, se incluía también una mención a Vitoria.
Son mayoría quienes consideran que nadie ha descrito la belleza gótica de la capital alavesa como lo hizo el escritor romántico en uno de los capítulos de la obra. Corrían los primeros años del siglo XIX cuando el distrito más antiguo de la capital alavesa enamoró a este referente de las letras francesas. Hugo tenía nueve años cuando visitó la Vitoria amurallada y única, de casas antiguas, con torres y portalones. Treinta años después regresó buscando los recuerdos de su niñez. Algunos los encontró, otros no, pero la mayoría le inspiraron líneas para algunas de sus creaciones. Así fue cómo describió la perfección medieval de la almendra vitoriana que, a su juicio, sólo era comparable con cuatro o cinco urbes europeas como la propia París, Nordhansen, Vitré y Nuremberg. Una circunstancia que otorgaba a Vitoria un valor excepcional, al haber conservado en su núcleo fundacional la identidad medieval y gótica que tanto elogió el ilustre visitante, autor de 'Los Miserables'.
«Era, en efecto, cuando, después de haber buscado a tientas durante mucho tiempo en la tenebrosa espiral que perfora perpendicularmente la espesa muralla de los campanarios, uno desembocaba en una de las dos altas plataformas, inundadas de luz y de aire, era un bello cuadro el que se desplegaba a la vez por todas partes ante vuestros ojos; un espectáculo 'sui generis' del que pueden con facilidad hacerse una idea aquellos de nuestros lectores que hayan tenido la dicha de ver una ciudad gótica entera, completa, homogénea, como quedan todavía algunas, Nuremberg en Baviera, Vitoria en España; o incluso muestras más pequeñas, si es que están bien conservadas, Vitré en Bretaña, Nordhausen en Prusia», elogiaba el autor.
En ese viaje, Hugo también se fijó en la catedral de Santa María, que durante siglos ha sido motivo de inspiración artística y literaria, y que el martes tañó sus campanas como muestra de apoyo a Notre Dame.
Al margen de su mención en 'Nuestra Señora de París', el escritor francés también citó Vitoria, esta vez en verso, en otro de sus libros: 'Mon enfance. Nouvelles odes' (1823): «España me mostraba sus conventos, sus castillos antiguos/Burgos su catedral de agujas góticas/Irún sus tejados de madera/Vitoria sus torres/Y tú, Valladolid, tus palacios nobles/Orgullosos de dejar herrumbrarlas cadenas en sus patios».
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