Crimen machista en Vitoria

El Gobierno vasco reforzará la unidad de violencia de género, desbordada con cien casos por ertzaina

Este valenciano, de nombre Jaime, es el padre de su hija en común y de los gemelos que venían en camino. Desde hacía meses tenía vetado acercarse a menos de 500 metros de Maialen o comunicarse con ella. De hecho, en las bases de datos de la Guardia Civil y de la Policía Nacional ella figura como «víctima de riesgo extremo». En la Comunidad Valenciana, su lugar de residencia habitual, hubo varios quebrantamientos que elevaron su nivel de alerta. Al menos se detectaron otros dos incumplimientos en Vitoria. El primero ocurrió a finales de enero, cuando él usó un carné falso en un céntrico hotel. El segundo data del «18 de mayo». La Guardia Civil informó esa fecha a la comisaría de Portal de Foronda que traía a Maialen a la capital alavesa. Es decir, diez días antes del crimen.

A pesar de que la Ertzaintza se entrevistó con ella en ambas ocasiones, el expediente de enero se envió al Juzgado de Violencia sobre la Mujer como «ordinario» por tratarse de un «quebrantamiento voluntario». El consejero de Seguridad, Josu Erkoreka, reconoció el lunes que la víctima no apreciaba «peligro» y que comentó a los agentes su intención de «retirar» las denuncias contra su ex, quien no portaba pulsera telemática.

La Policía autonómica maneja un sistema de valoración (llamado EBA, Etxekoen eta emakumeen Babesa) distinto al usado en el resto de España, Viogen. El vicelehendakari asumió que el expediente de Maialen se hallaba en fase de «valoración» y que, en referencia al de enero, no se había avanzado en su catalogación debido a sus idas y venidas. El atestado de mayo aún no ha llegado al Palacio de Justicia.

Las palabras de Erkoreka le valieron duras críticas del movimiento feminista, que exigió «la revisión del protocolo». También se sumó la asociación Clara Campoamor, que se personará como acusación particular en el proceso penal. «Algo ha fallado», denuncia el abogado José Miguel Fernández 'Fote'. «Es un delito, al margen de que ella consienta», recalca.

Fuentes de la plantilla de la Ertzaintza desvelan que «la recomendación que tenemos con los quebrantamientos consentidos es denunciar pero no arrestar. Si detienes sueles llevarte una bronca». Sólo en Álava, este cuerpo recogió 702 casos nuevos a lo largo del año pasado. Cada jornada laboral, las agendas de muchos agentes de calle suelen incluir vigilancias de los portales de víctimas sensibles, así como llamadas de control.

Sobre el caso de Maialen, el sindicato mayoritario, Erne, apuntó ayer que «está claro que si ha fallado esa información o no se ha transmitido toda la información que llegaba de otro lado, ha habido una disfunción. Desconocemos si se ha producido por una descoordinación, pero todo tipo de formación e información debe llegar de primerísima mano a todos los agentes».

En el mismo sentido se expresó la central Euspel. «Hace falta personal, medios y formación si se quieren hacer las cosas bien. Y quitar protocolos y trabajo que sólo se dirige a alimentar estadísticas y no suponen beneficio alguno a las víctimas». Según ha sabido este periódico, a raíz del caso de Maialen, la idea del departamento pasa por dotar de más personal humano a esta unidad estratégica en las próximas semanas.

Sobre las 21.00 horas de ayer, Jaime subió a un vehículo policial con destino a Zaballa. Lo hizo tras guardar silencio en el Juzgado de Violencia sobre la Mujer. Su titular decretó la prisión preventiva por la gravedad de su acción y el riesgo de fuga. También ha declarado secreto de sumario.

Hay que recordar que el crimen ocurrió la tarde del sábado en una habitación del apartahotel en la que Maialen y Jaime convivían con su pequeña en común. El informe preliminar de la autopsia habla de «una puñalada» cuando ella estaba sentada en el sofa. Su verdugo salió a la calle y se deshizó del cuchillo, que no ha aparecido. Se sabe que llegó hasta las Conchas de San Martín, donde preguntó a unos chicos por alguna parada de taxi. Regresó al escenario del crimen. Durmió y al día siguiente trató de escapar en un taxi hacia Valencia abandonando a su hija de 3 años junto al cadáver de su madre.