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Olentzero, Mari Domingi suben las escalinatas de San Miguel con los galtzagorris.

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Olentzero, Mari Domingi suben las escalinatas de San Miguel con los galtzagorris. Igor Aipzuru

Olentzero y Mari Domingi avivan la Navidad en Vitoria

Miles de personas desafían al xirimiri en unas calles repletas de ilusión, sonrisas y deseos

Iñigo Miñón

Vitoria

Martes, 24 de diciembre 2024, 18:55

Minutos antes de las seis de la tarde las mariposas que revoloteaban en los estómagos de miles de vitorianos miraban también hacia el cielo. El día había amanecido gris en la capital alavesa y amenazaba xirimiri durante toda la jornada. Pero a esa hora era tan fino que no asustaba a nadie. Al final la lluvia ha sido de sonrisas, cánticos, deseos. Olentzero y Mari Domingi han recorrido unas calles repletas de ilusión.

La de pequeños y grandes. La de familias enteras que se repartían a lo largo de un itinerario que partía del centro cívico Iparralde a las seis de la tarde. Tantas ganas había que la primera fila era imposible en Portal de Legutiano. Algo más de sitio quedaba en Francia, antes de enfilar Paz, Olaguíbel y Mateo Moraza y finalizar una hora después en la abarrotada Plaza de la Virgen Blanca. Allí, desde lo alto de la balconada de San Miguel, el bonachón carbonero y la simpática pastora saludaron, cantaron y prometieron que pasarían por todas las casas de Vitoria para repartir regalos.

«Llueva, nieva o lo que sea, siempre estáis con nosotros para ayudarnos», ha soltado Mari Domingi desde la balconada antes de recitar unos versos en euskera y acordarse de todos los niños que sufren en el mundo y aquellos que «no pueden estar aquí con nosotros». Antes de «irnos a trabajar», es decir, a repartir todos los regalos durante la noche, las dos emblemáticas figuras han cantado sus respectivas canciones. «Mari, Mari Domingi, ausartena», primero. Y, cómo no, «Olentzero joan zaigu» para despedirse antes de, como han prometido, ponerse manos a la obra para cumplir todos los deseos que llevaban escritos en cientos de cartas.

El colofón al desfile «más grande» de Euskadi, con una comitiva de 400 personas y unos veinte minutos de largo. Abría paso la Policía Local. Total normalidad durante todo el recorrido, con apoyo de la Ertzaintza en los cruces. Y comandaba el desfile el sonido de los cuernos de los 'joaldunak' de Judimendi. Lecheras, carboneros, leñadores, pastores, dantzaris, herboleras…

Gargantúa, gigantes y cabezudos, que en días así no son tan fieros como los pintan. Hasta Ojo Biriki hacía buenas migas con los más pequeños. Txistus, dulzainas y los inconfundibles acordes del Olentzero en los instrumentos de Biotzatarrak. 'Horra, horra'. La luz y el color del espectáculo itinerante 'Haizearen lorategia-The wind garden', del grupo teatral 'Cal y Canto'. Una adaptación al universo mitológico vasco que ha llevado a seres fantásticos por encima de las cabezas del público.

Y los traviesos galtzagorris con sus trucos y fuegos, inseparables escoltas y ayudantes de las carrozas de Mari Domingi –primero– y Olentzero –detrás–. Un carrusel de emociones que únicamente usa el carbón para prender la mecha de la magia navideña.

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