El anuncio del Gobierno vasco de que cada municipio deberá atajar sus botellones se dio de bruces este jueves con la cruda realidad. Al menos en Álava, donde la inmensa mayoría de las localidades carece de los medios policiales suficientes y de la infraestructura necesaria ... para sellar los accesos a las zonas de potencial reunión de jóvenes, edad en la que los contagios se han disparado. De poco sirvió que dos pesos pesados del Ejecutivo de Lakua insistieran en esa política de tolerancia cero con la quinta ola desatada. Primero, el portavoz Bingen Zupiria, y más tarde el propio lehendakari. Sus palabras sólo cosecharon quejas de las instituciones locales. De manera singular de aquellas que no están en manos del PNV, pero también desde pueblos gobernados por los nacionalistas.
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Vitoria ejemplificó este jueves la impotencia en la que se mueven los ayuntamientos. Pese a las recomendaciones del Ejecutivo de Urkullu, no se sellará entre las 0.00 y las 6.00 horas ningún parque de la ciudad, aunque sí se «intensificará» la vigilancia policial, un eufemismo porque también se anunció que no se reforzará la presencia de agentes en las calles. En la capital alavesa, patrulleros de la Policía Local y la Ertzaintza tienen localizados «más de una quincena» de puntos de celebración de botellones, entre ellos los parques de Armentia y Olarizu. Pero no habrá limitación de accesos. «No se pueden vallar los más de 10 millones de metros cuadrados de zonas verdes de que dispone la ciudad», apuntó el Gabinete Urtaran, que además de alcalde de Vitoria es presidente de Eudel, la asociación de municipios vascos. «Además, si se hiciera, se impediría el tránsito por parques y jardines, así como la realización de otras actividades como las deportivas, que sí que están autorizadas», concluyó en una nota.
Con la quinta ola del coronavirus en máximos entre la población más joven -1.200 contagios este jueves, 154 en Álava-, el Ejecutivo de Iñigo Urkullu anunció el miércoles el veto a las reuniones al aire libre entre 'no convivientes' entre las 0.00 y las 6.00 horas. Esta prohibición, diseñada expresamente para luchar contra los botellones de fin de semana, halló eco con las palabras del portavoz del gobierno autonómico. Bingen Zupiria, en declaraciones a Radio Euskadi, pidió a los ayuntamientos el cierre a los lugares públicos donde se reúnen los adolescentes. Horas después, el propio Urkullu insistió ante las dudas jurídicas en que «planteamos que se tome como prohibición la excesiva interacción social y, por lo tanto, el agrupamiento de personas en determinados ámbitos dentro de un horario establecido y que conozcan que es un riesgo».
En Álava, estas manifestaciones hicieron fruncir el ceño a la síndica -que dudó de su legalidad-, a los agentes de la Policía Local y, también, al Ayuntamiento de Vitoria. El Gabinete de Gorka Urtaran emitió un comunicado en el que prometió poner «todos los medios a su alcance», apeló a la «coordinación» entre Guardia urbana y Ertzaintza para mejorar la eficacia de la labor de control para, finalmente, lanzar un reproche a Lakua. «Los ayuntamientos no pueden poner a un policía local detrás de cada persona, con lo que apelamos a la conciencia ciudadana para actuar de forma correcta», ahondó.
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En el resto del territorio, el panorama es de absoluta incomprensión. Ninguna población alavesa excepto Vitoria y Llodio dispone de turno de noche de Policía Municipal. Los otros 49 ayuntamientos o solo disponen de agentes de día, caso de Amurrio, o carecen completamente de ellos y dependen de las rondas que pueda efectuar la Ertzaintza por sus calles. «Lo que ha hecho es dejarnos 'el marrón' a los pueblos. ¿Para qué vallar un parque si luego es imposible controlar si se cumple?», explotaba Koldo Garitagoitia, alcalde de Alegría-Dulantzi. Hasta en Llodio veían de complicado cumplimiento la recomendación del Ejecutivo de Urkullu. «No tenemos personal suficiente», trasladaba su regidor, el peneuvista Ander Añibarro.
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6 horas al día se prohíben las reuniones al aire libre de 'no convivientes'. Desde esta madrugada, entre las 0.00 y las 6.00 horas, el Gobierno vasco veta estos encuentros, en una clara alusión a los botellones de los jóvenes cada fin de semana.
El anuncio del Gabinete Urkullu fue recibido con pasmo en la comisaría de Aguirrelanda, la sede de la Guardia urbana vitoriana. «Con un culo sólo se tapa un asiento. El papel lo aguanta todo, pero con los efectivos que hay de noche en Policía Local, y teniendo en cuenta que están haciendo desaparecer una unidad como el GPA, que daba apoyo al turno de noche, poco -por no decir nada- podremos hacer para controlar los botellones», advirtieron desde Sipla, la central mayoritaria.
La misma longitud de onda registraron en Erne, el segundo sindicato de la casa. «No hay agentes suficientes. Piden un imposible. Rogamos al Gobierno vasco y a nuestro ayuntamiento que dejen de vender humo a los ciudadanos. Ya andamos mal para cubrir los servicios habituales», apostillaron.
«Cada sábado no paramos»
Cada noche de fin de semana -en especial, los sábados-, «no paramos porque se han disparado las peleas, hay muchos hurtos de móviles, carteras y bolsos a los jóvenes que salen de fiesta...», enumeran integrantes de este cuerpo. El pasado sábado, por ejemplo, la zona de Nueva Fuer, registró varias intervenciones policiales por las agresiones entre adolescentes. Esa jornada actuó allí la Ertzaintza.
Alertan a su vez los agentes de que la detección de los botellones resulta más complicada en Álava. «Mientras que en Bizkaia y Gipuzkoa, sus jóvenes se agolpan por centenares en playas y campas, aquí rara vez superan la veintena. Pasan más desapercibidos».
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