![El gallo que renació de las cenizas](https://s3.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/201904/17/media/cortadas/gallo-kYqB-U701204622555MZD-624x685@El%20Correo.jpg)
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PAULA ROSAS
Corresponsal. París
Miércoles, 17 de abril 2019, 20:23
Era el 'pararrayos espiritual' de Notre Dame. El gallo, símbolo de Francia, que velaba desde las alturas de la aguja de la catedral por los feligreses, se hundió, impotente, el pasado lunes hasta las entrañas del templo. Había pocas esperanzas de recuperarlo y ... los restauradores estaban convencidos de que se habría fundido durante el incendio. Pero como el Ave Fénix que renace de sus cenizas, el gallo ha sido encontrado entre los escombros de la catedral. Abollado, eso sí. Pero recuperable.
El ministerio de Cultura ha confirmado la información que adelantaba en Twitter, eufórico, el presidente de la federación francesa de constructores. «Está abollado, pero parece restaurable. Como está hundido no hemos podido aún verificar si las reliquias siguen dentro», señalaron desde el ministerio al diario 'Le Parisien'. El gallo no solo decoraba la flecha, sino que servía asimismo de relicario y albergaba un trozo de la corona de espinas que los romanos pusieron a Jesucristo, así como reliquias de Santa Genoveva y San Denis.
Apenas una hora después de que se iniciara el incendio, la aguja del siglo XIX obra de Eugène Viollet-le Duc, que se había convertido en una auténtica antorcha de 93 metros, se desplomaba sobre la nave central de la catedral, una imagen que los franceses llevarán grabada en su memoria durante mucho tiempo. Por suerte, «durante la caída el gallo se desprendió y cayó en un buen sitio, sobre una de las naves laterales, quizás sobre el adarve, en cualquier caso fuera del foco del incendio», aseguran desde Cultura.
El feliz descubrimiento lo hizo Philippe Villeneuve, el arquitecto jefe de las obras de restauración de Notre Dame, según han confirmado a este diario desde su oficina, y que no se ha separado del templo desde la noche del incendio. Las imágenes que se han compartido en las redes sociales del gallo muestran la escultura, reverdecida por el paso del tiempo y la intemperie, con su pico abierto y sus alas desplegadas, una de ellas aplastada por la caída.
Tras la construcción de la aguja, inaugurada en 1859, fue el cardenal Verdier, arzobispo de París, quien decidió colocar las reliquias santas en el interior del gallo el 25 de octubre de 1935 para proteger a los parisinos, a modo de «pararrayos espiritual». De momento no ha podido verificarse si los vestigios, de gran importancia religiosa, permanecen dentro y, en ese caso, si han sufrido daños.
El ave, modelado en cobre repujado, se unirá probablemente a las esculturas de los doce apóstoles y los cuatro evangelistas que habían sido desmontadas la semana pasada y que están siendo restauradas en Borgoña por la empresa Socra. Su presidente, Patrick Palem, que se esperaba lo peor, celebraba este miércoles la noticia de la recuperación del gallo en el canal de televisión BFM. «No sabemos aún en qué estado se encuentra, pero es muy simbólico».
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