El humedal de Salburua, durante un atardecer de este otoño. Igor Martín

El acuífero cuaternario de Vitoria se recupera tras 30 años de contaminación por nitratos

La fina laguna de hace miles de años sobre la que 'flota' el municipio tiene una extensión de 90 kilómetros cuadradros

Domingo, 3 de diciembre 2023, 01:08

Vitoria 'flota' sobre una fina laguna invisible que ocupa 90 kilómetros cuadrados. El acuífero del cuaternario, que en su día fue una reserva estratégica de agua, se recupera poco a poco de treinta años de contaminación por fertilizantes, más intensa en unas áreas que en ... otras. Esos 25 hectómetros cúbicos que pueden llegar a almacenarse en el estío (101 piscinas olímpicas) entre rocas calizas formadas hace millones de años hoy en día no son potables, pero falta menos. Su calidad roza el mínimo que pide Europa. «La evolución de la concentración de nitratos del acuífero es un ejemplo de evolución favorable que no es muy frecuente encontrar en el Estado», destaca Iñaki Arrate, responsable de Planificación de la Agencia Vasca del Agua (URA).

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El acuífero del que se nutre la joya verde de Vitoria, el humedal de Salburua, y que en verano garantiza el caudal de ríos como el Alegría o el Errekaleor, ha cumplido durante años un papel clave en la regulación hidrológica de la ciudad. Se extiende por el subsuelo del municipio de este-oeste e incluye los márgenes de los ríos Alegría, Batán, Zadorra y Zaia, cuyos aportes sedimentarios junto con las lluvias han contribuido durante siglos a su formación.

La creación de balsas de regadío que aprovechan las escorrentías de los Montes de Vitoria ha sido una de las claves

Tiene un espesor medio de cinco centímetros. No es gran cosa, pero hubo un tiempo en que se sirvieron de sus aguas los romanos, como constatan las termas de Arkaia. Fue clave para los vitorianos de la Edad Media y ayudó también a los de la industrialización. En el siglo XIX llegó a haber en la urbe 324 pozos repartidos por 30 calles de las apenas 51 existentes y de todo aquello hoy queda el pozo artesiano de la Virgen Blanca, alguna poza en solares vacíos de Esmaltaciones y decenas de bombas de achique en los barrios periféricos de la ciudad mantienen a raya el nivel freático en trasteros y garajes.

En su contexto

  • 25 hectómetros cúbicos es la cantidad de agua que se almacena entre sus gravas y arenas durante el estiaje. El agua aflora en los humedales y mantiene el cauce de ríos con el Alegría.

  • Historia Aunque las rocas tienen millones de años la formación del acuífero data de entre unos 25.000 y 50.000 años. Los romanos ya usaron sus aguas, como se demuestra en las termas de Arcaya y fue importante durante la Edad Media.

  • 324 pozos llegó a tener la Vitoria del siglo XIX en 30 del apenas medio centenar de calles que la formaban entonces. A finales de ese siglo se hizo el pozo cartesiano de la Virgen Blanca.

  • Años 90 La agricultura intensiva, los cultivos de regadío, el abuso de los fertilizantes, el uso de pozos para regar los campos con agua del acuífero, la modificación de cauces... Una combinación de factores hizo que se disparara la contaminación por nitratos.

Pero lo que lo cambió todo en su interior fueron los nuevos aires agrícolas. El campo modificó su funcionamiento a partir de 1950, explican Arrate y el catedrático de Hidrogeología de la UPV Iñaki Antigüedad. Se concentran parcelas, irrumpe la agricultura intensiva, los cultivos de secano como el cereal dejan paso a otros de regadío como la patata y la remolacha, se talan los bosques, se desecan las balsas de Salburua, se desplazan cauces, se crean acequias y pozos-balsa (cubos) en los campos. «Y el acuífero va perdiendo su capacidad de retener el agua», relata Antigüedad.

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Pozos-piscina

Desde esos pozos-piscina se bombeaba agua para regar los campos y se emplearon fertilizantes, entonces más asequibles, de manera profusa. La tierra no los absorbía todos y se volvían a filtrar al acuífero. «Y aguas abajo había otro agricutor que bombeaba agua que ya iba cargada de nitratos y echaba más abono... Esos excesos hicieron que el acuífero se contaminase muy rápido».

En 1991, agrega el catedrático, las directrices europeas obligaron a los países miembros a declarar sus zonas vulnerables por contaminación por nitratros de origen agrario y el acuífero cuaternario fue una de las primeras áreas señalada en rojo por el Gobierno vasco, sobre todo en su sector oriental, la cuenca del río Alegría hacia Zurbano. Antes ya se habían chequeado sus manantiales y pozos.

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Llegaba el momento del cambio. «Las aguas acumulaban en algunos puntos hasta 200 miligramos de nitratos por litro cuando el máximo marcado por Europa es de 50», explica Arrate. Hoy aún no se llega a ese estándar de calidad pero por muy poco. El acuífero ha recuperado buena parte de su salud perdida. «Han pasado bastantes cosas en estos años», explica el responsable de Planificación de URA. Para empezar, el uso de fertilizantes está más controlado. Además, de esos campos de patata y remolacha tan demandantes de agua y abono se ha pasado de nuevo al cereal. Y la tercera causa de mejora hay que buscarla en la propia forma de riego. «La Diputación alavesa en los 90 apostó por otros sistemas de regadío basados en las escorrentías naturales de los Montes de Vitoria». Los agricultores riegan con agua almacenada en balsas sin nitratos. «Se rompe ese fenómeno anterior de recirculación de agua contaminada y el acuífero se va recuperando».

¿Algún día podría utilizarse ese agua para beber? Es un escenario que los expertos no contemplan en estos momentos, entre otras cuestiones porque Vitoria en materia de recursos hídricos es «afortunada» y tiene muchas otras alternativas mejores que las del agua de un acuífero de tan poco espesor.

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Otras amenazas

Desde el punto de vista de suministro no tendría una gran función, pero cumple una gran función ambiental y es que alimenta los humedales de Salburua y a los ríos que están en conexión con él», agrega Antigüedad. El profesor estudia ahora las afecciones que tienen los lixivados de vertedero de Vitoria o de las graveras de Lasarte en esas aguas subterráneas. Una red de doce piezómetros (tubos para extraer muestras a seis o siete metros de profundidad) rodean estas zonas y se extienden hasta la entrada del parque de Zabalgana.

Esta masa de agua a estudio, que podría tener entre 25.000 y 50.000 años de antigüedad, es impenetrable. El acuífero es una capa de materia porosa embebida de agua con una forma de cuenco de varios kilómetros de extensión y muy poca profundidad. Es invisible. Como explica el geólogo Luis Eguíluz en la revista 'Geología 20', «es un cubo lleno de arena en el que añadimos cantidades importantes de agua; si le hacemos un agujero. el aguas que se encuentre por encima se escapara´hasta quedar al mismo nivel·. En invierno se recarga con el agua de lluvia y de los arroyos y en verano se encarga de insuflar vida en humedales y cauces.

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