Dicen que Alfred Nobel no incluyó las matemáticas en sus famosos premios porque su mujer tuvo una aventura con un matemático. En los círculos más informados le ponen nombre a este matemático: Gösta Mittag-Leffler. En realidad, Alfred nunca estuvo casado y no hay constancia
de que el único amor que se le conoce al Nobel (una joven francesa) coincidiera con Gösta.
¿Por qué la leyenda? Porque sí hubo antipatía entre ellos y una mujer de por medio: Sofia Kovalévskaya.
Gösta, defensor de los derechos de la mujer, propuso a Sofia –una joven matemática rusa– como profesora en la Universidad de Estocolmo. El asunto creó mucha controversia y entre los que se opusieron se encontraba Alfred Nobel, el creador de los famosos premios.
Sin embargo, Gösta logró que se la aceptara –aunque en principio sin cobrar– y poco después Sofia se convirtió en la primera mujer catedrática en una universidad del norte de Europa, lo que para algunos era «una aberración».
Mittag-Leffler, nacido en 1846 en Estocolmo, estudió en Upsala, pero recorrió las principales universidades de la época gracias a una beca, con lo que estableció una red de buenos contactos.
Aunque hay un teorema que lleva su nombre, es más conocido por las iniciativas que puso en marcha para impulsar las matemáticas, como la fundación de Acta Mathematica, publicación que hoy sigue siendo de las más prestigiosas del mundo; y la creación de un instituto de investigación que lleva su nombre y que ha contribuido a la gran relevancia de las matemáticas en los países nórdicos. Por eso que un sueco como Nobel desdeñara las matemáticas en sus premios da lugar a leyendas.
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