A nadie le gusta meterse en la cama con una motocicleta, pero eso es lo que le sucede a uno de cada cuatro adultos españoles. La pareja de un roncador ha de soportar cada noche un sonido atronador que puede alcanzar los 80 decibelios, es
decir, durante el sueño convive con el rugido de un tubo de escape. El ronquido es blanco de muchos chistes, pero para millones de personas es un auténtico drama.
Según un estudio de la Asociación Británica del Ronquido y la Apnea del Sueño, las personas que roncan privan a su pareja del equivalente a dos años de sueño en 24 años de vida en común. Un 85 por ciento de los dos mil adultos que participaron en la encuesta dijo que su relación con la otra persona mejoraría sensiblemente si se resolviese el problema del ronquido y más de la mitad confesó que el ronquido de la pareja había afectado a sus relaciones sexuales. Quienes comparten su vida con una persona que ronca afirman que sufren irritabilidad, se sienten frustrados y se quejan de cometer faltas en el trabajo que atribuyen a la privación de sueño, pero ellos no son los únicos que sufren.
El ronquido es un acto involuntario que se produce cuando la vía respiratoria superior está obstruida, o no está completamente abierta, por lo que el individuo tiene dificultades para respirar con normalidad. Es entonces cuando inspira aire por la boca, que al llegar a la parte trasera provoca el choque entre la campanilla (úvula), el velo del paladar blando, la garganta superior y la lengua, que está caída hacia atrás cuando dormimos. El resultado es una vibración que emite los molestos ruidos.
Así es el mecanismo, pero ¿por qué unos sí y otros no? Las personas que padecen ronquido tienen al menos alguno de los siguientes problemas: flaccidez en los músculos de la boca y la garganta, engrosamiento excesivo de los tejidos de la garganta, tamaño aumentado del pala- dar o la campanilla y/o obstrucción nasal. La causa número uno para el ronquido es el sobrepeso. Cuando uno engorda, los kilos de más no sólo se depositan en la barriga, sino en otras partes del cuerpo como la papada, el paladar y la campanilla, y eso provoca que por la noche vibre más contra la pared que tiene detrás.
El problema de salud se agrava cuando al ronquido se le añaden las apneas, una complicación que desarrolla el 40 por ciento de los roncadores severos. En cada una de las apneas se suspende la respiración durante al menos diez segundos, el oxígeno no llega a la sangre y, por lo tanto, tampoco al corazón, los pulmones y el cerebro, que han de hacer un sobreesfuerzo para compensar la falta de aire. «En el adulto, la consecuencia de que no haya recibido durante la noche suficiente oxígeno es que está más cansado, más fatigado, más irritable, rinde menos en el trabajo y tiene problemas de libido e incluso impotencia», señala el doctor Jordi Coromina, codirector de la unidad de Otorrinolaringología del Centro Médico Teknon, en Barcelona.
A los problemas físicos se suman los derivados de la somnolencia. Los dos millones de personas en España que padecen apneas no duermen durante las tres cuartas partes de la noche (no es lo mismo no dormir que estar despierto) y multiplican por 11 el riesgo de sufrir un accidente de tráfico. Las cifras asustan: el 30 por ciento de los siniestros por carretera se debe a trastornos de sueño.
A los problemas físicos se suman los derivados de la somnolencia. Los dos millones de personas en España que padecen apneas no duermen durante las tres cuartas partes de la noche (no es lo mismo no dormir que estar despierto) y multiplican por 11 el riesgo de sufrir un accidente de tráfico. Las cifras asustan: el 30 por ciento de los siniestros por carretera se debe a trastornos de sueño.
La proliferación de estos problemas ha hecho que en España cada vez se creen más unidades del sueño y las soluciones que proponen los especialistas para 'curar' el ronquido son de cuatro tipos: cambio de hábitos (la tríada de perder peso, dejar de fumar y evitar el alcohol hace maravillas), férulas para la mandíbula, cirugía oral y CPAP.
La CPAP (presión positiva continua en la vía aérea) es la más eficaz, aunque los médicos sólo suelen indicarla cuando hay apnea. La CPAP no es más que una mascarilla especial que se coloca mediante dos tubitos en la nariz e insufla aire del ambiente a presión que no deja que el paladar se cierre. En España, cien mil personas se lo colocan cada noche, pero el 15 por ciento no la tolera por incomodidad. Juan Español es médico, tiene 50 años y sufre síndrome de apnea obstructiva del sueño. «Si yo adelgazara 40 kilos, probablemente dejaría de roncar, pero ya lo he intentado y sé que no soy capaz. Desde que empecé a usar la CPAP hace diez años, me ha cambiado la vida. Sé que visualmente es desagradable, para tu pareja y para los niños sobre todo, pero he pasado de dormirme en todas partes, en el trabajo, en el coche, a volver a vivir. Mi mujer está encantada».
A Juan le dieron la opción de operarse, pero prefirió no hacerlo porque «no funciona con todo el mundo, no hay garantías y tengo entendido que el posoperatorio es muy doloroso». Según Jordi Corominas, uno de los mayores especialistas en cirugía bucal con láser, «cuando está indicada, los resultados son muy satisfactorios».
El tratamiento quirúrgico consiste en eliminar los obstáculos anatómicos que provocan la obstrucción de la vía aérea superior, desde las fosas nasales hasta la laringe, o aumentar el tono de la misma mediante diferentes técnicas que pueden realizarse solas o combinadas. Hasta hace unos años, la operación número uno para tratar a los roncadores era la traqueotomía, pero ahora la intervención quirúrgica más común es la uvulopalatofaringoplastia –o UUPP en sus siglas anglosajonas–, que consiste en quitar el exceso de tejido de la parte posterior de la garganta. La principal novedad es la introducción del láser, que actúa como si fuera un bisturí de luz sin provocar una gota de sangre y con mayor precisión a la hora de extirpar la campanilla (prescindible como el apéndice) y parte del paladar blando. Además, también se usa la radiofrecuencia, similar al láser, pero menos agresiva, ya que encoge el tejido, mientras que el láser lo corta. Las dos técnicas se usan también para la reducción de los cornetes de la nariz, que puede ser otro de los motivos de la obstrucción nasal.
Para los que no quieren pasar por el quirófano ni usar la CPAP, otra solución menos radical es el dispositivo de avance mandibular, una especie de férula que ayuda a retener la lengua, levantar el paladar o variar la posición mandibular, con lo que se consigue el avance pasivo de la lengua, que no cae hacia atrás durante el sueño.
En las sociedades modernas, el envejecimiento de la población y los peores hábitos alimentarios están provocando un creciente aumento de roncadores y, por consiguiente, de personas afectadas por el síndrome de apnea obstructiva del sueño. En la Red podemos encontrar más de 200 remedios, desde el más casero, de ponerse pelotas de tenis en la espalda para no dormir boca arriba, hasta un aparato cruel que, colocado en la muñeca, reacciona con pequeñas descargas eléctricas cuando detecta el sonido. Pero tampoco es cuestión de torturarse.
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