World Press Photo Afganistán, de nuevo bajo los talibanes La tragedia de vender un riñón para no morir de hambre
La caótica retirada de las fuerzas aliadas de Afganistán en agosto de 2021 hundió al país. Más de un millón de niños están desnutridos y corren riesgo de morir de hambre. En medio del caos y el terror, el comercio ilegal de órganos ha aumentado drásticamente. Este trabajo fotográfico de Mads Nissen acaba de ganar el World Press Photo al reportaje gráfico del año.
Los padres de Khalid (en la foto de arriba) no tenían dinero para alimentar a sus once hijos, así que en un intento desesperado por salvarlos vendieron el riñón de uno de ellos. El del padre no lo quisieron, por viejo. Khalid era muy bueno jugando al fútbol. Ahora tiene dolores y ha perdido fuerza. La familia recibió 3500 dólares (la mayoría, para pagar deudas); una suma que su padre tardaría años en ganar en caso de tener trabajo. La renta media anual del países de 500 dólares.
La huida de Momina
Momina recibe tratamiento por desnutrición aguda en el hospital de Bamiyán. Llevaba tiempo mal alimentada, pero su padre no creía que el poco dinero de la familia debiera emplearse en que ella y su madre fueran al hospital. Y Momina empeoró. Cuando ya no podía caminar, su madre tomó una decisión inusual y desobedeció a su marido, pidió dinero prestado y se llevó a su hija al hospital.
Pan y té como única comida... y, ahora, ni el pan
Hojatullah, de 11 meses, es atendido en una clínica de Unicef. Su madre, Afisa, de 25 años, explica que es «demasiado tranquilo, no gatea. Le doy el pecho, pero no me alcanza para comer, así que mi leche no puede valer mucho». La sanitaria cuenta que muchos sobreviven solo con pan y té. Y la guerra en Ucrania ha provocado una subida del precio del trigo, lo que ha encarecido el pan hasta un 80 por ciento.
Sin ayuda extranjera ni reservas
Desde que llegaron los talibanes, el país se ha visto privado de las dos principales fuentes de ingresos: la ayuda extranjera y los miles de millones de dólares de las reservas del Gobierno en el extranjero, que fueron congelados. La economía del país está en caída libre y la clase media huye en masa. Pero los pobres no pueden sino deambular por las calles pidiendo limosna, como el niño de la imagen en Kabul.
El colapso tiene rostro de bebé
Fatemah y su hija Asheg, de 3 meses (en el suelo), esperan junto con otras madres y sus hijos en el principal hospital de Herat, donde personal de Médicos Sin Fronteras trata a los niños desnutridos. El fotógrafo de este reportaje cuenta que ha conocido familias que, para sobrevivir, tienen que vender a sus hijos. La velocidad del colapso, dice, no fue prevista ni por los observadores más pesimistas.
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