El gran genio musical que unía la capital alavesa a una partitura había sido Beethoven con 'La batalla de Vitoria', esa sinfonía de principios del siglo 19 inspirada en el triunfo frente al ejército napoleónico. Así era hasta que otras estrellas eligieron la ciudad, en ... concreto, el escenario de Mendizorroza. Fue a partir de los años ochenta cuando artistas de la talla de Ella Fitzgerald, Pat Metheny, Sarah Vaughan, Dizzy Gillespie, Chick Corea o Bobby McFerry empezaron a formar una constelación que le gustaba desafiarse en cada nota.
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Quien logró atraer a todas esas figuras fue Iñaki Añúa (1943-2022), impulsor del Festival de Jazz de Vitoria con buen gusto y una apuesta por grandes clásicos y jóvenes talentos que convirtieron el programa en una cita de referencia a nivel europeo. El gran promotor cultural, fallecido el pasado 13 de julio, ha sido homenajeado en un encuentro marcado por la emoción en el palacio de Villa Suso en el que viejos amigos repasaron su legado cosido a base de «ilusión» y mucho trabajo ante un centenar de asistentes, entre familiares, cargos institucionales y conocidos.
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Uno de sus colegas del «alma», Wynton Marsalis, encabezó las muestras de admiración tocando desde el balcón del palacio con vistas a la plaza del Machete. El autor de 'Vitoria Suite', cuyo tercer movimiento está dedicado precisamente a la hija de Añúa ('Jason y Jasone'), salió casi a las ocho de la tarde para tocar ' When the Saints Go Marching In'.
Otra de las canciones de ese disco era 'La decisión de Iñaki'. El recorrido por el mapa de la capital alavesa de aquel disco, entregado ayer a los invitados en un acto que comenzó a las seis de la tarde, pasaba por el casco y el centro en otros temas ('Bulería El Portalón' y 'Dato Street Fiesta'). Precisamente, la presencia de uno de los grandes trompetistas de la historia –el mismo que inmortalizó Koko Rico con una escultura del parque de La Florida– simbolizaba la complicidad que lograba Añúa con algunos invitados al certamen. «Uno de los momentos más destacados de mi vida fue la oportunidad de conocer a alguien tan grande», dijo Marsalis visiblemente emocionado en un discurso anterior que dio paso a un coloquio con otros amigos como Pepa Fernández, Mikel Urmeneta, Enrique Portocarrero y José Ramón Pardo. Destacaron su «alegría y seriedad». «Cuando se escriba la historia de la música –si se escribe bien- tendrá un sitio importante junto a un coro de apóstoles y santos», continúo el artista estadounidense. También guardo elogios para el festival y el público vitoriano: «La belleza de personas de esta región creaba un sentimiento muy especial que solo se puede vivir aquí».
Marsalis fue quien firmó 'Vitoria Suite' (2010), un álbum que surgió a partir de una propuesta de Añúa, cuya afición por el jazz nació gracias a un programa de radio avanzado a su tiempo dedicado a este estilo. Lo dirigía su hermano Javier Añúa junto a Luis Abaitua en una emisora local. Más tarde, Iñaki conduciría su propio programa. El alcalde Gorka Urtaran señaló que aquel álbum es un buen «reflejo» de su legado. «Nos deja con los mejores músicos en la mejor ciudad del mundo. Puso en el mapa del mundo a Vitoria», sostuvo el primer edil acerca de un promotor cultural polivalente e incasable que en 2006 recibió la Medalla de Oro de su ciudad. «La pasión de mi padre ha trascendido fronteras. Estamos muy orgullosas del legado», dijo Jasone, hija de Añúa, en nombre de la familia. «Seguid escuchando jazz con pasión, cariño y atención porque se puede aprender mucho».
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