'Caso De Miguel'

La autora de la sentencia, una jueza discreta e implacable

Muy respetada en el Palacio de Justicia de Vitoria, en la Audiencia Provincial de Álava -su actual destino- y en los anteriores juzgados por donde pasó la definen como «seria y profesional, aunque eso no le impide empatizar con las personas más vulnerables». Y huye de los focos. Apenas hay imágenes suyas. «No le gustan nada los titulares. Ama su profesión, lo suyo es vocacional, pero no quiere atención mediática», la disculpa un allegado.

Desde la primera sentencia condenatoria emitida por la Audiencia de Álava hace ahora tres años y medio, el 'caso De Miguel' ha pasado por el Supremo, que ratificó en enero la resolución de Cabero, Tapia y Aztiria, para derivar durante los últimos siete meses en un sinfín de recursos de las defensas y la acusación. Unos para demorar el ingreso en prisión y el Ministerio Público, para acelerarlo. Cabero se ha encargado de estudiar cada escrito. Esta vez, ayudada por los magistrados Francisco García Romo y Ana Zulueta. Han tenido que lidiar con peticiones de indultos, enfermedades de mayor o menor gravedad o declaraciones de insolvencia.

«Han sido muchos recursos y muchos autos porque casi todos los condenados han recurrido todo lo que se les ha notificado. Por ello, si no tensión, se ha generado un incremento de trabajo por la complejidad del asunto y las numerosas alegaciones planteadas y por la repercusión social», indican fuentes judiciales. La Audiencia de Álava se encarga de los casos penales más importantes de la provincia.

Y al frente de ese maremagnum se ha situado esta vitoriana vecina del centro. Procedente de una familia ligada a la medicina, Cabero se curtió en los juzgados de Torrelavega y no desembarcó en el Palacio de Justicia de la Avenida de Gasteiz hasta 2001. Lo hizo además quince días después de que ETA destrozara la fachada sur, decenas de vehículos aparcados y el edificio de enfrente con un coche bomba cargado con 40 kilos de dinamita. Tomó posesión del cargo con las ventanas tapadas con maderos. Porque, como el resto de juristas de su generación, tuvo que aprender a convivir con escolta policial. En su caso, hasta 2011.

Virtuosa del piano, su melodía profesional está ligada a la asociación moderada Francisco de Vitoria. Aunque en sala se le considera seria, «fuera se transforma», advierte su entorno. Y siempre muy ligada a los suyos. Durante la elaboración del histórico fallo judicial pasó días y noches enteras en el hospital Txagorritxu por la grave enfermedad de su madre. «Es una persona muy familiar. Lo primero es su familia. Se sacrifica por ellos».