El próximo sábado de Carnaval los cerca de 50.000 vitorianos que suben de media cada día a un autobús de Tuvisa se pueden encontrar con el arranque de una huelga indefinida que no tiene precedentes en Vitoria. De mantenerse en el tiempo, sufrirán los ... estudiantes, los trabajadores, los pensionistas y las familias vulnerables que son las principales usuarias de un servicio bonificado. Todo por un conflicto que estalló en noviembre cuando ni siquiera habían pasado seis meses de la llegada a la Alcaldía de Maider Etxebarria al frente de un gobierno PSE-PNV en minoría, tras un cambio en una línea afectada por la llegada del tranvía a Salburua. Fue el detonante de unos plantes iniciados al mes siguiente y que tuvieron su máxima expresión en las huelgas de los días 19 y 21 de enero. La amenaza ahora es de paro total.
Publicidad
Lo que piden los trabajadores
Más servidores en cada línea Una línea está cubierta por una media de ocho autobuses. Los chóferes aseguran que llegar en tiempo a la parada es complicado. Si se retrasan se les acumulan los pasajeros y la demora crece. Una bola. Con un autocar más, dicen, se reducirá el estrés, ellos ganarán en salud «y el ciudadano tendrá un mejor servicio».
Renovación de la flota Creen que el Ayuntamiento no ha hecho esfuerzo suficiente en estos años para sustituir los más antiguos. La mitad de los 88 autobuses en ruta, insisten, ya ha recorrido más de un millón de kilómetros.
Registro de horarios Aseguran que no se contabiliza parte de su jornada laboral. En concreto desde que entran en cocheras y van a la primera parada y desde que dejan a los últimos pasajeros hasta que aparcan, repostan y entregan la recaudación. Son horas cada semana
Noches Quieren recuperar el servicio de grúa nocturno, ahora subcontratado, y el conductor de garaje de noche, que se encarga, entre otras cosas, de mirar los niveles.
Absentismo laboral Sostienen que el estrés y la falta de mantenimiento de los autobuses viejos les causan problemas físicos y psicológicos. En seis años, 33 trabajadores han logrado la incapacidad.
No es la primera vez que surgen fricciones entre trabajadores y el Consistorio desde que se fundó la empresa municipal de transportes, allá por 1967, con siete rudimentarias líneas a los barrios, cuando más o menos se barruntaba a qué hora pasaba el urbano por la parada (y con un generoso margen de error). Aquella compañía creció con sus acelerones y frenazos, quizá a menos velocidad que la ciudad, con diferentes y combativos comités de empresa que ya plantearon tensos pulsos al exalcalde Alfonso Alonso en 2001, 2004 y en el invierno de 2005 y 2006 ante la creación del 'Gautxori'.
Pero esta red de autobuses urbanos vivió una gran revolución en 2009, meses antes de la llegada del tranvía. La apuesta de la 'Green capital' por la movilidad sostenible pasaba por montar a los vitorianos en el bus y eso no iba a ser posible si las esperas eran de media hora. Bajo la batuta de Salvador Rueda, el padre de las 'supermanzanas', se crearon nuevas líneas y se incrementaron frecuencias. ¡Cada diez minutos entre semana! Supuso un aumento de la flota y de los conductores. Y el comienzo de un cambio: Tuvisa mueve ya 1,5 millones de pasajeros al mes. Tiene diez líneas diurnas, tres especiales y cinco nocturnas, una de ellas completamente electrificada y un buen convenio.
Lo que responde el Gobierno
Refuerzos en tres recorridos La línea 7 terminará en La Paz. Se quitarán dos buses que pasarán a reforzar la L4 y la L5 y ademá se reforzará las 3 y 9 con destino a Goikolarra. No ve justificada la medida en otros recorridos y asegura además que no hay autobuses suficientes para hacerlo.
Nuevos vehículos Gurtubai señala que Tuvisa tiene 88 buses operativos. De ellos, 49 tienen menos de 15 años (incluidos los del BEI) y otros 39 tienen más de 15 años . Se han comprado diez eléctricos nuevos que Irizar debe entregar este año y el Gobierno se compromete a intentar adquirir otros 15 en la segunda mitad de legislatura.
Registro de horarios Asegura que se hace desde el momento que arrancan el autobús hasta que aparca. Habla de descanso por regulación horaria de hasta una hora y diez minutos en cada turno.
Grúa «No vamos a pagar 215.000 euros al año por un servicio que ahora nos cuesta 90.000».
Absentismo laboral Lo cifra en un 20% y habla de días complicados para organizar las sustituciones. En ocasiones se tira de conductores voluntarios. En diciembre, cuando se negaron, alguna línea se quedó sin alguno de los chóferes.
¿Qué ha pasado ahora para que al 90% de sus 332 empleados decidan paralizar el servicio 'sine die'? «Hartazgo total», dicen los conductores. Las huelgas de diciembre fueron históricas y hay que sumarles los repetidos paros de cinco a nueve de la mañana, horas punta para trabajadores y estudiantes. No es una cuestión de salarios. Chóferes y Ayuntamiento coinciden en que las condiciones económicas «son buenas». ¿Entonces? Parece ser que donde unos ven cuestiones «urgentes de salud y de calidad del servicios» no resueltas y agravadas en los últimos seis años, los otros; un simple «dejar a la gente sin transporte público para que ellos tengan más tiempo de descanso».
Publicidad
Desde 2009, sostienen los chóferes, el tráfico dentro de la ciudad ha sufrido cambios. Los nuevos barrios han crecido, calles que antes tenían dos carriles hoy tienen uno, hay badenes, rotondas, zonas 30, carriles de bici, patinetes en vía pública y pasos prioritarios para tranvía y BEI. «Y nos piden los mismos tiempos de respuesta con autobuses que ya han hecho más de un millón de kilómetros. No tenemos tiempo ni para ir al baño», lamenta el portavoz del comité de empresa, Asier López de Sabando.
La plantilla empezó a alertar de esto hace más de seis años. Ya amagó con paros y huelgas en 2017 por la negociación del convenio y lanzó otro órdago a la empresa –su presidencia ha estado en las últimas tres legislaturas en manos del PNV– en mayo de 2019 cuando estaba apunto de expirar el primer mandato de Gorka Urtaran. Entonces los chóferes se plantaron y votaron huelga indefinida justo con el comienzo de la Final Four. Pedían en parte lo mismo que ahora: más refuerzos en cada línea para poder cubrir los trayectos con «menos estrés» y renovación de la flota. «Algo se ganó» y los aficionados al baloncesto subieron al bus. Pero no fue suficiente.
Publicidad
Noticia relacionada
Según los sindicatos, Tuvisa «ha estirado el chicle tanto» que las condiciones laborales «se han degrado al límite» y no ven «voluntad» del Gabinete Etxebarria por poner remedio. Sólo eso explica que vayan a por todas ahora. Piden más urbanos en la calle, más conductores, cambios en el registro de horarios, conductores de garaje por la noche y recuperar la grúa nocturna.
Tuvisa ofrece tres refuerzos y una hora más de chófer de garaje los sábados pero sobre los fichajes la falta de sintonía es total. No parece haber visos de acuerdo, lo que lleva al presidente de la empresa municipal, Iñaki Gurtubai, a tener otra visión de este enconamiento del conflicto. Recuerda que ya hubo otro intento de plante en marzo del pasado año. «Entiendo que quieran mejoras pero todo con una medida. ¿Una huelga? Quizá piensan que el periodo preelectoral los políticos estamos más blanditos», señala. Asegura que mantendrán «al menos otro encuentro» esta semana con los sindicatos.
Publicidad
La compañía municipal de transportes Tuvisa tiene una gerente, María José Ajuriaguerra, y un órgano rector que no es otro que el consejo de administración en el que están representados todos los partidos políticos del Ayuntamiento de Vitoria y que es el que finalmente da el visto bueno a los grandes y pequeños contratos de la empresa pública. Recientemente se ha quedado sobre la mesa una licitación que llama la atención en este momento de conflicto y máxime cuando en el departamento de Función Pública del Ayuntamiento trabajan medio centenar de técnicos. Se trata de la contratación de un servicio de asesoramiento jurídico «en todas las materias que se puedan plantear en el ámbito de las relaciones laborales y de recursos humanos de Tuvisa», según se recoge en el pliego que volverá a abordarse en una próxima reunión.
Entre sus tareas, figura la de asesorar sobre nuevas normativas y su traslación al convenio colectivo, informar de sentencias que puedan afectar en el ámbito laboral a la compañía, aconsejar sobre el enfoque legal ante reclamaciones extrajudiciales de los trabajadores o revisar si se cumplen o no las normativas en materia de seguridad social. No es una figura que complazca a la plantilla y menos en esta situación de tensión entre las partes.
Tuvisa ya contó con un asesoramiento similar en 2020 por el que pagó 15.000 euros a Samu. Ni Ensanche 21, ni Gilsa ni Amvisa, las otras sociedades públicas que dependen del Consistorio, tienen contratados este tipo de servicios.
Accede todo un mes por solo 0,99€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
A la venta los vuelos de Santander a Ibiza, que aumentan este verano
El Diario Montañés
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.