El poder en Filipinas

Una cita con Imelda Marcos, la incombustible hacedora de reyes

Adicta al lujo, la viuda del dictador más brutal que ha conocido Filipinas aún maneja los hilos en su país. A sus 93 años, la llamada “mariposa de hierro” ha logrado recuperar el poder, al asumir su hijo Ferdinand Marcos Júnior la presidencia, 36 años después de que la ocupase su marido. Imelda sigue siendo una figura tan extravagante como aterradora.

Jueves, 15 de Diciembre 2022, 15:41h

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La ex primera dama de Filipinas reparte billetes a los niños de los barrios pobres de Manila desde la ventanilla de su coche. Se considera, dice muy seria, «la madre de Filipinas». Y eso implica ciertas obligaciones. «Como primera dama, mi deber era vestirme

bien y estar guapa. Los pobres siempre buscan una estrella que contemplar en la oscuridad de la noche». Cada vez que abre la boca da escalofríos. En su mansión de Manila vive rodeada de sirvientes y obras de arte, convertida en una figura tan grotesca y extravagante como aterradora.

Es el retrato que la cineasta Lauren Greenfield hace de ella en The kingmaker, un documental tan revelador de Imelda como de Filipinas. Greenfield se interesó por ella tras conocer la historia de Calauit Island, una isla de la que los Marcos echaron a 254 familias indígenas en 1976 para montar un safari. Un avión trajo desde Kenia 104 animales que son hoy el decrépito símbolo de la dictadura conyugal más famosa del siglo XX.

Ferdinand Marcos fue un héroe de guerra y un político emergente cuando conoció a esta ex Miss Manila, una chica de 28 años y buena familia que quería casarse. Le pidió matrimonio «en treinta minutos» y la boda se celebró once días después. Con la llegada de Marcos al poder, en 1965, la pareja se dedicó a viajar por el mundo, codeándose con la flor y la nata del establishment de la época –desde Reagan y Castro hasta Gadafi, Sadam o Mao Zedong– y haciendo negocios hasta acumular una fortuna de entre 5000 y 10.000 millones de dólares, según Transparencia Internacional.

«Shirley, dame dinero para repartir», dice Imelda Marcos a una asistente

Mientras tanto, Marcos impuso una ley marcial durante nueve años en los que más 3000 personas fueron asesinadas; 35.000, torturadas; y 70.000, encarceladas; un tiempo que su viuda recuerda ahora como de «paz y libertad». Su suerte cambió cuando el opositor Benigno Aquino, exiliado en Estados Unidos, regresó a Filipinas en 1983 y fue asesinado al descender del avión. «No tenía nada contra él, solo que hablaba demasiado», dice la ex primera dama.

Aquel crimen dio lugar a las protestas que culminaron con el asalto al palacio presidencial, en 1986, y la huida de la familia a Hawái. «No encontraron esqueletos en los armarios, solo preciosos zapatos», comenta Marcos, en referencia a los tres mil pares hallados en su residencia.

El dictador murió en el exilio tres años más tarde y ella y sus hijos regresaron a Filipinas en 1992, donde han formado parte de la vida política y siguen contando a sus seguidores por miles. Su hija mayor, Imee, es senadora y la propia Imelda lo fue hasta hace solo unos meses, pero su gran esperanza es Ferdinand Junior, BongBong, también senador. Su estrecha relación con el presidente Rodrigo Duterte podría dar sus frutos en 2022 si este convierte a BongBong en su sucesor. «Ha querido que fuera presidente desde que tenía tres años», confesó el senador en 2015.

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