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Antonio Rivera - Catedrático de Historia Contemporánea
Ramón Rabanera - Exdiputado general de Álava
El periódico les ha citado a las diez en punto de la mañana del martes a la entrada del Palacio Augustin, señorial y hasta excesivo en el entorno hermoso de La Senda. Ramón Rabanera, único diputado general que ha cumplido dos mandatos, ... aparece casi diez minutos antes de la hora con una americana verde sobre una camisa de cuadros menudos. Madruga habitualmente, se atraca de diarios y antes del mediodía ya ha caminado por los Montes de Vitoria. Luego llega Antonio Rivera, catedrático de Historia Contemporánea en la UPV, exvicerrector del campus alavés, parlamentario vasco (2005-2009) como independiente en las filas del PSE y segundo de a bordo en la consejería de Educación (2009-2012). El hombre que sonó en la quiniela como líder municipal socialista cuando gobernó Patxi Lazcoz. Rabanera, 'padre' de la camada de políticos populares (Alonso, Maroto, Oyarzábal, De Andrés) y bruñidor de acuerdos con socialistas y jeltzales en el Palacio de Provincia (1999-2007) se lo espeta a la cara: «Antonio, hubieras sido un buen alcalde».
Centro desorientado
- Venían ustedes hablando de que el Ensanche se muere y de una nueva realidad vital en barrios alejados del centro urbano...
- Antonio Rivera: Durante el largo episodio de Cuerda vivimos un poco al margen de esa realidad que nos acosaba y que hemos acabado llamando globalización. Yo creo que Cuerda la preservó hasta el final del siglo XX para que no nos afectara la irrupción de las grandes superficies y por la permanencia del comercio local. Era la ciudad vista como una gran familia. Y sin haber terminado Lakua, ese superbarrio de nada menos que 50.000 habitantes, se nos ocurrió abrir otros dos a Este y Oeste concebidos para otras 25.000 personas cada uno. Y eso ha acabado por estrangular la ciudad. Las dimensiones físicas de Vitoria son ciclópeas y nos damos cuenta cuando cae una nevada y la ciudad se colapsa.
- Ramón Rabanera: Cuerda fue un gran alcalde en muchas cosas. El prototipo de vitoriano desde el punto de vista de hacer una ciudad-estado con unas magníficas infraestructuras como los centros cívicos y los parques, pero una ciudad muy aislada donde el trato entre las personas se ha hecho difícil. Yo comparto con urbanistas que las grandes avenidas hacen que el ciudadano se aísle. Y por otra parte, aquí lo único que llegan son franquicias, el comercio que había está desapareciendo. La calle Dato era el primer escaparate que se encontraba alguien cuando llegaba en tren y tenía una vida social intensa.
- A. R.: Ese salón de estar de Vitoria era muy engañoso porque pensábamos que eso era la ciudad. El VTV en el salón de estar de Dato no piensa que hay 50.000 habitantes en Lakua y casi otros tantos entre Salburua y Zabalgana. La vieja Vitoria, que ahora está muy doliente y tiene casi una vindicación regeneracionista, se ha quedado descolocada porque no entiende en absoluto qué se vive en esos nuevos barrios.
- R. R.: Pero eso no ocurre en ciudades próximas como Bilbao, San Sebastián o la misma Burgos. Hace treinta años había una intensidad social en Vitoria muchísimo mayor que en Burgos y en este momento se produce el hecho contrario. Hombre, también es cierto que los alaveses somos muy especialitos.
- A. R.: Estamos en el Palacio de Bellas Artes, una muestra más de esa arquitectura exhibicionista que caracterizó a Vitoria a finales del XIX y principios del XX. Los más ricos de los ricos, para distinguirse y hacer demostración, salen de la ciudad a estas mansiones A eso se le llama autosegregación. Y a finales del XX pasó lo mismo. Cuando vas hacia Armentia tienes otra muestra más de esa segregación voluntaria de gente que dejó de vivir en el centro para ir a esos chalés que parecen un campeonato de arquitectura moderna. Y también está pasando, a distintos niveles, en Aretxabaleta o los entornos más o menos apaciblemente rurales. Las ciudades son como un donut con un agujero negro en el medio.
Más vida que el tren
- Hecho el diagnóstico, ¿se atreven con la cirugía?
- R. R.: Lo primero que necesitamos es ilusión y que nos pongamos de acuerdo. Bilbao ha sido un ejemplo de acuerdos entre la clase política para el desarrollo cultural y social, para las infraestructuras… Mientras que en Vitoria siempre hemos sido muy complicados. En el Ayuntamiento y entre los propios ciudadanos. Se va a arreglar una plaza e inmediatamente se organiza un plataforma que la forman tres o cuatro señores que se sentaban allí y forman un pollo de mucho cuidado, con lo cual la clase política se asusta. Lo que necesitamos es saber adónde ir, ¿no? Todo lo fiamos a que va a venir el famoso tren de alta velocidad y yo me digo 'bueno, habrá más vida que el tren'.
- A. R.: Ramón, tú hablas de dos ciudades muy diferentes y está mal que nos comparemos porque Bilbao juega en otra Liga. Bilbao es una ciudad magníficamente entrenada a vivir crisis finiseculares y salir de ellas de una manera muy airosa. De la de 2008 es la ciudad vasca que mejor ha salido. Allí hay una percepción clara de que todo depende de la acción humana y yo creo que en Vitoria estamos un poco en las antípodas. Nuestra ciudad magnífica que todavía seguimos teniendo es el resultado de una serie de decisiones que se tomaron allá por los años 50 y 60 que, como quedan en mitad del franquismo, no queremos ni recordar cómo sucedió aquello, de tal suerte que al final acabamos teniendo una percepción un poco fatal de la existencia. Cayó sobre nosotros el progreso, cayó sobre nosotros el bienestar. Falta en Vitoria la percepción de sectores que yo llamo élites, y creo que es un buen término, que consideren que lo que vaya a ser la ciudad dentro de veinticinco años es lo que ellos van a hacer o dejar de hacer hoy. Eso en Bilbao lo tienen clarísimo y aquí discutimos hasta la extenuación. Uno es el escarabajo pelotero, quizás nosotros, y el otro es la abeja, ¿no?
- R. R.: Claro, tenemos que hacer un proyecto de ciudad de aquí a veinticinco años.
- A. R.: Las dos últimas corporaciones locales se han ido en el vacío. La última del Partido Popular tuvo tanta crispación en el mandato de Maroto que aquello se fue en la nada. Y esta última legislatura municipal va a pasar a la historia como la nada más absoluta. Yo creo que en los últimos años la ciudad, y por ende la provincia, han perdido ese entusiasmo…
- R. R.: Sin lugar a dudas.
- A. R.: Que sí ha habido en otros momentos. Hemos pasado de la especulación de hacer el palacio de la ópera más grande, más importante y más moderno del mundo a seguir teniendo un teatro donde la gente con problemas de espalda no puede acudir a ver una obra.
Universidad invisible
- R. R.: Yo pediría a los estamentos políticos y también a las élites culturales…
- A. R.: Sí, sí, sin duda, claro.
-R. R.:… Yo a la Universidad, de la que tú formas parte, la veo muy poco presente en Vitoria.
- A. R.: Pero si te doy la razón.
- R. R.: No la veo presente. Y debemos intentar que la Universidad, que es el centro cultural más importante, esté en la vida cotidiana.
- A. R.: Tienes toda la razón del mundo. En la Universidad hay mucho miedo a exponerse en el ágora pública porque es ahí donde le pueden sacar los colores, donde le pueden cuestionar su autoridad y esa jerarquía de la que presume. Ha habido más voluntad por parte de determinados sectores políticos por acercarse a la Universidad que de la Universidad hacia el territorio.
- R. R.: Es que el alavés siempre ha sido 'egoistorro'. Muy conservador. Cuando hablas de Bilbao… Bilbao siempre ha sido una ciudad liberal. Cosa que Vitoria no lo ha sido tanto.
-A. R.: No, no lo ha sido casi nunca.
Sin proyecto de ciudad
- ¿No atisban un proyecto de ciudad?
- R. R.: Es que al que se eligió como alcalde de Vitoria hace tres años no tenía un proyecto para la ciudad. Entre otras cosas porque no creía que iba a salir alcalde.
- A. R.: Bueno, fue el único que perdió las elecciones ese día.
- R. R.: Claro. Y cuando llegas a una institución, por lo menos debes de tener una ilusión por tu proyecto. Otra cosa es que luego no lo puedas llevar a cabo. Y nos hemos encontrado con este Gobierno incapaz de sacar nada. Es que en cuatro años no ha habido ni un cambio. La Plaza de Santa Bárbara y no creo que haya habido más.
- A. R.: O trescientos metros de tranvía, que era el dinero que había.
Cultura penosa
- ¿En qué ámbitos notan especialmente esa falta de empuje?
- A. R.: En el tema de la cultura, que es un poco el que mejor puedo conocer, la distancia que ya existía entre Bilbao y Vitoria como efecto de la crisis se ha disparado de una manera absolutamente abrumadora. San Sebastián está un poco a medio camino porque se le ha llenado la boca con tanta merienda y ahora no sabe cómo metabolizar el alimento. Pero nosotros nos hemos quedado en una situación realmente penosa, ¿no? Y luego nos hemos quedado en el qué será de nosotros pues seguimos teniendo el pensamiento en ese ferrocarril que nos vendrá del cielo, como tú dices, y en las dos grandes factorías de esta ciudad que cada vez que cogen un constipado…
- R. R.: Nos hemos autosatisfecho con Vitoria capital europea de las zonas verdes y hemos desatendido otras cosas.
-A. R.: Aunque eso ha sido muy importante.
- R. R.: Pero nos hemos centrado exclusivamente en eso, ¿no? Y podía haber ido acompañado con un desarrollo cultural relacionado con el Medio Ambiente.
- A. R.: Sí.
- R. R.: Nos hemos quedado un poco en los maratones, el triatlón…
- A. R.: Bueno, Ramón, que eso me afecta como corredor.
- R. R.: Je, je, je.
«Debemos intentar que la Universidad, el centro cultural más importante, esté en la vida cotidiana»
«Vivimos en una ciudad muy aislada donde el trato entre las personas se hecho difícil»
«Nos hemos autosatisfecho como capital verde y hemos descuidado otras cosas»
«En la cultura, la distancia entre Bilbao y Vitoria se ha disparado de manera abrumadora»
«Las dos últimas corporaciones se han ido en el vacío. La ciudad y la provincia han perdido entusiasmo»
«La expansión de la ciudad ha terminado por colapsarla; somos un donut con un agujero»
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