Vitoria se asoma al abismo de un nuevo cierre al frisar una incidencia de 400 casos

Aun así y al menos de momento, la foto fija que dibujan los datos en Vitoria es todavía sensiblemente distinta al delicado retrato que, hoy por hoy, muestra Bilbao. Estas son las cifras que Salud actualizó ayer: Si en la capital vizcaína ya se ha desbordado la frontera de los 500 casos por 100.000 habitantes, esa delgada línea roturada por Lakua para aplicar las restricciones más severas que (por ahora) contempla el Estado de Alarma, en Álava la incidencia acumulada frisa los 400 casos. Son 393. Un dato prácticamente idéntico al de Vitoria, con 389.

Al mismo tiempo, ya se alcanzan los 132 positivos diarios en toda la provincia, lo que refleja una tendencia más que preocupante: se encadena toda una semana en la que cada día se ronda el centenar de nuevos positivos. Este patrón recuerda demasiado al que se vivió durante los primeros días de noviembre, en plena segunda ola. Entonces, se llegaron a superar los 152 positivos confirmados por PCR. Fue el 5 de noviembre.

El resto de los parámetros que se manejan para tratar de acotar la dimensión de la pandemia no son tampoco alentadores. Preocupa la presión hospitalaria, aunque la ocupación de camas en planta y en UCI en Álava no alcanza los altísimos niveles que se llegaron a registrar entre el 15 y el 16 de noviembre, cuando de las 30 camas de cuidados intensivos preparadas para enfermos covid en el HUA Txagorritxu llegaron a estar ocupadas 29. Ahora son una quincena.

Con todas estas cifras, parece más o menos claro que los vitorianos se asoman al abismo del cierre perimetral que, desde este lunes, padecen los vecinos de Laguardia, Labastida, Villabuena y Lanciego, los cuatro municipios de Rioja Alavesa que soportan las tasas más altas. También en los tres ayuntamientos de La Llanada (Salvatierra, Asparrena y San Millán), donde, desde hace ya más de una semana, sus vecinos no pueden salir sin motivo justificado, ni practicar deporte en grupo, ni salir de poteo por sus bares, cerrados a cal y canto. Más que si Vitoria llegará a esa situación la pregunta ahora es cuándo.

Cauto, el investigador y profesor de Farmacia de la UPV Gorka Orive es muy reacio a aventurarse a qué puede ocurrir en Vitoria en los próximos días y llama a no centrar el foco exclusivamente en los datos de incidencia acumulada. «No deberíamos perder de vista que hace unos meses, aunque ya nadie lo recuerde, ese nivel rojo del que ahora se habla se establecía cuando se alcanzaban los 50 casos por 100.000 habitantes», recuerda. No es una cuestión esta de perogrullo. «Pasar de los 400 a los 500 no es tan difícil y sólo es un calibrado de la realidad que nos ha tocado vivir, que es la cohabitación con el virus. La situación ya es grave, no podemos relajarnos», explica al tiempo que insiste en que «si algo nos está enseñando esta pandemia es que la rapidez y la anticipación a la hora de tomar medidas en base a una tendencia es la opción más inteligente».

A la vista de los últimos datos publicados, el biólogo Ugo Mayor, investigador de Ikerbasque, aprecia «una tendencia mucho más lenta en Vitoria que lo que ocurre en Bilbao». «Pero me extrañaría mucho que, viendo lo que ha ocurrido en Irlanda, en Portugal y también en otras ciudades de España, Vitoria no alcance esa tasa de 500», se apresura a añadir. «Prever el futuro es muy difícil pero, con esta evolución, viendo esta curva, lo que está pasando (en Bilbao), acabará pasando en Vitoria, es cuestión de tiempo», resuelve el experto, convencido de que «no es sostenible este yoyó de abrir y cerrar continuamente: es necesario cambiar este modo de aplicar las restricciones».

La cuerda de ese yoyó al que hace referencia el biólogo está apretando, hasta la asfixia, tanto al pequeño comercio como, sobre todo, a la hostelería alavesa, la primera en sufrir los efectos de las restricciones. Hoy por hoy y a pesar de lo impredecible de este virus, no hace falta ninguna bola de cristal para predecir que la posibilidad de un cierre no es remota.

El sector, consciente del riesgo de que sus reclamaciones se conviertan en un molesto ruido de fondo, clama por un plan de rescate. «Es que la hostelería llega con el agua, ya no al cuello, si no por encima de la nariz», lamenta Diego Martínez de San Vicente, presidente de la asociación Gasteiz On, que agrupa a la mayor parte del comercio y los bares y restaurantes de la capital alavesa.

«Están muy, muy, muy al límite, la mayoría asegura que no podría soportar un cierre más», descubre, al tiempo que pide «más implicación de la ciudadanía para evitarlo». «Y, desde luego, el cierre de Vitoria sería muy perjudicial para el comercio, la clientela de los pueblos tiene un peso muy importante y perderíamos todas esas ventas en un momento, como el de las rebajas, en el que todavía queda mucho 'stock' en las tiendas», destaca.