David González
Domingo, 12 de noviembre 2023, 00:52
Café, cola cao, agua, zumos y magdalenas. Marisa y Rosana aprovisionan la furgoneta de Berakah en el parking de la calle Santa María. Les aguarda una larga jornada por la Vitoria más oscura a bordo de la unidad móvil de la asociación pastoral del Casco ... Viejo, un apoyo para las 300 mujeres que se prostituyen en pisos, clubes y bajeras (lonjas a pie de acera). En las rotondas, antes la opción principal, únicamente ejercen cuatro chicas y no todas las noches.
Publicidad
Noticia relacionada
«Es malísimo. La prostitución está mucho más oculta e inaccesible», se queja Rosana, con cinco años de experiencia en esta labor social. Marisa acumula dieciséis. «Salimos una noche a la semana. Ahora nos adaptamos a los clubes y pisos, que nos reciben más al mediodía, cuando nos dan permiso para visitarles». No siempre es así.
100
pisos donde se ejerce la prostitución en la actualidad en Vitoria, lo que dificulta sobremanera el seguimiento por parte de la Ertzaintza, la Policía Nacional y ONGs como Berakah. También hay seis clubes y «bajeras» -locales a pie de acera-. Unas 300 mujeres practican la prostitución a diario en la ciudad. El 25% son transexuales. Quedan cuatro chicas en un par de rotondas de la zona norte.
«Hay mucha rotación. Antes estaban 28 días, pasó a 21, ahora hay casos que cada 7 días cambian de ciudad». Hay una razón clara. «No asientan en ningún lado. Y es muy difícil lograr una relación de confianza. Tanto las de calle como las de clubs son muy herméticas, muy desconfiadas. Necesitas mucho tiempo para entablar una relación. Y los pisos son prácticamente inaccesibles», radiografían. «Ahora hay más víctimas que antes. Muchas están anuladas». Y con un desesperado pensamiento. «Pagar la deuda es lo único. Alguna si no come, no come», alerta Marisa.
Quieren ayudarles, pero cada vez les resulta más complicado. «Nos presentamos, decimos de dónde venimos y que nuestro deseo es acompañarlas en lo que podamos ofrecerles y ayudarlas. A partir de ahí ofrecerles todos nuestros servicios».
Publicidad
Joy, la protagonista de la siguiente página, se atrevió a romper con todo. Es una excepción. Sobre todo entre las africanas. «Sus familias están amenazadas con el vudú. Es otra cultura», diseccionan ertzainas y policías nacionales especializados. «Con las latinas suele haber más opciones». Pero sin denuncia nada pueden hacer. Se considera que se prostituyen de manera voluntaria. Es alegal, que no ilegal.
«No hay cuestionamiento, no hay juicio por nuestra parte», ilustra Rosana. «Es un acompañamiento personal. Nuestra estructura da opción a ofrecer muchos recursos. Habitacionales, administrativos, sanitarios...». A partir de ahí puede abrirse una puerta. «Si lo conseguimos puedes indagar más en la situación vital de cada una. Entonces puedes empezar a ofrecer la posibilidad de dejar este mundo, una pequeña alternativa. No nos correspondería a nosotros, pero como no la hay...». Aluden a la falta de subvenciones específicas para estas mujeres, de las que el 25% son trans.
Publicidad
Pasaporte retenido
«Normalmente no tienen ni padrón, con lo cual carecen de acceso a las ayudas. Necesitas un padrón, una antigüedad para acceder a la primera ayuda. Muchas tienen el pasaporte retenido», refieren con tono preocupado. Por eso lanzan un ruego a las instituciones. A Gobierno vasco, Ayuntamiento de Vitoria y Diputación de Álava. «Creemos que para ellas debe haber una vía diferente. En la actualidad sólo existen iniciativas privadas». Por ejemplo, la asociación Gizarterako.
El método de control también cambia. «Pagan más por una habitación que cualquiera, con lo cual es más difícil sacarles de ese círculo vicioso», enfatizan estas voluntarias. En los clubs, su agenda se reduce a «trabajar las tardes y noches, dormir la mañana, levantarse al mediodía y vuelta a trabajar». Son víctimas fáciles. «Hemos tenido casos de violencia fuerte una noche y no denuncian porque el miedo les puede. Sabiendo que si lo hubieran hecho hubieran accedido a una ayuda».
Publicidad
¿Y los clientes? «Lo que pasa es que se mercantiliza el cuerpo de una mujer, la deshumanizas y no ves sus condiciones. En los clubs a veces nos dicen que algunos van a hablar, se sienten solos. ¿Pero cómo les va a interesar que eso salga a la luz?». Rosana se confiesa «muy frustrada, aunque cuando rescatas a una es la satisfacción total».
Accede todo un mes por solo 0,99€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.