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«La cara de Dios se me resiste»

Antonio López

PREMIO XLSEMANAL 2024 A LA CREACIÓN

«La cara de Dios se me resiste»

Es uno de los artistas vivos más cotizados de nuestro país. Y que más simboliza lo español. Desde los 13 años lleva dedicado a retratar lo que ve. Sus vistas de la ciudad de Madrid, los interiores de su casa, las flores... han marcado su identidad artística. A los 88 años llega a la última etapa de su carrera en plenitud y lleno de sabiduría. Por todo ello ha sido galardonado con el Premio XLSemanal a la Creación.

Viernes, 31 de Mayo 2024

Tiempo de lectura: 9 min

Antonio López está contento. Con 88 años afronta la recta final de su trayectoria con «ilusión y buena salud». Su rutina le «salva». Por las mañanas sigue yendo a la fundición donde ultima el encargo de las puertas de la catedral de Burgos. El resto del día sigue retratando los temas de su casa. Unos cuarenta cuadros del mismo tamaño, sobre su vida, su familia y los espacios donde habita. Las marcas verdes por toda la casa dan fe de esa suerte de mapeo que mide todos los espacios para facilitarle el trabajo. Sus ganas de pintar del natural nunca se fueron y tampoco las de retratar la ciudad porque «no aguanto la soledad en una habitación».

Ya tiene el lienzo preparado para salir a pintar el barrio de La Fortuna, en Leganés. «Lo escogí porque me parece verdad», afirma sobre su próximo proyecto. Le recuerda a la ciudad de 'supervivencia' de Tomelloso, donde nació seis meses antes de empezar la Guerra Civil. «Si miro atrás, me parece que es peor lo que ha pasado que lo que estamos viviendo ahora. Lo malo es que somos muchos y con muchas necesidades. Se habla de buscar agua en Marte. ¿Estamos locos? ¿Por qué no hacemos las cosas mejor aquí?», se pregunta con indignación. Nos recibe en su casa-estudio, donde una cabeza de mujer enorme da la bienvenida en el porche de entrada. «Los encargos los cuentas con los dedos de las manos», sentencia. Unos dedos deformados por la artrosis «que no me duelen cuando trabajo porque el trabajo del arte es un trabajo bueno, sanador».

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Buena salud e ilusión. «Achaquillos tengo. Cataratas, insomnio, operación de la garganta... He salido de todo porque tengo muy buena naturaleza, muy buena salud. Me acaban de hacer análisis y ¡estoy perfectamente! A mí edad, hay que llegar con ilusión y buena salud».

XLSemanal. Pintar, una profesión de riesgo. Muchos no alcanzan el éxito.

Antonio López. Sí. El arte tiene mucho encanto, tiene un comienzo muy luminoso, pero como no te vayan bien las cosas o tarden en irte bien…

XL. ¿Qué le diría al artista que no alcanza su reconocimiento?

A.L. ¿Qué le dirías a Van Gogh si fueras su hermano? Hay dos tipos de artista que no conocen la satisfacción de ser estimados. Los que no son buenos y los que lo son, pero esos son escasos. Hasta que te centras, puedes tardar. Muchos se pierden ante las primeras dificultades. No tienen paciencia para esperar. Van Gogh realmente empezó a pintar con 30 años. Hacerte visible en los comienzos, me parece un milagro. Es el peor momento. Yo veo mi vida, todo lo que ha ido ocurriendo para que esté ahora aquí, y me parece una sucesión de milagros. Pero esos milagros se dan y por eso el arte existe.

XL. Usted empezó a pintar a los 13 años en Tomelloso. Vivía en una España radicalmente distinta, la España de la dictadura.

A.L. En Tomelloso, la dictadura no se notaba. Yo comía bien, mis padres me querían; jugaba con mis primos; nos bañábamos en el río. Me gustaban esas casas, con sus animales, sus gallinas, mulas. Vuelvo con el pensamiento mucho a todo aquello. Era muy feliz en ese Tomelloso. Me rozaba mucho con todo lo amoroso, lo físico y lo espiritual. Veo las cosas mucho más negras ahora.

XL. ¿Por qué?

A.L. Porque han fallado las grandes esperanzas que entonces había. Estamos en una situación difícil porque somos muchos y con muchas necesidades. Y el hombre en sus necesidades está utilizando la naturaleza de forma muy poco sensible, y eso se está volviendo contra nosotros. Esta época me resulta muy dura. Se habla de buscar agua en Marte, ¿estamos locos? ¿Por qué no hacemos las cosas mejor aquí? El capitalismo va a seguir cada vez más poderoso porque ofrece cosas muy vistosas, muy tentadoras y aparentemente muy fáciles.

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Ayer y hoy. Una enorme cabeza de mujer es lo primero que encontramos al llegar a su casa-taller, en Madrid. La escultura es otra de sus pasiones y de las disciplinas en las que el artista de Tomelloso destaca. A la izquierda, uno de sus más famosos óleos: Lavabo y espejo, de 1967.

XL. Su ciudad, Tomelloso, ha cambiado mucho. ¿Y usted?

A.L. Tengo más humor. Me río más. Soy alegre. Antes era más duro porque me estaba labrando un porvenir y empujando mucho. Pero tuve la suerte de moverme muy bien en el mundo de mi oficio. No he tenido ninguna pereza. Y sigo sin tenerla.

XL. El realismo vive un momento dulce. La exposición de Isabel Quintanilla en el Museo Thyssen ha sido un éxito; en marzo se inauguró en Almería el primer museo dedicado al realismo español.

A.L. Hay una necesidad de mucha gente de encontrarse con esa pintura porque desde hace mucho tiempo solamente se ve lo que se llama 'la vanguardia'. Mucha gente echaba de menos el realismo. Ha habido una tiranía, una imposición de lo contrario. La pintura de Isabel es muy emocional. Isabel crea, no copia.

XL. Usted tampoco. Cuando pinta su cuarto de baño, su cocina, su dormitorio, hay una mirada muy emocional detrás.

A.L. Me ha costado mucho entender el cuarto de baño. A los 14 años no se me ocurría pensar que podía ser un motivo interesante. Te cuesta casi una vida entenderlo, o unas flores secas.

XL. ¿Qué tiene que pasar para entenderlo?

A.L. Llevarte bien con la naturaleza. Sentir admiración y sentir respeto.

«Me ha costado mucho entender el cuarto de baño, que podía ser un motivo interesante. Te cuesta casi una vida entenderlo»

XL. Ha tenido una relación con la Galería Marlborough desde los años setenta. ¿Cómo le ha afectado el cierre?

A.L. Siento mucho que haya desaparecido. No pienso tanto en mí, porque ya me veo muy mayor y a lo mejor el tramo que me pueda quedar ya lo puedo hacer yo solo, pero me encantaría que alguien la comprara y continuara. Siempre me ayudaron muchísimo.

XL. ¿Le sigue costando arrancar el día?

A.L. Sí, desde hace unos años, me levanto mal. Luego todo se ordena, empiezo a recordar cosas positivas y hay rutinas buenas. La rutina me salva. Para mí, la buena es levantarme a la misma hora –sin ganas–, me ducho, me lavo los dientes, me preparo el desayuno, lavo los cacharros y estos meses últimos me voy a la fundición a las afueras de San Fernando a las diez y me quedo trabajando allí hasta las tres con los obreros; ahí estoy unido al mundo.

XL. La última vez que nos vimos, dijo que no estaba seguro de que el resultado de las puertas de la catedral de Burgos fuese a ser interesante. Que lo dudaba…

A.L. Son tres relieves. Enormes. Dios, la Virgen y el Niño. La Virgen, adolescente, y Jesucristo, niño, con su madre y su abuela en un jardín. Ha sido mi primer trabajo religioso. Hubo otros amagos de encargos, pero siempre se deshacían. Lo dudé muchísimo.

XL. Dijo que el guion que le propusieron no le gustaba…

A.L. Sí. Les dije que o me dejaban hacerlo como yo pensaba o no lo podía hacer. Porque el esquema de la puerta de Florencia de Ghiberti ya no me vale.

«Mucha gente echaba de menos el realismo. Ha habido una tiranía de lo contrario, una imposición de lo que se llama 'vanguardia'»

XL. Había que hacer un lenguaje nuevo, ¿no?

A.L. Eso. Porque somos unos creyentes, los que lo son, nuevos. Antes había una creencia universal y ahora cada uno participa de la religión de una manera distinta. Ya no hay un lenguaje único en nada, y en la religión, menos todavía.

XL. ¿Es un trabajo muy físico el de la fundición?

A.L. Es el trabajo de un obrero. Yo sé lo que hay que hacer, pero me lo tienen que hacer. Por ejemplo, yo no sé soldar, yo no sé golpear el bronce para que salga una forma que ha quedado hundida. La colaboración es imprescindible. Y a veces pienso que a los obreros les estoy cansando porque llevo meses allí.

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«Se habla de buscar agua en Marte, ¿estamos locos? ¿Por qué no hacemos las cosas mejor aquí?». A la izquierda, su estudio.

XL. ¿En qué momento está con las puertas de Burgos?

A.L. Estoy trabajando la cara de Dios, que se resiste. Es enorme. Ocupa dos tercios de la puerta mayor, la puerta central. Es muy suave y se diluye con el jardín como una nube, pero está toda la anatomía de la cabeza. Hay que hacerlo con una finura y un acierto enormes. No sé hacerlo bien y estamos luchando muchísimo. Pero saldrá.

XL. ¿Hay fecha para terminarlas?

A.L. La hubo. Pero ya no. Bastante es con acabar un trabajo que esté bien, que aporte y tenga interés. Y, sobre todo, que aporte una forma de religiosidad respetuosa, pero que no sea la de siempre. Yo he tratado de hacer algo nuevo; o más bien algo mío.

XL. Los artistas suelen ser excepcionales en su última etapa. ¿Usted siente esa pulsación?

A.L. Primero hay que llegar a mi edad y llegar con ilusión, con buena salud. Yo tengo muy buena salud. Me acaban de hacer análisis de orina y de sangre y ¡estoy perfectamente!

XL. Y eso que ha tenido sus achaques. 'Sombras', como usted las llama.

A.L. ¡Claro! Achaquillos. Cataratas, insomnio, operación de la garganta... He salido de todo porque tengo muy buena naturaleza. Pero nos alimentamos mal. Estamos en una sociedad que nos ofrece cosas venenosas. Una sociedad brutal, ignorante. Nos engañan y nos dejamos engañar.

XL. ¿Qué parte de Antonio, de subjetividad, hay en lo que pinta?

A.L. Ahí está el misterio. ¿Dónde está la subjetividad en Velázquez o en Vermeer? Son los dos que más se acercan a lo que están viendo, más que Rembrandt, más que Ribera o Zurbarán. Y Caravaggio es la gran revolución; él decide que hay que pintar lo que se ve, acercarse al mundo real. ¿Cómo no se va a ver lo subjetivo en Caravaggio? Tanto como en el Greco. Pero ¿por qué hay que deformar? A mí me parece que tiene mucha belleza el respeto inteligente y con emoción. Yo siempre he estado amenazado por los listos… Por los que me decían que no podía ser tan objetivo, que tenía que inventar algo.

XL. Usted se define como un retratista de la vida.

A.L. Todos somos retratistas. También lo eran Bacon, Giacometti, incluso Rothko.

«Estamos en una sociedad que nos ofrece cosas venenosas. Una sociedad brutal, ignorante. Nos engañan y nos dejamos engañar»

XL. Son cronistas. En su caso, de un siglo entero.

A.L. Es que lo somos. Un bodegón de Zurbarán, el retrato de una naranja, unos limones y una vasija con agua y una rosa sobre un fondo oscuro, te habla del mundo, pero también de España, de lo más noble y de lo más intenso que pueda tener el pueblo español. Metido en ese metro cuadrado de lienzo retratando las cosas más profundas. Me impresiona mucho cuando se llega ahí con el lenguaje de la figuración. Pero hay que llegar ahí porque, si es solo información, ahí está la fotografía, que te la da toda.

XL. Es usted casi coetáneo de Andy Warhol. ¿Qué opina?

A.L. No es de mi familia… Me siento más hermanado con otros americanos. Me parece desproporcionada la atención que se le ha dado. No hay nadie que no conozca a Warhol y a lo mejor no conocen tanto a Hopper. Unos aparecen más iluminados por las luces del escaparate que otros…

XL. ¿Un regalo sería exponer en el Museo del Prado?

A.L. Ahora han colocado un cuadro de Picasso en la sala de Velázquez y a mí no me gusta ver eso. Exponer en el Prado ni se me pasa por la cabeza. Si te digo la verdad, no me gustaría. Y no es porque yo fuera a perder. No me parece necesario estar ahí. Recuerdo la exposición de Manet en la galería central y mi sensación era de que perdía Manet, pero también Goya. Los cuadros quedaban viejos y Manet resultaba pequeño. Todos perdían.

XL. Sigue pintando Madrid, ¿no?

A.L. Sí. Ahora, el barrio de La Fortuna. Un pueblecito pequeño, un barrio en Leganés. Lo escogí porque me parece verdad. Es un pueblo hecho por la gente para vivir, no para mostrar su dinero o su inteligencia. Es una ciudad de supervivencia como lo era Tomelloso.

«El arte ahora trabaja mucho la parte oscura. Todos defecamos, orinamos, sudamos, olemos mal, pero es mejor ofrecer cosas hermosas para salvarnos»

XL. ¿Su receta para cuidarse?

A.L. Escuchar tu cuerpo a ver qué te dice. No es fácil. Hay que preguntar y escuchar. Los animales lo hacen mejor.

XL. ¿Cómo es el arte de ahora para usted?

A.L. El arte de ahora trabaja mucho con la parte oscura. Todos somos un poco oscuros y es mejor no exagerarlo. No darle mucho protagonismo. Es algo inevitable porque defecamos, orinamos, sudamos, olemos mal, pero es mejor ofrecer otras cosas que son hermosas para salvarnos.