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Algunos colocaban sillas de playa y tumbonas junto a la carretera. Otros se traían neveras para refrescar el gaznate durante el espectáculo. Y a los más jóvenes no les importaba pedalear varios kilómetros desde Vitoria con tal de ocupar un sitio en primera fila. Así ... hasta rozar el millar de espectadores en noches puntuales y superar el centenar de automóviles movilizados. Dicho de otro modo, desde el final del verano las carreras ilegales habían rebrotado con fuerza en el polígono industrial de Júndiz.
A partir de las diez de la noche, rectas como Zurrupitieta se atestaban de gente, según ha sabido este periódico de fuentes policiales. Sobre el asfalto, vehículos de toda condición pugnaban por ser los más veloces. La mecánica resulta harto conocida. Un pique entre dos o más coches por recorrer en el menor tiempo posible una pequeña distancia mientras una multitud les jalea ajena al riesgo que corre. Porque estas pruebas carecen de vallado de seguridad, itinerarios marcados, ambulancias o las mínimas normas básicas que ciñen al automovilismo federado.
El eco de estas veladas llegó a oídos de la Policía Local hace justo un mes. Debido al volumen de público y de autos, desde la comisaría de Aguirrelanda se pergeñó un dispositivo para intentar anular esta moda lo antes posible.
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A partir de ahí se hilvanaron dos fases bien diferenciadas. En una primera, agentes de paisano se infiltraron entre la muchedumbre. Tomaron nota y grabaron cada detalle. Asistieron a un carrusel de infracciones que evidenció que el problema era más grave de lo que se pensaba.
Durante esas noches presenciaron además varios accidentes leves. Por ejemplo, en la salida de un duelo, uno de los turismos arrancó marcha atrás –se supone que por error del conductor– e impactó contra otro automóvil que aguardaba su turno. Aunque no se registraron heridos en esa colisión, el auto que recibió el impacto sufrió severos daños en la parte delantera.
Otro botón. El conductor de un turismo pisó tanto el acelerador que se comió una rotonda ante los gritos de éxtasis del público. Incluso otro joven «quemó» un Porsche Cayenne al forzar demasiado el motor. «Se estaba poniendo en riesgo a muchísimas personas. Los asistentes no eran conscientes del peligro que corrían», deslizan medios policiales.
Según los registros de los agentes empotrados, las sesiones arrancaban sobre las diez de la noche y se alargaban hasta la una de la madrugada. Su discreta presencia permitió asimismo elaborar un perfil de los asistentes e identificar a docenas de vehículos. Esos datos revelaron que al polígono industrial acudían sobre todo jóvenes de 20 a 35 años. Venían de Vitoria, del resto de Álava, pero también de otras provincias cercanas. «Se había corrido la voz y había gente que acudía incluso desde Cantabria», informan fuentes de la investigación.
«Lo mismo se metían cuatro chavales en el coche de sus padres que otros llamémoslos más 'pro' (de profesional)con vehículos preparados para correr». Convocada por redes sociales y mensajería móvil, esa amalgama se concentraba cada viernes y, en menor medida, los sábados.
Esta primera etapa de investigación duró dos semanas, hasta el 23 de octubre. Tras el estudio de la información recabada –hay numerosas grabaciones con infracciones–, arrancó otro capítulo. La Policía Local empezó a elaborar un informe de las irregularidades y de sus presuntos autores. En los próximos días será remitido a las autoridades judiciales. Se esperan docenas de denuncias administrativas, mientras que un número menor irá por la vía penal. «Las que se considere que generaron riesgo real para las otras personas presentes».
Asimismo, tanto el pasado fin de semana como éste, agentes uniformados tomaron el relevo en el área industrial. Establecieron controles en los accesos para disuadir a participantes y asistentes. Se abrieron nuevas actas por irregularidades al volante y algunas por tenencia de drogas. El último dispositivo tuvo lugar ayer, ya sin rastro de la actividad de fechas anteriores.
Preguntada por esta cuestión, la concejala de Seguridad Ciudadana, Marian Gutiérrez, manifestó a EL CORREO que «estas carreras entrañan una conducta temeraria difícil de entender, porque las personas que participan no sólo ponen en riesgo su integridad física, sino también la de quienes les acompañan en el coche o asisten como espectadores. Es una insensatez con consecuencias que pueden ser gravísimas».
La edil socialista añadió que «estos comportamientos incívicos no tienen sitio en nuestra ciudad, y quien actúe así se arriesga a terminar sentado en un juzgado». La Policía Local mantendrá los seguimientos por si las carreras ilegales se trasladan a otros puntos del término municipial.
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