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Cuando este lunes en Vitoria se concentraron miles de personas, en su mayoría mujeres, para denunciar la creciente violencia de género, no habían pasado ni 48 horas del último caso por el que una joven de 15 años perdía la vida tras ser apuñalada presuntamente por su expareja en Orihuela (Alicante). Ese suceso tan reciente provocó que la manifestación vespertina y más multitudinaria -hubo hasta tres convocatorias distintas; también de Itaia, el colectivo feminista de GKS, y las abolicionistas- se desarrollara desde la plaza San Antón con aún más rabia y hartazgo del que habitualmente protagoniza esta marcha en el Día Contra la Violencia Hacia las Mujeres.
Porque esa furia con la que se pide desde las calles atajar el machismo se abona, durante todo el año, con el surgimiento de múltiples situaciones de acoso sexual. De hecho, si se les preguntaba a cualquiera de las participantes de las convocatorias de este 25N, cada una de ellas era capaz de relatar historias estremecedoras; bien las hubiera sufrido en primera persona, presenciado en su entorno o atendido a través de las redes sociales o medios de comunicación.
El mismo lema de la protesta convocada por el Movimiento Feminista de Euskal Herria hacía referencia a una de las frases que ha dejado el juicio del 'caso Pèlicot': «La vergüenza va a cambiar de bando». Se referían, con él, a que ya es hora de revertir la culpabilización histórica de las víctimas y poner el foco en los agresores. Tras recorrer en bloque las vías Francia, Paz, Florida y Dato al grito de 'Gora Borroka Feminista' o 'Nos tocan a una, respondemos todas', las feministas se mostraron contundentes al término de su reivindicación en la plaza Virgen Blanca: «El mensaje para los hombres es claro: si no sois la solución, sois el problema».
3 convocatorias distintas
ha habido en Vitoria para exigir el fin de la violencia contra las mujeres.
También se refirieron a las instituciones, a quienes les pidieron «más recursos» para «poder atender a las víctimas y darles respuestas efectivas que puedan ser reparadoras». Y, en la misma línea, apelaron a la Justicia. «Principalmente que nos crea y que tenga toda una estructura que sepa atender a todas aquellas que han sufrido violencias», puntualizaron.
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Precisamente en esa gran red morada se aúnan distintos colectivos que tomaron el altavoz para rugir en sintonía contra el patriarcado. Entre otras, la asociación SidÁlava, mencionó las etiquetas de «putas, lesbianas, trans, pobres, migrantes, toxicómanas, con diversidad funcional...» que les «aumentan la probabilidad de sufrir agresiones» y que, a su vez, no les posiciona como «víctimas perfectas». Aún así, «no nos callamos», atajaron. Igual que tampoco lo harán las pensionistas, la asociación de personas con discapacidad física de Álava Eginarez Eginez o las trabajadoras del hogar y de cuidados, quienes también lanzaron sus reclamas.
Karla Álvarez, una de las participantes veteranas de la marcha, apuntó a esa necesidad de «reivindicación colectiva» porque «si no, no podemos luchar contra la violencia contra las mujeres, que es estructural». Una preocupación que, además se extiende a todas las generaciones. «Estamos aquí por nuestras hijas, porque se encontrarán con una sociedad que, en los papeles, parece que aboga por la igualdad, pero que en la práctica, todavía carece de muchos avances», subrayaban Guadalupe Soleto y Ainhoa Berasaluze.
Por su parte, a lo largo de la jornada, empresas, sindicatos y representantes de todos los grupos políticos (excepto Vox) se sumaron a este clamor contra la violencia machista. En este caso, la mirada también se dirigió a quienes niegan el machismo; un comportamiento que se extiende en las redes sociales con la juventud como público objetivo. «Frente a estos discursos, los datos nos siguen recordando que nuestra sociedad arrastra un problema de desigualdad», indicó el Consistorio en su declaración institucional.
El grito de ¡Basta ya! encontró ayer eco en las plazas y calles de los pueblos alaveses para rechazar la violencia hacia las mujeres. Llodio y Amurrio celebraron las concentraciones más numerosas, junto a Salvatierra, donde las asociaciones feministas encabezaron la protesta seguidas de una riada de personas entre las que destacaba el color morado.
En Llodio, el protagonismo lo asumieron por la tarde las mujeres de Solastiar, Etawasol y Avillo. Tras la concentración realizaron una visita al Jardín de Amagoia, asesinada en 2014. Por la mañana, el Ayuntamiento leyó una declaración institucional.
Las mujeres de Amurrio también se manifestaron desde la plaza con una enorme afluencia, pero esta vez lo hicieron con el aliciente de su recién estrenado local en el edificio Villa Fe. También han habilitado un teléfono de contacto permanente, el 605715240, para «hacer la vida más fácil a las mujeres», explicaron las portavoces.
En Ayala, el acento lo puso el PNV al reclamar un lugar «exclusivo» para las mujeres después de que la localidad abriera en 2021 la primera Emakumeen Gela alavesa. Asimismo, Iruña de Oca ha desarrollado actividades para erradicar la violencia hacia las mujeres y en la Llanada, ya el domingo se celebró una marcha en coches «para denunciar la violencia estructural que sufren las mujeres», señaló en movimiento feminista desde Barrundia, ya que «en las fiestas de los últimos años en Agurain, Barrundia y Lautada se están dando casos de agresiones machistas en diferentes grados».
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