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Las viejas fotografías te devuelven un yo distinto. Más lozano, pero con peinados y unas pintas imposibles. Pasa algo parecido, pero al revés, al repasar imágenes de época de la calle Dato, con señoras muy enseñoradas ante escaparates de grandes 'boutiques' y caballeros en traje y con sombrero en cafés que respiran 'grandeur'. De aquello poco o nada queda hoy. A la principal arteria comercial de la ciudad se ha tenido que adaptar a los nuevos hábitos de consumo, a las demandas de la sociedad vitoriana, con la llegada de tiendas 'low cost' y la proliferación de negocios que buscan una compra rápida. En su lucha por mantener el pulso, por sobrevivir, no pocos advierten del peligro de que el comercio de Dato esté perdiendo su esencia.
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J. Barbó
Es incuestionable que el salón de estar de los vitorianos no vive su momento de mayor esplendor. Ha perdido enseñas potentes y proyectos como el de Urteim tampoco han terminado de cuajar, pese a que sus dos locales funcionan en el tramo más codiciado de la calle. Sin embargo, más allá de la apreciación de brocha gorda, un análisis escaparate a escaparate refleja otra realidad: la calle mantiene mucha más actividad de la que a priori se antoja. De sus 85 locales (la cifra incluye las sedes de la Seguridad Social, la Cámara de Comercio y la Fundación Laboral San Prudencio), catorce permanecen cerrados. Y de ellos, uno está en proceso de reforma (en la esquina con Florida, que acogerá una nueva clínica dental) y al menos otro de ellos, en el número 38, reabrirá como un estudio especializado en cocinas.
Como ocurre en la mayoría de las arterias comerciales de las grandes ciudades, en Dato sigue imperando la moda. Casi una veintena de negocios se dedican al textil, al calzado o a los complementos. Sin embargo, al contrario que en otras urbes, el gran escaparate de Vitoria no es 'territorio franquicia'. De hecho, la mayoría de locales abiertos(35) son pequeños comercios o tiendas de cadenas locales. Gigantes como Zara Home (la enseña especializada en decoración de Inditex) son aquí casi una excepción.
«A pesar de ser una de ser una de las ciudades con mayor poder adquisitivo de toda España, Vitoria, su centro y, en concreto, la calle Dato no es nada atractiva para las grandes firmas», sostiene un experto en 'retail' que trabaja para una prestigiosa consultora. Su labor consiste en 'fichar' las mejores ubicaciones para las principales cadenas. De ahí su discreción. Con todo, el especialista conoce muy bien esta plaza. «El problema es que la ciudad no cuenta con una masa crítica suficiente: los operadores grandes, las enseñas más potentes buscan grandes flujos que Vitoria no tiene aunque es un sitio con mucho potencial», aduce.
Sin apenas enseñas tractoras con 'flagships stores' como ocurre, por ejemplo en la vecina Gran Vía bilbaína, el comercio 'vtv' (pero que muy 'vtv') resiste en la calle. Hay una farmacia (Zulueta) fundada en 1933, una zapatería, El Cid, que lleva calzando a los vitorianos desde 1905, una confitería, Goya, fundada en 1886 y una tienda de excelso café que embriaga al paseante con su aroma desde el 36, aunque la casa comenzó su actividad en 1896. «Seguimos abiertos porque, por fortuna, también nos dedicamos a tostar café, pero los negocios de siempre lo tenemos muy , muy complicado», sostiene Jesús Eguía tras el mostrador de su tienda panelada en madera oscura labrada. Desde allí ha visto cómo la calle se ha transformado, «cómo ha perdido vida comercial de forma evidente y de eso tiene la culpa el Ayuntamiento, que tuvo la ocurrencia de permitir abrir un montón de supermercados alrededor», censura el comerciante.
10.000
euros es el precio del alquiler mensual del local de 340 metros, que ocupó Adolfo Domínguez en una de las mejores zonas de la calle,
«Estoy algo cansado de escuchar hablar del declive de la calle Dato, de que nunca ha estado peor. Y no es cierto. Siempre se ha mantenido en ese ritmo de cierres y aperturas», tercia Víctor Barandalla, de Trivinsa una de las principales inmobiliaras de la ciudad con sede en la propia calle. Él se ha encargado de muchas de las operaciones comerciales más importantes que se han fraguado en los últimos tiempos en el corazón de la ciudad y matiza que de los catorce locales cerrados solo media docena están en el mercado. Algunos llevan mucho tiempo con la persiana bajada. «El gran problema es que se piden unas rentas muy altas», destaca Barandalla. Un ejemplo: por el local que ocupó Adolfo Domínguez, de más de 340 metros, se pide un alquiler mensual de 10.000 euros.
«Esos alquileres son una absoluta locura, están fuera del mercado y solo responden a la avaricia de sus propietarios: es más fácil vivir de un alquiler que estar ocho horas al día tras un mostrador», afea, en tono muy duro, un histórico comerciante de la calle. «Lo que provocan es que ningún emprendedor con ganas y con ideas pueda abrir aquí, ¿qué renovación generacional vamos a tener con semejantes precios?», se pregunta. El Ayuntamiento ha tratado de poner remedio al problema con una línea de ayudas de hasta el 50% del alquiler con un límite de 500 euros... que se quedan muy cortos para estas rentas de lonjas 'premium'.
La falta de relevo generacional explica el cierre de una boutique histórica como Dedal, que echará la persiana después de 40 años vistiendo a las vitorianas por la jubilación de su propietaria, Blanca Montoya. Por su parte, Rafa Tebar encarna el reverso luminoso: él decidió abrir el pasado enero en Dato su tienda de cortinas. «Lo hice por comodidad, porque soy vecino de la zona y estoy satisfecho: por aquí no para de pasar gente», asegura. Su negocio se encuentra en el tramo de Florida con Manuel Iradier, tradicionalmente el menos atractivo de la calle. Hasta ahora. El aterrizaje de la Fundación Laboral San Prudencio supuso un espaldarazo para la zona, bautizada como 'Dato Sur', donde han abierto en los últimos tiempos varios negocios, muy diversos. «Los alquileres en esta zona son algo más baratos», reconoce el minorista que, convencido de que Dato mantiene «sigue siendo una calle muy atractiva».
La gerente de la asociación de comerciantes Gasteiz On comparte esa misma visión. «Aunque con un corte muy marcado por Florida, la calle es y será el eje comercial, de ocio y turístico por excelencia de nuestra ciudad», asegura, que reivindica el carácter «variado» de su oferta comercial, «propiciada por el cambio de hábitos, la movilidad y las dimensiones de los locales». Con todo, García reconoce que la arteria «necesita un 'restyling'». «Los comerciantes vienen desde hace años su remodelación, la puesta en valor de sus edificios, la redistribución de espacios y mejoras en el mobiliario urbano y en la iluminación» para devolverle el lustre a la calle.
Por su parte, el Ayuntamiento de Vitoria defiende «su apuesta por el comercio en el centro de la ciudad». En este sentido, la concejala del ramo, la socialista María Nanclares, pone como ejemplo iniciativas como el programa de ayudas para el alquiler de lonjas vacías, que se ha ampliado esta semana, y presume de iniciativas «como el Festival de las Flores» al tiempo que defiende que en los últimos 20 años se ha «producido en un incremento de actividades económicas en locales a pie de calle en el Ensanche».
Según las cifras de la edil, si en 2003 había 1.212 negocios en el centro de la capital alavesa, al cierre de 2023 alcanzaban los 1.326. Son 114 más. La cifra contrasta de forma radical con otra que ponía esta misma semana el Partido Popular, que denunciaba que el corazón de la ciudad ha perdido 402 comercios en los últimos 8 años. Frente a esa guerra política de cifras que se libra en los despachos, tras la trinchera de su mostrador son los comerciantes los que cada día luchan por mantener el pulso de la calle Dato.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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