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709 metros de altura separan las campas de Olárizu de su famosa cruz. A la cima no ha faltado este lunes ningún devoto madrugador. Algunos la han subido descalzos, otros a un ritmo pausado, pero lo que importa es que todos han llegado para celebrar ... esta jornada festiva, broche final del buen tiempo veraniego. Tocar, besar el Santo y bajar, porque esos pasos de vuelta han tenido recompensa.
Seis perolas a rebosar de alubia pinta alavesa, aderezada de chorizo con 'basque label', verdura y algún que otro ingrediente secreto. Boilur ha preparado para 2.000 raciones, pero entre la cola, y las ganas de muchos de llevarse el manjar en un tupper... Igual hasta se han quedado cortos. «Huele que alimenta, madre mía», ha valorado Pilar Bardesi, la primera primerísima que ha aguardado desde las 12 de la mañana. «Con este calor sofocante llevamos desde las siete y media de la mañana», ha comentado al mediodía entre fogones Berna Santidrián, el chef principal. «La clave es el cariño y como nos sobra para dar y regalar...», ha bromeado el cocinero.
La fila la han hecho los vitorianos con mucha templanza por el manjar que se iban a zampar. Aunque las alertas de lluvia les han tenido algo inquietos. Del paraguas abierto para soportar los 26 grados tórridos al sol, han tenido que pasar al chusbquero para sortear las precipitaciones más recientes. «Otros años hemos venido un poco más tarde, pero esta vez como el día estaba así... Hemos preferido aprovechar para comernos un talo y que jueguen a la cucaña», ha comentado Esther Hernán, que ha acudido con sus hijos y los de sus amigos.
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La música ha dado color al ambiente a eso de las cuatro de la tarde con el grupo Trikizio. Hinchables, ludoteca, gigantes, cabezudos y Gargatua harán las delicias de los más pequeños. Y, pronto, los más deportistas se arremolinarán alrededor de los herri kirolak.
Vitoria sigue en su sitio. Así lo han comprobado este lunes los concejales del Ayuntamiento y los presidentes de las juntas administrativas de su entorno. Los miembros de la Corporación, encabezados por la alcaldesa, Maider Etxebarria, han cumplido con la antiquísima tradición de visitar los límites del término municipal, marcados por los famosos mojones. El recorrido ha transcurrido por Lubiano, Junguitu, Matauko, Oreitia, Argandoña, Villafranca y Andollu, y la caminata ha concluido pasadas las 13.00 horas.
Pero más allá de honrar un hábito que acumula varios siglos de antigüedad, la visita a los mojones sirve para algo más. Primero, para que los representantes de los pueblos de Vitoria trasladen en persona sus peticiones a la alcaldesa y a los diferentes concejales responsables. Suelen ser habituales las reclamaciones para mantener algunas zonas, arreglar o mejorar las conexiones (caminos o carreteras) entre los diferentes áreas rurales... Y también para que los ediles cuelguen las americanas y, con ellas, la tensión municipal, muy elevada a las puertas de este curso.
El paseo, que supone la antesala de la Romería de Olárizu, 'acerca' a los miembros del gobierno y la oposición, y a los grupos que se encuentran en las antípodas entre sí. Por ejemplo facilita que las portavoces de EH Bildu y el PP compartan unos metros del recorrido, sin que ello suponga un «pacto de los mojones» encubierto.
Las miradas estaban también puestas en Maider Etxebarria, que se estrenaba a la cabeza de la comitiva municipal en el repaso de los mojones (en años anteriores acudió como edil del gobierno). «Es un honor ser la primera alcaldesa en representar al Ayuntamiento en esta tradición con tantos años de vida», ha dicho la regidora, quien asegura que se trata de un día «especial» por su carácter festivo y familiar. «Es el primer día de clase para muchos niños y es una gozada acudir después a las campas de Olárizu para disfrutar», ha explicado.
Pero al margen de las estampas habituales entre los ediles que acudieron a la cita (la práctica totalidad de la Corporación, incluidas las portavoces Beatriz Artolazabal, Rocío Vitero, Ainhoa Domaica y Garbiñe Ruiz), hubo una visita inesperada: el exalcalde Gorka Urtaran no quiso perderse una tradición a la que no había faltado ni en la oposición ni como regidor. El hoy diputado de Políticas Sociales, que se reencontró con algunos excompañeros de su gobierno, no quiso perderse el último tramo que le faltaba para completar el perímetro del municipio (son trece itinerarios y Urtaran cumplió doce años en el Consistorio entre la oposición y la Alcaldía).
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