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La Justicia tampoco le cree. Como ya ocurriera antes con la práctica totalidad de la comunidad científica. Los fabulosos hallazgos de Iruña Veleia anunciados hace ... ya catorce años por Eliseo Gil, responsable entonces del yacimiento alavés, eran puro humo. Las piezas desenterradas bajo su supervisión ni redefinen el origen del euskera ni por supuesto sitúan a diez kilómetros de Vitoria la primera representación gráfica de Cristo en la cruz conocida en la Cristiandad. Y así con decenas de hallazgos revolucionarios. Todo fue un montaje.
El Juzgado de lo Penal número 1 de Vitoria condenó este miércoles al arqueólogo por un delito de falsedad documental y otro de estafa. Le impuso un global de dos años y tres meses que, aunque no implique su ingreso en prisión -dado que ninguna de las dos penas supera los dos años-, sí termina de sepultar su quijotesca defensa de unos hallazgos en cuya veracidad sólo creen él y un reducido grupo de acólitos que este miércoles criticaron el fallo en una rueda de prensa. A su colaborador Rubén Cerdán, que se lucró con dos falsos informes de verificación, le cae un año y tres meses. Tampoco pisará la cárcel.
Los 256 folios de la sentencia, adelantada este miércoles por la web de EL CORREO, no dejan lugar a la duda. La aparición en cerámicas auténticas de las primeras palabras comunes en euskera o la primera crucifixión formaban parte de un «plan» urdido por Gil, a quien le queda el comodín de recurrir a la Audiencia Provincial de Álava y alargar una letanía judicial que ya supera los once años. La denuncia de la Diputación, dueña del yacimiento, fue interpuesta en la primavera de 2009.
A tenor de las pruebas y testimonios referidos durante el juicio celebrado en febrero, la magistrada Isabel María Díez-Pardo le señala como ideólogo de una trama que engañó a la Diputación, al Gobierno vasco y a Euskotren, firma pública que le inyectó 3,7 millones de euros de subvención. Ese dinero se ha perdido en el limbo puesto que la compañía no se personó a la causa. Gil y Cerdán sólo deberán abonar poco más de 12.490 euros a la Administración foral por los informes inventados que le colaron como verdaderos.
El arqueólogo, además, deberá abonar otros 72 euros por los desperfectos ocasionados en las piezas, de la época tardorromana, sobre las que 'alguien' hizo marcas teóricamente revolucionarias. Sólo que contenían numerosos errores de bulto que provocaron el rechazo científico desde el principio. Durante las excavaciones nadie observó fragmento revolucionario alguno. Siempre aparecían tras la fase de lavado, dirigida por la hermana de Gil.
De hecho ha quedado sin cerrarse la verdadera incógnita de esta polémica que apuntaba a historia interminable: quién manipuló los grafitos para que parecieran «excepcionales» y revolucionaran la historia. Aunque todas las miradas apuntan a Gil, no se ha podido probar.
La resolución judicial habla de un «plan orquestado» por Gil para vender como únicas piezas comunes. Sin embargo «no se considera suficiente para atribuir sin ningún género de dudas al acusado (Gil) la autoría de propia mano (...), sin perjuicio de que él mismo haya podido o no realizarlas por sí mismo o a través de un tercero».
En función de las declaraciones, evidencias e informes varios, Díez-Pardo censura los métodos de Gil, recuerda los toques de atención que recibió por el almacenaje sin seguridad de las piezas, para remarcar que, como mínimo, permitió que unos fragmentos reales pero sin excesivo valor fueran manipulados para dar gato por liebre. Pese a que nadie duda de la autenticidad de los grafitos, las incisiones que presentan son «recientes», según la mayoría de expertos que desfilaron por el juicio.
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«Es la mayor falsificación del mundo romano», certificó el ertzaina a cargo de las arduas investigaciones, mantenidas vivas gracias al empeño del Juzgado de Instrucción número 1 de Vitoria, que nunca dejó morir el caso. Sin embargo, la dificultad de la materia -algunos informes tardaron años en completarse- alargó la investigación como nunca antes se había visto en Álava.
En total, el proceso judicial se ha ido hasta los once años. Y entiende Díez-Pardo que, a pesar de no haber rastro de arrepentimiento en Gil y Cerdán, tanta espera les ha perjudicado sobremanera. Por eso aplica la atenuante de «dilaciones indebidas». No en vano, la Fiscalía pedía hasta cinco años y medio de cárcel y la Diputación, siete años y medio.
Las condenas del caso 'Iruña Veleia'
Eliseo Gil - Exresponsable del yacimiento foral
: 72 euros por deteriorar piezas. Y el 50% de 12.490 euros para la Diputación.
Indemnización
Rubén Cerdán - «Físico nuclear» que validó los hallazgos
: El 50% de 12.490 euros a la Diputación, propietaria del yacimiento.
Indemnización
Óscar Escribano - Geólogo
: 2.160 euros.
Indemnización
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