Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Todo queda en manos de Isabel María Díez-Pardo. La magistrada del Juzgado de lo Penal número 1 de Vitoria dejó este miércoles visto para sentencia el caso de las supuestas falsificaciones de 291 fragmentos extraídos del yacimiento de Iruña Veleia entre 2005 y ... 2006 y presentados al mundo por su entonces director, Eliseo Gil, como «excepcionales». Las inscripciones grabadas en cerámicas, vidrios y huesos adelantaban 6 siglos el origen conocido de las primeras palabras comunes escritas en euskera y localizaban en la Llanada el primer calvario -representación de Cristo en la cruz- cristiano. Prometían revolucionar la historia.
Quince años después de aquellos asombrosos anuncios, cuestionados de inmediato por la comunidad científica, Gil se enfrenta a al menos cinco años y medio de prisión. La Fiscalía alavesa le señala como presunto ideólogo de este engaño. A su cómplice, el «físico nuclear» Rubén Cerdán, le piden dos años y medio por «falsear» unos informes que validaban los fragmentos. Aquello fue el germen de la contienda judicial más larga vivida en Álava: once años han transcurrido desde que la propietaria del yacimiento, la Diputación de Álava, demandó al que fuera director de la excavación entre 1994 y 2008.
Este miércoles, en sus alegatos definitivos, el fiscal Álvaro Delgado acusó a Gil de «saber que los grafitos» -como se denominan a las inscripciones- «eran falsos» y de protagonizar «una huida hacia adelante». Sostiene que no hizo nada por parar el fraude, razón por la que pidió a la jueza que se le condene por «omisión» si no considera probado que él adulteró las piezas arqueológicas.
Gil siempre ha proclamado su inocencia. Este miércoles también, en su turno de gracia. Los letrados de ambos acusados reclamaron la absolución. Mostraron sin embargo un punto de debilidad al pedir «la atenuante muy cualificada de dilación indebida» -por la década larga de espera- «en caso de fallo condenatorio».
Javier Villarrubia, letrado de la acusación particular en representación de la Administración foral, propietaria del yacimiento, fue el más incisivo. Apreció un «plan preconcebido de los dos -Gil y Cerdán- con el que han dañado el patrimonio y han estafado, porque han sacado dinero a base de engaño». Empleó Villarrubia otros términos como «barbaridad» y «aberración». Esta parte eleva a 7 años y medio el castigo a Gil y un lustro a Cerdán.
Noticia Relacionada
Euskotren firmó a Lurmen, empresa propiedad de Gil, una subvención de diez años por un monto de 3,7 millones de euros. Cerdán se embolsó 12.490 euros por sus informes. Solo les reclaman la devolución de la segunda cantidad y una indemnización que no bajará de los 102.600 euros por adulterar los hallazgos.
En estas doce sesiones de juicio ha desfilado una treintena de testigos. Los compañeros de excavación de Gil jamás vieron sacar de la tierra una pieza excepcional. Estas surgían en la fase de lavado, controlada por su hermana Ainhoa. Peritos dijeron que los fragmentos databan entre los siglos III al V, pero que sus inscripciones eran «contemporáneas». En varias marcas hallaron restos de acero inoxidable, una aleación de principios del siglo XX. La aparición de grafitos se circunscribe a 2005 y 2006. Cuando obligaron a Gil a colocar una cámara en las zanjas, los descubrimientos cesaron. Jamás ha vuelto a salir nada semejante.
La gran duda es discernir quién los manipuló. En este punto, el fiscal apeló a la réplica de una letrina ideada para ser expuesta en Iruña Veleia. Contenía dibujos y frases en latín. Dos excolaboradores de Gil declararon que éste les contó que salieron de su puño, algo que el acusado dijo no recordar. Dos peritos dijeron en sala que esas letras y las de los grafitos los hizo «la misma mano».
Una réplica de madera de una letrina romana construida por Lurmen ha sido la pieza clave del juicio. Gil reconoció haber realizado los dibujos y no recordar si había realizado las letras que los acompañan. Al menos dos testigos le vieron hacerlas y obtuvieron de Gil la traducción de las inscripciones en latín. «El que hizo la letrina hizo los grafitos. Son de la misma mano», aseguraron dos peritos convocados por la acusación.
La acusación tiene claro que Gil ideó el método para crear las falsificaciones. «Planificó una excavación desastrosa, sin aportación documental ni controles, para facilitar la introducción de las piezas falsas. Le interesaba que se hiciera mal» como parte del plan.
Lurmen percibió de Euskotren 3,7 millones de euros. «Tanto Eliseo Gil como Rubén Cerdán han estafado porque han sacado dinero a base de engaño». Los acusadores creen que amañaron los hallazgos para lograr notoriedad y mantener las subvenciones.
La última sesión del juicio por el caso Iruña Veleia terminó este miércoles con la intervención del principal encausado, el exdirector del yacimiento arqueológico de Trespuentes, Eliseo Gil, que tras los conclusiones de la Fiscalía y de los letrados quiso tomar la palabra para suscribir «plenamente el alegato» de su abogado. Tras comentar que era su «primera vez en este tipo de escenarios», admitió haber acudido al juicio «con una gran curiosidad, prácticamente científica» y añadió haber «aprendido algo en este proceso».
También reconoció que para él «ha supuesto sufrir infinitamente» y explicó que había «visto representar una parte importante de mi vida profesional como lo que yo considero una burda caricatura de lo que fue».
Ante la presencia de la jueza y los letrados, de una docena de medios de comunicación y de cerca de una treintena de personas entre el público, Eliseo Gil indicó que entró en la sala «con dos convicciones: la primera evidentemente, mi inocencia, la segunda, mi confianza en la justicia. Con esas dos convicciones salgo también de la sala», concluyó el principal procesado.
Acto seguido, la jueza dio al segundo de los imputados la posiblidad de añadir lo que deseara al informe de su letrada. En ese momento, Rubén Cerdán, se acercó al micrófono y entre sollozos pronunció unos sonidos incomprendibles, por lo que la magistrada le pidió que repitiera. «No tengo nada que alegar», manifestó, esta vez, de forma más clara. La magistrada pronunció entonces el «queda visto para sentencia» tras doce sesiones, algunas de ellas de más de siete horas.
Tras ello, Eliseo Gil se abrazó en la propia sala con algunas de las personas que fielmente han seguido el juicio días tras día, sin perderse una sola sesión. El primero con el que se fundió en un abrazo fue el geoquímico belga Köenraad Van den Driessche que participó junto a Gil y y su socia Idoia Filloy en varias conferencias en las que defendieron la validez de los descubrimientos de Iruña Veleia. También saludó con afecto a su abogado, Javier Martínez de San Vicente, y a los miembros de la plataforma que defiende la autenticidad de los grafitos y que no hay pruebas de que sean falsos.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.