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A la espera de conocer el detalle de cómo se extenderá el polígono hacia Ribaguda, el proyecto, de entrada, ha levantado las suspicacias entre los vecinos de este pequeño concejo. «La mayoría no quieren vender sus terrenos», resume Blanca Arrondo, presidenta de la junta administrativa, en conversación con este periódico.
Por el momento no tienen el dibujo final de cómo crecerá Arasur, pero de las conversaciones preliminares deducen que se acercará bastante a su concejo. «Contactaron con un vecino para ver si le podían comprar una finca pegada a su casa. Nos van a meter Arasur hasta el pueblo. No queremos acabar como Margarita», lamenta Arrondo en referencia a la relación del concejo vitoriano con el polígono de Júndiz. Los vecinos de Margarita se han quejado en numerosas ocasiones por el tránsito de camiones y de sus conductores, que incluso llegan a realizar sus necesidades en los aledaños de este pequeño pueblo. El Ayuntamiento de Vitoria baraja crear un segundo aparcamiento para camiones que alivie la presión que sufre el concejo. En Ribaguda también existe esa preocupación por el tráfico de camiones que pueda generar esa extensión de Arasur en un futuro.
Inicialmente estaba previsto que responsables de Álava Agencia de Desarrollo -su director, Peio Ruiz, fue alcalde de Ribera Baja y presidente de Arasur- explicasen sus planes a los vecinos en una reunión que se había fijado para el 30 de enero. Sin embargo, se canceló la cita y desde entonces los lugareños no han conocido más novedades. «Pregunté si nos iban a meter el polígono hasta el pueblo y me dijeron que estuviese tranquila, que iban a dejar unos jardines», replica la presidenta de su junta administrativa.
En paralelo a los movimientos de Arasur, los vecinos mantuvieron una asamblea vecinal para votar sobre la posición del pueblo ante esta expansión. «Todo el mundo votó en contra», relata Arrondo.
Fuentes de la Diputación alavesa trasladan un mensaje de tranquilidad ante las preguntas por estas suspicacias de los vecinos. Avanzan que «no se habla de utilizar todo el perímetro de crecimiento existente» precisamente por asegurar que el pueblo siga guardando cierta distancia con el complejo industrial. «Se buscará una ampliación equilibrada que respete la vida del pueblo», indican.
Los vecinos del pueblo, mientras, esperan a esos detalles para definir su hoja de ruta, que podría incluir movilizaciones contra la ampliación de Arasur. «Si ellos andan, nosotros andaremos», contesta la presidenta de la junta administrativa. La sospecha que tienen en Ribaguda es que la Diputación pueda llegar a acuerdos con propietarios que ya no estén vinculados al concejo y su día a día. Gente que viva en Vitoria o que tenga las fincas arrendadas a agricultores y pueda estar interesada en deshacerse de ellas. Defienden que hay «otras opciones» para que Arasur crezca sin colisionar con Ribaguda.
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