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Ángel Resa
Domingo, 28 de octubre 2018, 02:00
Se les cuestiona a ambos su opinión sobre el lugar del encuentro, pero como si se les pide la hora y vienen con un cargamento de manzanas. Lo que les reclama el cuerpo, y sobre todo el alma, es piropear humanamente al otro. Hay un ... afecto verdadero y mutuo con visos de inquebrantable.
- Ramón Rabanera: A mí me parece muy bien que me hayáis traído con Antonio Rivera. Somos dos personas que nos hemos conocido prácticamente por la política porque a él, como historiador que es, yo le interesaba por estar metido en ese mundo, ¿no? Y hemos entablado una amistad. Esto no existe ahora. En este momento la política ya no sólo divide desde el punto de vista ideológico, sino que además genera el enfrentamiento personal.
- Antonio Rivera: Sí.
- R. R.: Por las descalificaciones tan tremendas que hay. Os voy a contar una anécdota. En una de las academias que tenía me encontré cantidad de propaganda de la CNT y lo que no sabía es que Antonio era uno de los precursores…
- A. R.: El que la escribía.
- R. R.: Je, je… El que escribía aquellos panfletos en los que a la derecha se la ponía como…
- A. R.: De 'chupa de dómine'.
- R. R.: Pues este encuentro a mí me gusta. Lo disfruto. Y os agradezco la oportunidad.
- A. R.: Aquello fue en Manuel Iradier 72, primera planta. ¿Verdad, Ramón?
- R. R.: Sí señor.
- A. R.: Yo le tengo un gran respeto a Ramón porque su bonhomía ha quedado demostrada. Voy a contar dos anécdotas. Una cuando no eras nadie, que es cuando me invitaste a conocernos. Bueno, no cuando no eras nadie…
- R. R.: Sí, cuando no era nadie, je, je, je.
- A. R.: Cuando no eras diputado general. Y eras el representante de la derechona local, imagínate. Me citaste en el Zabala y yo estaba preocupado porque me iban a ver con Rabanera. Imagínate, menudo lío, ¿eh? Llegué y vi a dos comensales que ya estaban: Bernardo Atxaga y Ruper Ordorika. Entonces me dije 'tierra, trágame, ahora va a llegar Ramón…'. Y, efectivamente, entra Ramón y casi sin saludarme va a hablar con ellos. Entonces recordé lo que me decía mi padre: «Antonio, eres un tonto». Y la segunda, cuando ya eras diputado general de Álava y yo estaba de vicerrector. Tuvimos una trifulca con Mariano Rajoy, vicepresidente en el Gobierno de Aznar, por unas cátedras y hubo una confrontación directa en los medios. Esa misma tarde, cuando se montó toda la bronca, yo estaba conduciendo por la calle Domingo Beltrán y paré el coche porque me llamaba Ramón. Y sólo me dijo esto: «Acabo de hablar con Rajoy. Le he dicho que no tengo ni idea de qué ha ocurrido, pero que soy amigo de Manu Montero (rector entonces de la UPV) y de Antonio Rivera y que lo que hayan hecho seguro que está bien». No necesito nada más para tener un buen criterio de Ramón.
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