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Utilizar en la misma frase cementerio y celebrar (en el sentido festivo de la palabra) suena a macabro oxímoron. Pero el caso es que, aunque no haya fastos previstos para conmemorar la fecha, el cementerio de El Salvador, al que hoy acudirán miles de personas ... para honrar a sus muertos, cumple medio siglo. El camposanto se construyó en 1973, en plena expansión de la ciudad, para aliviar al de Santa Isabel, donde ya no cabía un alma. Desde entonces, la vida ha cambiado de forma radical. También la muerte y nuestra forma de entenderla. Justo ese mismo año se inauguró el primer horno crematorio de España, en el cementerio de la Almudena de Madrid.
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Jorge Barbó
Hubo que esperar más de 25 años para que los vitorianos pudieran incinerar a sus muertos aquí, sin tener que desplazarse a otras ciudades. El 5 de septiembre de 1998 se incineró por primera vez un cadáver en la capital alavesa, en el horno Shelton Diamond de la funeraria Vitoria-Gasteiz (hoy Albia), en Gamarra. Fue un señor de Heredia, de 74 años y sus familiares decidieron esparcir después sus cenizas en el cementerio del pueblo.
En estos 25 años, cada vez más vitorianos han dejado clara su voluntad de ser cremados al morir. Hasta no hace tanto, la mayoría de las familias decidían llevarse las cenizas a casa o esparcirlas en lugares especialmente señalados, a la sombra eterna de esa higuera, en aquella viña, en esa ladera de hermosas vistas que el finado tanto disfrutaba... Sin embargo, algo está cambiando. Los allegados de los difuntos parecen preferir que las urnas fúnebres descansen en un columbario oesparcir los restos en un jardincito en el propio camposanto. Hasta tal punto ocurre esto que en Vitoria ya prácticamente se presta el mismo número de servicios funerarios con cenizas que sepelios.
Según las últimas cifras municipales, de las 1.075 inhumaciones que se han realizado en lo que va de año en los cementerios de la capital alavesa –la mayoría, en El Salvador–, 534 (el 49,67%) se han efectuado con cenizas y 543 (el 50,3% restante), con cadáver.
Ante esta situación, el Ayuntamiento ha decidido ampliar el número de columbarios para dar depositar cenizas. En la actualidad, se están levantando 63 nuevos espacios para urnas funerarias en la manzana 151, justo donde, en 2014, se 'sembró' un jardín de cenizas, en el que las familias pueden colocar una plaquitas con el nombre del finado tras esparcir sus restos si así lo desean. Allí mismo también se habilitó el pasado año una zona de duelo perinatal.
Entre tanto, el cementerio de El Salvador se encuentra hoy al límite de su capacidad. O, para ser más precisos, lo están sus infraestructuras funerarias construidas. El matiz es importante porque esto no quiere decir exactamente que el camposanto precise de una ampliación urgente más allá de sus tapias: de hecho, cuenta todavía con una amplia superficie libre. Pero, a día de hoy, las instalaciones funerarias de Otazu tienen muy, muy pocos espacios disponibles para realizar inhumaciones.
Tal y como reflejan los datos que aportan los responsables municipales del área de Espacio Público, de la que depende la gestión de los cementerios de la capital alavesa, en la actualidad prácticamente todos los espacios para realizar enterramientos en El Salvador están ocupados. El 98,97% de sus, aproximadamente, 8.000 nichos y el 98,78 de sus 6.000 sepulturas no están disponibles.
Según estas cifras, solo hay unos 80 nichos y 70 sepulturas dispuestas para dar descanso eterno a los difuntos ahora mismo. Sin embargo, la situación no preocupa en exceso a los responsables municipales. «Aunque constatamos que hay una necesidad real en el número de nichos y sepulturas –conceden–, por ahora la situación está normalizada y se van ajustando estos números con las revisiones, es decir, con las devoluciones de las sepulturas, nichos, columbarios o panteones», explican portavoces del Consistorio. Es el caso, por ejemplo de aquellas personas que reciben en herencia la concesión administrativa (que no la propiedad) de una sepultura y deciden renunciar a ella.
Con todo, los mismos medios deslizan que el Ayuntamiento de Vitoria tiene previsto consignar en los próximos presupuestos, los de 2024, «una partida específica para cubrir cualquier eventualidad y aumentar la disponibilidad de nichos y sepulturas». A Vitoria no le faltará sitio para enterrar a sus muertos.
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