Olentzero llena de magia Vitoria

La emoción ha alterado el sueño de los más pequeños durante las últimas noches. No era para menos. La llegada de Olentzero, Mari Domingi y su séquito de galtzagorris supone el pistoletazo de salida de la Navidad y dos semanas en las que serán protagonistas casi absolutos. A las 18.00 horas arrancó ayer el desfile del bonachón carbonero y la risueña pastora desde el centro cívico Iparralde hasta la plaza de la Virgen Blanca, pero algunos ya ocupaban las aceras desde bastante tiempo antes. «No me han dejado ni hacer la digestión», evidenció Josu junto a sus hijas Nuria y Maider.

Poco a poco, la cabalgata va ganando en espectacularidad. Este año ha habido tres carrozas: en la primera viajaba Mari Domingi, en la segunda iba Olentzero y la última transportaba los caramelos que pequeños y mayores demandaban a gritos. La pastora es cada vez más querida y alguno que otro ya le pide los regalos a ella. «Le he dado un dibujo esta mañana y creo que me ha reconocido porque he visto cómo sonreía», decía Leo a su paso por el parque de Molinuevo.

En total participaron cerca de 400 personas entre la Comparsa de Gigantes y Cabezudos -'Ojo Biriki sigue siendo el más travieso-, el Gargantúa, zanpantzaris, antorchas, queseras, charangas de lo más marchosas, un Tártalo 100% bromista, leñadores, inagotables dantzaris y los galtzagorris más sonrientes de Euskadi en un recorrido que ha pasado por Portal de Legutiano, Francia, Paz, Olaguíbel y Mateo Moraza. Todo al ritmo de la trikitixa, la txalaparta, el txistu y el tamboril. Luisa y su amiga Herminia acudían sin sus nietos -«ya son bastante, bastante mayorcitos», han alegado- para disfrutar del espectáculo. «Siempre he ido a la cabalgata de Reyes, pero desde que hace un par de años descubrí esta… ¡no me la pierdo!», comentó.

Los niños lo dieron todo. Algunos estaban subidos en bancos, otros encima de contenedores y los más pequeños sobre los hombros de sus padres. «El martes voy a pedir cita con el fisioterapeuta», bromeó Marta, que cargaba con el pequeño Unai, que había pedido un circuito de canicas y un pijama. «El resto de cosas que me las traigan los Reyes Magos, que son tres y pueden cargar con más», argumentó.

Vicente acudió con su nieta Martina. «Ya tiene cinco años y creo que son las primeras navidades en las que es consciente de la magia de la Navidad. Está tan emocionada que he tenido que venir con ella para que sus papás puedan echarse una siestecilla y no dormirse durante la cena», comentó entre carcajadas.

La plaza de la Virgen Blanca se asemejaba al 7 de agosto, el día de la bajada de Celedon Txiki y Edurne, porque estaba llena de pequeños, carritos de bebé y familias enteras. Mari Domingi pidió a la multitud que se concentró «dejarse de mirar al ombligo y tratar bien a los de alrededor» antes de que tuviese lugar un abrazo colectivo. Para cerrar la celebración, todos los txikis entonaron la canción de Mari Domingi -en que se destaca que es la más dulce, valiente, rápida...- y una versión laica del 'Horra, horra' de Olentzero en que sustituye «aditu duanian Jesus jaio dala» (cuando se ha enterado de que Jesús ha nacido) por «aditu duanian negua heldu dala» (cuando se ha enterado de que el invierno ha llegado).

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