La cabeza de Baco ya descansa en el Museo de Arqueología de Álava. Lo hace desde que ayer Jon Buesa, antiguo portavoz del PNV en las Juntas Generales y exdirector de Aguas del Gobierno vasco, declarara en el Juzgado de Instrucción número 3 de ... Vitoria. Admitió que tenía la escultura de mármol del dios romano Baco, que apareció hace 46 años en unas obras en Arkaia y que desde entonces permanecía en paradero desconocido. Después de la investigación iniciada por EL CORREO, que denunció la situación a principios de año, la Diputación reactivó el caso, que ha acabado en los tribunales.
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Ander Carazo
Según ha sabido este periódico, durante su declaración, Buesa reconoció ante la jueza María Elena Rodríguez tener la figura en su poder. Con esa confesión en firme, en la misma sede judicial se decidió que la devolviera, como así cumplió el investigado. Así las cosas, desde Instrucción número 3 se avisó a la Diputación Foral de Álava, legítima propietaria de la pieza, y a la Ertzaintza. Horas más tarde, una patrulla de este cuerpo y técnicos forales procedieron al traslado de la escultura al Museo de Arqueología, más conocido como Bibat. Será revisada, analizada y, una vez comprobada su autenticidad, probablemente se exhiba al público debido a su alto valor.
Buesa, antiguo ingeniero foral, era la última persona de la que se supo que tuvo en posesión esta pieza. Y fue llamado a declarar después de que este periódico destapase a finales de enero que la talla había desaparecido en unas excavaciones en 1976, con lo que la Administración foral, que inicialmente había dado por prescrito el asunto, decidió denunciarlo ante los tribunales.
Ayer, martes, a la salida del Palacio de Justicia de Vitoria, Buesa eludió hacer declaraciones y su abogado recordó que la causa se hallaba bajo secreto de sumario.
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Sergio Carracedo
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No obstante, la única vez que el exburukide aludió a este asunto fue cuando este diario contactó con él antes de la publicación del artículo inicial, ya que varias fuentes le señalaban como su posible propietario. Entonces aseguró que no la tenía. «Yo tengo una copia que creo que viene de una sepultura romana. No tengo más. No tengo ni idea de quién tiene la original, pero me extraña que no la tenga el museo», alegó entonces.
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A raíz de esas palabras, la Diputación de Álava le reclamó que les entregase esa réplica para analizarla en los laboratorios del Museo de Arqueología y comprobar si era auténtica, o no. Sin embargo no obtuvo respuesta. Hasta ayer, que el misterio quedó resuelto.
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