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Domingo, 25 de Noviembre 2018
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Este lienzo recrea 'el milagro de Empel', la inesperada victoria del Tercio Viejo de Zamora en 1585. Los españoles quedaron aislados en la colina de Empel (Países Bajos) tras la apertura de los diques del río Mosa. Estaban atrapados. Un infante encontró una tabla de la Inmaculada Concepción. Arreció el frío y el río se heló. Eso les permitió cruzarlo y sorprender al enemigo la madrugada del 8 de diciembre de 1585. En Augusto Ferrer-Dalmau. En Bocetos para la Historia, con textos de María Fidalgo (Espasa), el pintor desvela los secretos de sus obras. «Todo está comprobado: cada botón, las armas, el barro... Es como una foto del momento», dice.
«No todo es guerra. También hay familias, ternura, sentimientos... Aquí, un soldado del regimiento Farnesio se despide de su mujer y su hijo. Va a la guerra de África de 1860. Es una secuencia tierna», explica Augusto Ferrer-Dalmau. Tras la documentación, el artista realiza un esquema de la estructura de sus cuadros; luego dibuja bocetos de los personajes principales; el último paso en sus obras es la aplicación del color.
La derrota en la batalla de Rocroi (Francia), en 1643, marca el comienzo de la pérdida de la hegemonía militar española. «Aunque el Tercio perdió la batalla, no fue capturado en reconocimiento a su valor. Fue una derrota épica. Este cuadro hizo de catapulta internacional de mi obra», dice el pintor. Se lo encargó Arturo Pérez-Reverte en 2011 y Ferrer-Dalmau incluyó en el lienzo al escritor (en el centro, al fondo) y al capitán Alastriste (a la derecha).
«Este es uno de mis primeros cuadros de pintura militar —cuenta Augusto Ferrer-Dalmau—. Retrata el momento justo del arranque de una carga de caballería en la guerra de Cuba. El corneta monta un caballo blanco para que lo pueda localizar el oficial y darle las órdenes que debía transmitir a los demás. Solo el caballo del corneta era blanco o tordo».
En la batalla del Cabo de San Vicente, en 1797, al granadero extremeño Martín Álvarez le ordenaron defender la bandera de su navío. Se quedó solo, pero no se rindió. Mató a varios ingleses antes de caer. Lo dieron por muerto, pero no lo estaba. «Los ingleses lo curaron y lo mandaron a casa —dice Ferrer-Dalmau—. Lo consideraron un héroe». Murió cuatro años después, de una infección.