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La tradición oral afirmó durante siglos que los puentes de Víllodas y Trespuentes eran romanos. Pero no. Varios expertos han analizado ambos viaductos para desmentir la leyenda. «Lo que vemos materialmente ahora, claramente, no tiene nada de romano en ninguno de los dos y cualquiera ... que diga lo contrario se equivoca», así de rotundo se muestra el arqueólogo Leandro Sánchez Zufiaurre.
El proyecto de reforma de la carretera de acceso a Víllodas ha permitido estudiar el entorno del puente de esta localidad y la ribera del Zadorra. De este modo, se han encontrado vestigios de la calzada romana Astorga-Burdeos, pero nada de esa época en lo que se refiere al viaducto de piedra que comunica la localidad con la red foral de carreteras. El puente «es posterior, es moderno», asegura este arqueólogo de la empresa alavesa Qark Arqueología que recientemente ha finalizado los trabajos encargados por el Departamento de Infraestructuras y Movilidad de la Diputación de Álava para conocer el estado del subsuelo en esa zona.
El sólido pontón, que recientemente aguantó la enésima crecida del río, «se hizo en torno al siglo XVI y tiene tres arcos que están reconstruidos en el siglo XIX por el arquitecto Martín de Saracibar, el que hizo la reforma de la catedral de Vitoria», añade Zufiaurre haciendo referencia a trabajos de expertos como Agustín Azkarate y Victorino Palacios. Lo mismo sucede con el de Trespuentes que «también es del siglo XVI. Lo tenemos perfectamente estudiado y datado». La lectura estratigráfica que realizó en 1999 junto al también arqueólogo José Luis Solaun evidencia que «los tres arcos que algunos calificaban como los más romanos son del siglo XIX y tienen nombre y apellido. Son de Martín de Saracibar».
Concuerda con ello el análisis realizado al pavimento del puente en el que documentaron una sucesión de firmes y reparaciones datados en la segunda mitad del siglo XX, otro en 1917, que cubre los arcos 2, 3 y 4 reconstruidos ese año, y otro a caballo entre los siglos XVIII y XIX. Sin embargo, el de mejor calidad es el más antiguo, que corresponde a la ampliación del puente en el siglo XVII.
Bien diferente es lo que mantiene la tradición oral y que «es difícil de cambiar», asegura. Las primeras reticencias ya se las encontraron en el momento del estudio, cuando metidos en el río con ropa de pescadores analizaban las pilas por si quedaban restos de alguna anterior y para descartar que hubiera algún resto romano bajo el agua. Al explicarle a un vecino de edad avanzada que no había nada romano, la respuesta fue tajante. «¿Qué no es romano? ¡Mi abuelo ya decía que era romano! ¿Cómo no va a ser romano? Ante ese argumento de autoridad poco se puede hacer. A ese señor no le vas convencer, pero claramente los arcos más antiguos son del XVI y los más recientes, de Saracibar, hacia 1850», resume este experto.
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