Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.
La resonancia magnética o IRMf combina dos procedimientos: campos magnéticos y ondas de radio. Básicamente es como meter la cabeza en un imán gigante para sacar instantáneas del cerebro. ¿Cómo? Los protones de los átomos del cerebro son alineados con el campo magnético y luego
se les saca de la fila con un pulso de onda de radio. Cuando vuelven a su posición, emiten sus propias ondas, que un ordenador captura para traducirlas en imágenes. Esto sirve, por ejemplo, para detectar tumores. «Pero en los años 90 se descubrió que podíamos usar estas máquinas de modo diferente», relata Read Montague, uno de los pioneros de esta técnica, utilizada en medicina desde 1971.
La sangre contiene hierro y también oxígeno y azúcar. Cuando una neurona se activa, la sangre oxigenada acude a irrigarla (las neuronas no tienen reservas de glucosa y necesitan combustible). El imán detecta entonces el hierro y se 'chiva' de su presencia. ¿Y eso qué tiene que ver?
Pues que los cambios en la actividad neuronal están relacionados con los cambios de flujo sanguíneo. Si se hace un vídeo del mismo, se obtiene una representación de la actividad cerebral. Esto ha revolucionado la ciencia cognitiva. No importa el área, ya sea la memoria, el movimiento de brazos y piernas, pensar acerca de nuestra suegra, enfadarse, una reacción emocional... Si metemos a alguien en una máquina de resonancia magnética, veremos estas variables mapeando su actividad cerebral.
Accede todo un mes por solo 0,99€
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión